“La gente siempre se sorprende al ver que, haciendo este trabajo, soy mujer”, afirma la piloto militar Kateřina Hlavsová

Kateřina Hlavsová

Aunque su plan inicial era convertirse en piloto comercial, al ver un avión de combate se quedó tan fascinada que se prometió aprender a manejarlo algún día. Con mucho esfuerzo y determinación, Kateřina Hlavsová logró abrirse camino y levantar vuelo en un ámbito decididamente masculino, siguiendo los pasos de Božena Laglerová, que aunque no pudo cumplir su sueño de conducir aviones a reacción, pasó a la historia como la primera piloto checa.

Kateřina Hlavsová | Foto: Jan Kouba,  Ministerio de Defensa

La piloto Kateřina Hlavsová dice que lo que más le gustó de la segunda entrega de la película Top Gun fue la música porque, a decir verdad, lo que muestra no es muy realista, aunque ella valora, de todas formas, que semejante éxito no dejara de atraer al gran público al tema de la aviación militar. Aunque en su familia no había ningún antecedente, su madre le contó que, cuando tenía unos quince años, había rechazado la invitación de una amiga a un club de vuelo, por lo que ella es, sin lugar a dudas, la primera piloto de la familia y una de las poquísimas pilotos de combate del país.

Kateřina Hlavsová | Foto: Jan Zdichynec,  Ministerio de Defensa

“A los 16 o 17 años asistía a un gimnasio deportivo en Pardubice y decidí que quería convertirme en piloto profesional, así que tuve que cambiar de escuela porque sabía que para formarme en aviación necesitaba saber más sobre matemática y física. La aviación se enseña completamente en inglés, tanto en el ámbito civil como en la OTAN, por lo que debía concentrarme en esas tres materias. Para mí fue un desafío cambiar de escuela y concentrarme en estudiar para los exámenes de ingreso, ya fuera para una escuela civil o militar. En ese momento, no existía para las mujeres la posibilidad de convertirse en pilotos militares y, aunque volara en el ámbito civil, las catorce materias necesarias requerían habilidades en matemáticas y física”.

Kateřina Hlavsová | Foto: Jan Čadil,  Ministerio de Defensa

Mientras profundizaba en números, funciones y third conditional, Hlavsová se fue contactando con pilotos profesionales que la llevaron a un club de vuelo para averiguar si tenía las habilidades necesarias. Los pulgares fueron bien arriba y así comenzó a volar, de a poco, en planeadores. Si bien su plan inicial era convertirse en piloto de una aerolínea comercial porque le atraía estar a bordo del avión y mirar el mundo desde arriba, todo cambió el día en el que, en Hradec Králové, vio un avión militar y se quedó tan fascinada que se prometió a ella misma no descansar hasta poder manejarlo.

La primera piloto checa

Božena Laglerová  (1913) | Foto: Museo Técnico Nacional

En un país en el que no abundan las mujeres piloto, brilla con todo su esplendor el antecedente de Božena Laglerová, una graduada del conservatorio de música cuyo amor a la aviación la llevó a luchar contra todos los prejuicios hasta obtener su licencia de piloto internacional en la escuela de aviación alemana de Hans Grade. Aunque en mayo de 1911 sufrió un accidente justo antes del examen final, en septiembre de ese mismo año logró aprobar con éxito las pruebas, convirtiéndose así en la primera piloto checa y la décimo tercera en todo el mundo. Además de ganar una competencia aérea en la ciudad alemana de Hannover, Božena Laglerová realizó una gira aérea por América Latina. Aunque durante la Primera Guerra Mundial intentó sin éxito convertirse en piloto de combate, al fallecer en 1941 a la edad de 54 años, pasó a la historia como una pionera de la aviación femenina. Varias décadas después su compatriota Kateřina Hlavsová logró cumplir aquel sueño postergado al estudiar una carrera en la que ella era, nada menos, que la única mujer.

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“Pero, obviamente, todos los chicos convivían con chicas en el colegio, en el trabajo, así que ellos estaban felices de tener también a una mujer en la escuela de aviación. Aunque estaba sola en mi especialidad, en otras especialidades sí había mujeres, ya que en ese entonces el número de mujeres en el ejército aumentaba año tras año. Y en la escuela tenía compañeras en control de tráfico aéreo, en administración aérea, y también había técnicas. Así que algunas mujeres había, no muchas, pero hoy en día probablemente haya más. Sin embargo, creo que en el ejército los hombres siguen siendo mayoría frente a las mujeres. Para mí no fue estresante porque ya estaba acostumbrada, no me importaba, no lo veía como un problema. Para mis compañeros de clase fue más bien una novedad, especialmente para los instructores que no estaban acostumbrados a tener a una mujer en el grupo de pilotos”.

En lo que respecta al trabajo cotidiano, cuenta que los pilotos como ella pasan la mayor parte del tiempo en la estación aérea militar realizando ejercicios y cumpliendo con las distintas fases del entrenamiento clásico. Siguen un horario muy planificado en el que se incluyen, unas tres o cuatro veces a la semana, sesiones de vuelo. Explica que cada piloto realiza entre uno y dos vuelos al día, dependiendo de las tareas y el tipo de entrenamiento necesario. Y aunque cuentan con la gran ventaja de tener los fines de semana libres, aclara que para cumplir con los ejercicios asignados muchas veces trabajan desde la mañana hasta la noche sin parar durantes unas dos o tres semanas. Si bien esos períodos resultan muy exigentes e intensos, ella rescata que las actividades más importantes están planificadas con un año de anticipación, con lo cual puede organizar su vida y hasta sus vacaciones sin demasiados inconvenientes.

El límite de la velocidad

“La velocidad sí se nota mucho: realmente el tiempo pasa rápido, esa fue la mayor experiencia para mí.”.
Kateřina Hlavsová

Considera Kateřina Hlavsová que el límite de edad para formar parte del ejército lo determina cada uno mientras así lo permita su salud física y mental. Ella asegura que ya cumplió su gran objetivo que era el de volar aviones a reacción. No obstante se sigue esforzando por ser útil y hacer lo mejor posible su trabajo, deseando a su vez que no haya necesidad de pasar a la acción en algún combate. Y a pesar de que ya suma varios años de experiencia, afirma que aún se acuerda perfectamente lo que sintió la primera vez que se subió a un avión de guerra.

“Lo primero en lo que volé en Pardubice fue un L-39 C, un Albatros de entrenamiento. No se trata tanto del vuelo en sí, porque el avión se maneja más o menos de la misma manera que cualquier otro, pero lo que cambia, en todo caso, es la velocidad”.

Kateřina Hlavsová | Foto: Zdeňka Kuchyňová,  Radio Prague International

Agrega Hlavsová que otra diferencia importante es que volar esos aviones requiere una indumentaria muy específica: pantalones presurizados para ayudar a mantener la correcta circulación sanguínea, chaleco, casco, máscara, respirador y guantes. Agrega que si bien el uniforme en sí no es muy pesado, el casco sí genera una sobrecarga que, por ejemplo, vuelve necesario aprender a sentarse en forma correcta para no dañar la columna vertebral o algún músculo.

“Creo que me tomó los primeros tres vuelos acostumbrarme. Luego ya no lo notas, pero de repente entras en el avión con todo ese equipo encima, y es como que no hay mucho espacio. Pero como yo estaba acostumbrada desde el planeador, no tuve problema con eso. Pero lo de la velocidad sí se nota mucho: realmente el tiempo pasa rápido, esa fue la mayor experiencia para mí. Me di cuenta de eso justo después del despegue, simplemente plegar el tren de aterrizaje con todo ese equipo encima fue un poco desagradable para mí, pero después de tres vuelos ya no lo notas."

Contra pájaros y drones

En el año 2010, Hlavsová participó de una misión militar en Afganistán durante unos cuatro meses, trabajando como apoyo terrestre para una flota de helicópteros. En concreto, su tarea era estar en la base, controlando que estuviera bien todo lo relacionado con los vuelos y las distintas demandas de de las tripulaciones. Y a pesar de que considera que esa fue una de las experiencias más intensas de su trabajo, asegura que a la mayoría de la gente podría sorprenderle cuáles son las principales preocupaciones que tienen los pilotos a la hora de volar.

“Espero que el camino ya esté un poco más allanado, que hoy en día nadie te mire como si fueras una aparición cuando vas por el aeropuerto con un traje de vuelo”.
Kateřina Hlavsová

 “He experimentado, o experimentamos varios episodios inesperados, estamos entrenados para realizar alguna táctica, algún entrenamiento, vamos al simulador para resolver ciertas fallas en medio del vuelo, pero siempre que algo ocurre no deja de ser, por supuesto, una situación no estándar y cualquier situación no estándar es más peligrosa que aquello para lo que estamos entrenados. Con lo que más lidiamos es con las colisiones con pájaros. Volamos más y más, y parece que hubiera siempre más pájaros, esas colisiones ocurren de vez en cuando, y últimamente, lo que me asusta más son las posibles colisiones con drones. Los motores de las aeronaves están diseñados para lidiar con un pájaro que se pueda meter, pero un dron es algo completamente diferente”.

Sin embargo, asegura Hlavsová que el principal asombro llega cuando ella se presenta ante alguien como piloto de combate. No solo en Chequia, sino también en otros países en los que quizás hay más mujeres realizando un trabajo similar. Sostiene que cada vez que la ven en una sesión de ejercicios internacionales o, por supuesto, a nivel local, los hombres se la quedan mirando sorprendidos de que haya una mujer piloto. Quizás por eso mismo les desea a las mujeres que, de ahora en más, sigan sus pasos, que tengan el camino un poco más despejado.

Kateřina Hlavsová | Foto:  Honza Ptáček,  Český rozhlas

“Espero que el camino ya esté un poco más allanado, que hoy en día nadie te mire como si fueras una aparición cuando vas por el aeropuerto con un traje de vuelo. Yo creo que realmente hay que sentir querer hacerlo, ya que una mujer seguirá estando en un ámbito mayoritariamente masculino y aún tendrá que lidiar con algunos prejuicios. Pero creo que si una mujer tiene en claro lo que quiere y sabe que es capaz de manejar la presión, definitivamente debería intentarlo”.

Por otro lado, Kateřina Hlavsová les diría a esas mujeres dispuestas a seguir su camino que tienen que entender la necesidad de esforzarse al máximo sin esperar ningún trato especial. Eso siempre las ayuda a ser respetadas en un determinado grupo de trabajo, aunque es algo que les recomienda hacer, en realidad, por ellas mismas.

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