Pavel Zalman Lohonka

Continuamos abordando hoy el legado y los testimonios musicales checos. Y lo hacemos, concretamente, complaciendo a nuestros oyentes amantes de las canciones populares de este país. Entonces, dedicamos este programa al trovador moderno de Bohemia del Sur, Pavel Zalman Lohonka, quien ya hace más de un cuarto de siglo que se dedica a coleccionar e interpretar las canciones populares de su región natal.

Pavel Lohonka nació en la metrópoli de Bohemia del Sur: Ceské Budejovice. Ya en su infancia componía versos, a los que luego les hacía el arreglo musical adecuado para cantarlos alrededor de las típicas fogatas de los campamentos juveniles en plena naturaleza.

Uno de los abuelos de Pavel era marionetista, y bajo su influencia el chico aprendió el arte de la ebanistería. Y es, al parecer, gracias a la influencia de los teatros de títeres de su abuelo, que la poesía de Lohonka está impregnada de amor y de añoranza por la justicia.

Tras finalizar el servicio militar obligatorio en 1969, Pavel Lohonka -entonces de 21 años- fundó con su amigo compositor y guitarrista Pavel Pokorny, el grupo Minnesengrí -Trovadores, en castellano- en cuyo marco Lohonka hacía de cantante, guitarra acompañante y letrista. El grupo se dedicaba, principalmente, a la interpretación de canciones populares típicas de Bohemia del Sur, así como también a la de country y blues.

Desde entonces, tendrían que transcurrir siete años para que en 1977 les fuera editado su primer larga duración que fue titulado "Que no se ponga el Sol".

Y fue la canción que dio título al disco la que condujo al grupo Minnesengrí a la cumbre del folk checo de entonces.

El éxito conquistado por su primer Larga Duración estimuló a Pavel Lohonka y a su amigo Pokorny a proseguir la búsqueda y recopilación de canciones populares antiguas, en la mayoría de los casos ya olvidadas. Grande fue su sorpresa al encontrar un verdadero tesoro en la colección de 15 tomos titulada "El Sur Checo y los Montes Sumava en Canciones", que había sido el resultado de 45 años de paciente trabajo del coleccionista, compositor y folclorista praguense, Karel Weis.

Simultáneamente, Pavel Lohonka estudiaba antiguos documentos musicales en anticuarios, museos y archivos de la Radio de Ceské Budejovice, que posteriormente le permitieron ampliar su colección con más de tres mil canciones populares de Bohemia del Sur.

Así fue como conquistó el pseudónimo de Zalman, según el personaje literario protagonista del movimiento de renacimiento nacional checo del siglo XIX, a quien se le atribuía la colección de los tesoros del arte popular checo para legarlos a las generaciones futuras.

En medio de su búsqueda, Pavel Lohonka recorría las aldeas del sur de Bohemia preguntando a los ancianos cuáles eran las melodías de ciertas letras que había encontrado en museos o archivos, gracias a lo cual pudieron surgir grabaciones auténticas.

Después de escuchar a la anciana aldeana, no les extrañará el hecho de que el grupo Minnesengrí titulara su segundo disco de larga duración Belovláska, es decir, Peliblanca en castellano. Pavel Lohonka declaró entonces al respecto:

"Creo que tal como aparecen en el disco era como nuestras abuelas cantaban las canciones populares de su región al calor de los leños".

Lohonka respeta y venera la canción popular. Sabe cómo interpretarla, dónde narrar al estilo de las canciones de cuna, y por ello ha logrado convertir en éxitos muchas de las canciones populares de su región natal. Y en esto radica el gran mérito de Pavel Lohonka.

Gracias a su interpretación no tradicional del folclor, a la joven generación del rock, el metal, el rap y el tecno, antiguas canciones populares de extraordinaria belleza.

Los miembros de Minnesengrí, fieles a su condición de trovadores modernos, al igual que los caballeros medievales cantan a la mujer, al amor, a su región natal: Bohemia del Sur. Al escuchar sus canciones, como si contempláramos la belleza de los paisajes de esa región, de sus profundos y argénteos lagos, de sus bosques de coníferas, de sus castillos y palacios que parecen haber salido de cuentos de hadas.

Y también como si viéramos de cerca a sus alegres habitantes y pintorescos poblados y aldeas, en las que fácilmente podemos encontrar, junto a una iglesia con un exclenete tañido de campanas, una taberna donde beber la mejor de las cervezas al compás de bellas y tiernas canciones populares.

Autor: Mónica Villegas Gallego
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