Jakub Krcín de Jelcany - arquitecto de estanques pactado con diablo

Se acerca la Navidad. Uno de sus símbolos en la República Checa es la carpa, plato tradicional de los checos. En esta presente edición de "Legados del pasado - testimonios del presente" centramos nuestra atención en la persona de Jakub Krcín de Jelcany, arquitecto de los estanques en Bohemia del Sur de los que provienen la mayoría de las carpas checas.

Foto: Archivo de CRo7
La cuenca de Trebon, Bohemia del Sur, siempre ha ofrecido condiciones excelentes para la piscicultura, debido al terreno plano y abundante en agua. No es de extrañar pues que por toda esa zona se hallen pequeños y grandes estanques que sirven para la cría de carpas y otros peces.

La construcción de los estanques o la modificación de los lagos naturales para fines idénticos, se dio por la necesidad de la población de entonces. El rendimiento de los arroyos y los ríos, en cuanto a peces se refiere, se vio reducido, y los checos buscaron un modo de solucionar la situación.

En la segunda mitad del siglo XIV comenzó la construcción planificada de los estanques para la cría de la carpa, pez proveniente de la cuenca del Danubio. El pescado desempeñaba un papel importante en la nutrición de la población y era la única carne permitida en el ayuno que la sociedad religiosa solía comer.

Foto: Barbora Kmentova
La piscicultura checa pronto ocupó el primer lugar en toda Europa en cuanto al número y rendimiento de los estanques. El bastión de tales éxitos era la cuenca de Trebon.

Bohemia del Sur fue en la Edad Media el feudo de la casa noble de los Rozmberk que, por su poder y riqueza, competían muchas veces con el rey checo. Los Rozmberk eran buenos ecónomos, pero de todos modos intentaban aumentar la prosperidad de sus dominios.

El primer gran constructor de estanques fue Stepánek de Netolice, que proyectó más de 40 estanques de pequeño y gran tamaño. Mandó construir asimismo un canal denominado Acequia de Oro que servía de eje para todo el sistema de estanques en la cuenca de Trebon en Bohemia del Sur.

Guillermo de Rozmberk
A esa región llegó Jakub Krcín, sin saber todavía cómo con su actuación la cambiaría. Krcín nació en 1535 como hijo de burgueses de la ciudad de Kolín, Bohemia Central. Primero trabajó como administrador económico de la casa noble de los Trcka y luego ocupó el mismo cargo en el monasterio de agustinos de Borovany, Bohemia del Sur.

Fue allí donde le contrató el señor Guillermo de Rozmberk, el noble checo más poderoso de aquella época. En el año 1562 Jakub Krcín fue nombrado burgrave del castillo de Ceský Krumlov, sede de los Rozmberk. Mandó fabricar en la cervecería local cerveza rubia de trigo, que se convirtió en fuente de ingresos importante para las arcas de su señor Guillermo.

Por sus méritos, Jakub Krcín pasó a ser en 1569, a sus 34 años, regente de los dominios de los Rozmberk, es decir, el administrador supremo. Krcín fue un economista excelente, no despilfarraba el dinero del señor de Rozmberk, al revés, siempre intentaba multiplicarlo.

Jakub Krcín
El futuro arquitecto de estanques destacó también como gran organizador con dotes empresariales. En el territorio bajo su administración mandó construir nuevas granjas, fábricas de cerveza, molinos y rediles.

Sin embargo, su obra magistral, que ha sobrevivido hasta el presente, son los estanques. Krcín se rodeó de las personas más capaces en este campo y amplió y terminó el sistema proyectado por su antecesor Stepánek de Netolice.

Su primera obra importante es el estanque Svet o "Mundo" en español, situado en las afueras de la ciudad de Trebon. Por las dificultades relacionadas con su construcción fue llamado al principio "Ingratitud".

En 1584, Jakub Krcín inició la edificación de su obra magistral: el estanque Rozmberk, denominado según su señor, en cuyos servicios se ganaba la vida. El terraplén gigante de casi 2,5 kilómetros de largo, construido sobre el río Luznice, contenía hasta 50 millones de metros cúbicos de agua.

Estanque Rozmberk,  foto: ZdenekK,  Creative Commons 3.0
Su robustez salvó muchas vidas incluso en el año 2002, durante las inundaciones devastadoras que comenzaron precisamente en Bohemia del Sur. La edificación del estanque se finalizó en 1589 y su superficie en aquel entonces alcanzaba unas 1000 hectáreas. Hoy en día no es ni la mitad, unas 490 hectáreas, pero sigue siendo el mayor estanque de la República Checa.

Jakub Krcín reconstruyó la Acequia de Oro e ideó la red de canales que alimentaban de agua a los estanques y también mandó construir otro canal, el Río Nuevo que reducía la fuerza de la corriente del río Luznice al conectarlo con el río Nezárka.

Para cumplir sus objetivos y retos, el regente Krcín no conocía límites. Además de sus vocaciones organizativas y empresariales, sobresalía por su ahínco, agudeza y dedicación extraordinarios.

Por otro lado, Jakub Krcín era muy severo e incluso cruel con sus súbditos. Nunca dudó en castigar la pereza de los obreros y oficiales. Para asegurar la realización perfecta de las obras, el trabajo en los terraplenes de los estanques estuvo muchas veces supervisado por un verdugo.

La laboriosidad de Krcín se reflejó en las grandes cantidades de dinero y tierras que le proporcionó el señor de Rozmberk. En 1586 el emperador Rodolfo II le otorgó el derecho a añadir a su nombre el apodo "de Jelcany y Sedlcany". En su blasón lucía el regente Krcín un loro verde y dos peces dorados - la carpa y el lucio.

Jakub Krcín era también un hombre al que le gustaba la vida. Visitaba las tabernas vaciando copas de vino o de cerveza y tenía fama de mujeriego. Pero en uno de sus ingenios amorosos le salió el tiro por la culata. Antes de ser regente, se había casado con una viuda vieja y rica a la espera de que pronto se haría con sus bienes.

Sin embargo, la anciana murió mucho más tarde de lo que el astuto Krcín esperaba. Ese hecho no le impidió casarse de nuevo, a sus 53 años, con una novia que tenía 30 años menos que él.

En 1589, en el año que coincidió con la finalización de las obras del estanque Rozmberk, el regente Jakub Krcín de Jelcany y Sedlcany se retiró de los servicios de los señores de Rozmberk. El resto de su vida lo pasó en su palacete, administraba sus bienes y se dedicaba a sus aficiones: la poesía - escribió su autobiografia en versos - y la alquimia. Jakub Krcín murió a principios del año 1604.

Foto: CzechTourism
Hoy en día, la memoria de Jakub Krcín no se recuerda solamente por los estanques que suministran a las mesas de los checos las carpas navideñas, sino también por la bebida tradicional checa - la cerveza. Su título de regente dio nombre a una marca de cerveza fabricada en la ciudad de Trebon: El Regente o Regent en checo.

No obstante, lo que hizo a Jakub Krcín todavía más célebre son las leyendas vinculadas con su nombre. Sus capacidades y éxitos dieron lugar a teorías que afirman que el regente de los Rozmberk había pactado con el diablo.

Una de las leyendas dice que Jakub Krcín recorre a medianoche el terraplén del estanque Rozmberk en una carroza tirada por dos gatos. Se debe, supuestamente, a una maldición que le lanzó a Krcín uno de sus súbditos por haberle tratado mal.

También la siguiente tradición se relaciona con el estanque Rozmberk. La gente sencilla, que no conocía el arte de la construcción, le parecía una idea inconcebible que el terraplén del estanque pudiese contener tanta agua. Se hizo correr la voz de que Jakub Krcín, para fortalecer la represa, sepultó en ella a un peregrino.

Existe otra leyenda en la que se cuenta que un diablo unció a Jakub Krcín con gruesas cadenas a un arado y le forzó a arar en uno de los terraplenes. Krcín se agitaba tanto bajo los latigazos que el diablo le propinaba, que se perdió un eslabón de las cadenas. En aquel sitio creció un roble, llamado desde aquel entonces "Roble de dragón".

En la última leyenda también figura el infierno. Jakub Krcín quería construir un palacio grande, pero la obra no se podía llevar a cabo con la fuerza humana. Por ello, Krcín ofreció su alma al diablo bajo la condición de que la obra fuera finalizada en dos noches.

Sin embargo, tras la primera noche, había sido acabada la mitad del palacio y Jakub Krcín, atemorizado, decidió engañar al diablo. Ocultó entre los arbustos cercanos a las obras un gallo que sabía cantar cuando el amo le mandaba. Cuando los diablos casi habían concluido la obra, el gallo cantó y ellos huyeron. Jakub Krcín ganó la apuesta y un nuevo palacio.

Incluso la muerte de Jakub Krcín está envuelta en el misterio, ya que la tumba pomposa que se encuentra en la iglesia donde Krcín deseaba ser sepultado fue encontrada vacía. Hasta el presente no conocemos el último paradero de quien fuera el mayor arquitecto de los estanques de las tierras checas.

Autor: Jaroslav Smrz
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