Betlém: un museo viviente en el corazón de Chequia
En la ciudad checa de Hlinsko existe un barrio llamado Betlém, que hoy en día está protegido a nivel nacional por la importancia de su arquitectura popular y de su valor histórico. Sin embargo, todavía nadie sabe por qué recibió ese nombre.
Hlinsko se encuentra enclavada entre los Montes de Hierro y la región natural protegida de las Colinas de Žďár. La historia de la región no es de las más conocidas de Chequia, pero guarda una riqueza cultural a la que vale la pena aproximarse.
Dentro de la ciudad destaca el barrio de Betlém, considerado área protegida y que destaca especialmente por sus bellas cabañas restauradas, fieles a las originales que fueron construidas en la zona en los siglos XVIII y XIX. El origen de su nombre de reminiscencias bíblicas sigue siendo un misterio hoy en día. Se puede decir que este barrio es una especie de museo viviente, ya que en la actualidad está abierto al público y sirve de museo etnológico.
El Museo al Aire Libre Vysočina es la institución que administra el lugar. Su directora, Ilona Vojancová, contó a Radio Praga Internacional los entresijos de la agitada historia de Betlém.
Según cuenta, que los primeros en fundar el asentamiento moderno fueron personas humildes y trabajadoras lo desvelan los propios nombres que encontramos en la región. Hlinsko, por ejemplo, viene de la palabra checa para el barro o la arcilla, explica Vojancová.
“Se dice que Hlinsko recibió ese nombre debido al barro (“hlína”) destinado a la alfarería que había aquí en esa época y que daba trabajo a muchas familias. De hecho, los primeros habitantes de estas cabañas en Betlém era alfareros. Y cuando decayó el interés por la alfarería, se pasaron a la elaboración de vajillas de hojalata. Otra actividad que tuvo mucha importancia fue el hilado. La tierra en esta zona es muy pedregosa y es difícil cultivarla, por lo que nunca se pudo vivir de ella. Realmente, el barro y la piedra son los grandes símbolos de esta región, porque sus habitantes tuvieron que trabajar muy duro”.
En realidad, no podría haber mejor guía que la señora Vojancová. Ella misma nació en la ciudad de Hlinsko y vivió parte de su niñez en Betlém. De acuerdo con la directora, en el pasado había una zona de calles estrechas en el barrio que ya no existe, y recuerda cómo jugaban los niños en los alrededores.
“Aquí a la derecha había tres calles juntas muy estrechas. De pequeños jugábamos aquí y nos escondíamos. Para que los oyentes se lo imaginen, cuando teníamos las mochilas escolares, por algunas de estas calles teníamos que pasar de lado para no quedarnos atascados. Y justo aquí, había un surtidor de agua. Así que la gente venía a por agua, se encontraba aquí y hablaba. Y nosotros los niños jugábamos a tirarnos agua”.
Durante el régimen comunista, se fomentó la construcción de numerosos bloques de pisos para los trabajadores, lo que puso en peligro algunos distritos más tradicionales como Betlém.
Los funcionarios del Partido Comunista local insistieron en derribar las cabañas de madera para llevar a cabo nuevas construcciones. Los habitantes del barrio se opusieron, por lo que fueron tachados de reaccionarios y se dio una mala imagen de ellos.
Pero Ilona Vojancová, que creció aquí en los años 60 y 70, recuerda que antes de estos problemas, nunca fue una vergüenza ser residente de Betlém.
“El lugar no estaba estigmatizado, no podemos decir que era un barrio pobre. Al contrario, a finales del siglo XIX y principios del siglo XX vivieron aquí personas de cierta importancia, comerciantes, por ejemplo. El estigma nació a partir de los años 70 y 80, cuando se echó a los habitantes de sus casas y esta zona se empezó a considerar con un aura de deshonra. Había planes para construir aquí una urbanización y una zona comercial. Contra esas ideas que nacieron en esa época tuvimos que luchar para salvar al menos una parte de la localidad”.
A pesar de la amenaza, la suerte sonrió a Betlém de forma indirecta. El entonces presidente Ludvík Svoboda inauguró como zona protegida natural el territorio de las Colinas de Žďár, no muy lejos de Hlinsko. Sobre este suceso da más detalles Ilona Vojancová.
“Cuando se aprobó que la zona de las Colinas de Žďár fuese un área protegida, el documento nombraba también a Betlém como una zona de valor. Desde el punto de vista jurídico, no otorgaba una situación especial a Betlém, pero hizo que los funcionarios ya no se atrevieran a enviar las excavadoras”.
Otro hecho fundamental fue la implicación de algunos artistas admirados a nivel nacional que procedían de la región de Hlinsko. Por ejemplo, los pintores Bohumír Komínek y Mirka Zychová comenzaron a difundir en Praga el encanto que tenía el barrio de Betlém, por lo que se llegó a formar un grupo de artistas e historiadores del arte que promovían su protección.
Ayudó asimismo un artículo publicado por el famoso periodista Josef Velek, añade Vojancová.
“En los años 80 apareció un artículo en el periódico Mundo Joven escrito por Josef Velek. En él subrayaba la importancia de proteger Betlém. Esto también ayudó de cierta manera a que los funcionarios locales no decidieran derribar las casas, porque vieron que también estaba atrayendo la atención de periodistas y artistas del extranjero”.
Por fin en 1995, Betlém pudo conseguir el estatus de reserva monumental. Además, gracias a que inició actividades como museo, el público pudo conocer de cerca la historia del barrio.
No obstante, a la directora Ilona Vojancová no le gusta referirse al lugar como un museo etnográfico, sino que quiere ver Betlém como otro barrio más de la ciudad de Hlinsko que sigue con vida.
La idea no es ninguna locura. Hay gente que en los últimos años ha venido a vivir aquí.
“Me gusta imaginarme a Betlém como un lugar vivo, al menos en parte. Tal y como lo recuerdo de mi niñez. Cuando hicimos el plan de renovación y uso de Betlém, dejamos espacio para inversores privados, no solo para nosotros como museo. Por ejemplo, es posible construir un edificio si responde al estilo de las casas originales. Aquí tenemos réplicas de dos casas que sirven de pensión. Pero si alguien quiere venir a vivir, estaríamos felices. De hecho, algunas personas que tenían aquí casas de vacaciones han vuelto para vivir de forma permanente”.
En cualquier caso, no podemos negar que gracias al activismo que salvó la destrucción del barrio, hoy Betlém sigue vivo y es posible conocer con mayor precisión cómo era la vida en este rincón de Chequia.
Unas cabañas de madera construidas por trabajadores humildes, en algunos casos hace más de 200 años, que han sobrevivido numerosas adversidades y que ahora podemos visitar en persona.