Respiramos venenos
La contaminación del aire en las grandes urbes es mucho más peligrosa para la salud del hombre de lo que suponíamos hasta ahora, según revela un experimento llevado a cabo por científicos checos. En las personas que pasan su jornada laboral en las calles urbanas, como los policías, aumenta el riesgo de contraer cáncer. Los contaminantes de la atmósfera de las ciudades son como una bomba de relojería, capaz de destrozar la salud de una persona hasta decenas de años después de haber sido expuesta a la polución.
En los filtros que habían portado los policías, los científicos hallaron el doble de contaminantes que en los del grupo de personas que trabajaban en recintos cerrados.
Igualmente, el análisis de sangre de los participantes en el experimento ha reportado interesantes resultados. En el grupo de los policías, los científicos registraron diferentes trastornos de la información genética, que en el futuro podrían provocar el surgimiento de cáncer.
En el núcleo de la célula hay 23 pares de cromosomas que contienen la información genética. Los científicos han verificado que en algunos casos los cromosomas estudiados se han partido en dos o han sufrido otros trastornos que aumentan la probabilidad de contraer cáncer.
Los trastornos en los cromosomas y el ADN, ácido desoxirribonucleico, se deben a los efectos nocivos de los hidrocarburos aromáticos policíclicos, producto de la combustión de gasolina, gasóleo, carbón y diferentes residuos. Se trata de sustancias altamente cancerígenas.
El impacto del aire contaminado sobre la salud de las personas puede manifestarse decenas de años más tarde. La polución atmosférica representa por eso una amenaza oculta. Así, la contaminación del aire en la Praga de hoy es capaz de provocar entre la población un significativo aumento de enfermedades dentro de 10 o 20 años.
Afortunadamente, los trastornos de los cromosomas y del ácido desoxirribonucleico no siempre provocan el surgimiento del cáncer o de otra grave enfermedad. Muchas personas poseen un mecanismo capaz de repararles los daños.
Identificar tal capacidad o detectar su ausencia podría en el futuro influir en el mercado laboral. Si los médicos averiguaran que determinada persona no tiene capacidad de reparar sus cromosomas, le recomendarían no trabajar en los locales donde se producen escapes de sustancias contaminantes.
Los científicos checos han sido unos de los primeros del mundo en estudiar la influencia de los hidrocarburos policíclicos aromáticos en la salud del hombre. Desde 1993 miden regularmente sus concentraciones en la ciudad de Teplice, enclavada en una zona industrial, y en Prachatice, ciudad situada en una región considerada relativamente saludable.A partir del año 2000 realizan las mediciones en Praga y éstas han revelado algo poco alentador para los habitantes de la capital checa:
Las concentraciones de las sustancias cancerígenas en el centro de Praga son mucho más elevadas que en la ciudad de Teplice, ubicada en una región plagada de fábricas químicas.