Una exposición denuncia la violencia machista con ropa de mujeres asesinadas
La artista israelí Keren Goldstein Yehezkeli expone en Praga la ropa de víctimas de feminicidios como denuncia a la violencia machista a nivel global.
De perchas de madera suspendidas en el aire cuelgan, entre otras prendas, una camiseta verde, unos pantalones vaqueros, un vestido de tul rosa y una sudadera de la suerte, cuya propietaria llevaba puesta cada vez que tenía que enfrentarse a un examen. Las piezas de ropa pertenecen a mujeres de distintas edades y religiones, procedentes de países diferentes, pero con un denominador común: todas fueron víctimas de un feminicidio.
Bajo el nombre ‘She’s gone’ o, en español, ‘Ella ya no está’, la artista israelí Keren Goldstein Yehezkeli expone en la sede de la Cámara de Diputados en Praga, la ropa de víctimas de la violencia de género a nivel global. A través de las prendas de las mujeres asesinadas, Goldstein pretende denunciar una realidad que se cobra, cada año, la vida de unas 47.000 mujeres y niñas en todo el mundo. Algo que, según explicó en entrevista para Radio Praga Internacional, supone para ella un motivo de lucha personal.
“Diría que es la misión de mi vida. Todo empezó hace unos seis años, cuando me enteré del asesinato de una mujer más y me sentí realmente impotente y enfadada. Quería hacer algo al respecto y se me ocurrió la idea de buscar las prendas de las víctimas de la violencia de género. Así que ese fue el comienzo de mi viaje: buscar a esas familias y esas prendas para crear esta exposición o happening”.
‘She’s gone’ vio la luz por primera vez en Israel hace ya cinco años. Desde entonces, la exposición ha crecido hasta convertirse en un proyecto global al que cada vez se añaden más prendas e historias. Tras su muestra en Washington, Atenas, Nicosia o la sede de las Naciones Unidas en Ginebra, la obra de Goldstein llega a Praga como parte de una colaboración entre la Embajada de Israel y la organización Women for Women.
Con su paso por la República Checa, la artista quiere contribuir, entre otras cosas, a la concienciación sobre los feminicidios en el país y el resto del mundo.
“El objetivo es tocar el corazón de la gente, captar su atención, que se paren un minuto a pensar en esas mujeres, a pensar en cómo ayudarlas y cómo podemos contribuir a erradicar este fenómeno”.
Junto a cada prenda de ropa que forma parte de la exposición, cuelga una etiqueta de cartón en la que Keren Goldstein Yehezkeli ha escrito el nombre de la mujer a la que pertenecía junto con su edad, la causa de la muerte y otras notas biográficas. En muchos casos, la artista incluye también información relativa al vínculo entre la mujer asesinada y la prenda elegida para la exposición. Información, explica Goldstein, que ella misma ha recopilado visitando personalmente a las familias de las víctimas.
“Al principio buscábamos a las familias en Internet, porque no teníamos contactos ni números de teléfono. Cuando me ponía en contacto con ellas, primero tenía que ganarme su confianza. Les decía: por favor, confíen en mí, déjenme contar la historia de su hija o de su madre. Déjenme hacer lo que pueda para que no sean olvidadas. Este era el primer paso, aunque al principio no sabía lo que iba a hacer después”.
Keren Goldstein todavía recuerda la primera vez que una familia confió en ella, permitiéndole así comenzar con el proyecto.
“Recuerdo que recogimos las prendas de la familia y yo las tomé, las escondí en el fondo de mi armario y no pude entrar en la habitación durante dos semanas”.
Las prendas en cuestión, una sudadera rosa, unos vaqueros y una bolsa de tela estampada, pertenecían a Alla Daher, una joven estudiante de medicina que en 2011 fue asesinada por su pareja, que no quería que continuase con sus estudios.
“De hecho, fue la primera ropa que recogimos: la sudadera que se ponía para cada examen y el bolso con dibujos, que tiene un aspecto muy infantil. Era tan joven. Y porque Alla fue la primera, porque era tan joven y porque tenía todo su futuro por delante, su historia me llegó al corazón”.
A partir de esa primera donación, cuenta Goldstein, más y más familias comenzaron a confiar en el proyecto y a donar la ropa de las mujeres asesinadas para contribuir a contar la historia colectiva del feminicidio. Ahora, cada vez que la exposición se traslada a un nuevo país la artista invita a los familiares de las víctimas locales a añadir la ropa de sus seres queridos.
En el caso de Chequia, un vestido de gala en tonos morados cuenta la historia de Simona Monyová, una de las novelistas checas más vendidas, asesinada por su marido en 2011. “Tras la trágica muerte de Simona, no solo aumentaron las ventas de sus libros, también el número de llamadas telefónicas al centro de víctimas de violencia doméstica. Su muerte dio coraje a muchas mujeres”, se puede leer en el cartel colgado junto a la pieza.
Mas allá de las prendas expuestas, una parte fundamental del proyecto es el programa cultural que acompaña la exposición de las prendas. Así lo explica para Radio Praga Internacional Adi Nachman, una de las productoras de “She’s gone”.
“Estamos interesados principalmente en hablar con estudiantes de secundaria y personas que trabajan con adolescentes que están en proceso de comprender su masculinidad y su identidad de género”.
El programa cultural, compuesto principalmente por visitas guiadas y talleres, ofrece también sesiones especiales destinadas a hombres que quieran aprender a gestionar su agresividad.
“Creemos que todo empieza por la educación. Que si llegamos a la gente a una edad o en un momento vital en el que buscan activamente alguna forma de comprensión sobre cómo relacionarse con el género opuesto, entonces podemos realmente inculcar y poner en práctica las ideas de igualdad, comunicación no violenta y respeto. Esto es lo que intentamos hacer. En realidad, nuestra misión es concienciar y educar a las generaciones más jóvenes para que el problema no prevalezca con el tiempo”.
Keren Goldstein hizo referencia a la importancia de la participación de los hombres en la conversación sobre el feminicidio, algo fundamental de cara a prevenir el problema en el futuro.
“Me gustaría hacer un llamamiento a los hombres para que se conviertan en embajadores ante otros hombres. Animarles a que no tengan vergüenza ni miedo y se expresen libremente, sin temor a ser juzgados. Porque un hombre, si no tiene palabras para expresarse, se expresará con los puños. Así que es un tema muy importante, en mi opinión”, concluye la artista.
La exposición “She’s gone” estará abierta al público hasta el próximo viernes 31 marzo en la sede de la Cámara de Diputados del Parlamento de la República Checa, en el barrio praguense de Malá Strana.