Descartan primer caso humano del mal de las vacas locas en la RCh
La noticia de que en la República Checa apareció el primer caso de la forma humana de la encefalopatía espongiforme bovina (EEB), llamada el mal de las vacas locas, era una falsa alarma. La información publicada el lunes por la Televisión Prima fue desmentida por el Laboratorio Nacional para la Enfermedad de Creutzfeldt-Jakob.
Koukolík explicó que en la República Checa se registran anualmente entre diez y trece casos de la enfermedad de Creutzfeldt-Jakob. Entre uno y tres casos corresponden a la forma hereditaria de este mal neurológico y el resto a la forma esporádica, cuya causa permanece a los médicos desconocida.
“Hasta ahora no hemos registrado ningún caso de la nueva variante y ningún caso de la forma iatrogénica que se transmite a través de los trasplantes. Ello se debe al hecho de que la República Checa es el único país en el mundo donde se hace un análisis médico del cerebro de los donantes de córnea, que es una de las posibles vías de transmisión”, dijo Koukolík.
La incidencia de la enfermedad de Creutzfeldt-Jakob en la República Checa coincide con el promedio europeo. A nivel global afecta aproximadamente a una persona por millón al año.
El director del Laboratorio Nacional para la Enfermedad de Creutzfeldt-Jakob, František Koukolík, apunta que el mal tiene muchas características extrañas y nada parece indicar que alguien haya descubierto algo eficaz para alcanzar la curación del enfermo.
“Los priones malos, proteínas que provocan la enfermedad y que en su forma buena tenemos todos, están vinculados con la memoria de largo plazo. El que descubra cómo funciona podría llegar a saber cómo se crea el mecanismo de la memoria de largo plazo, lo cual sería un éxito fabuloso”, opina Koukolík.
El período de incubación de la enfermedad de Creutzfeldt-Jakob es de entre cinco y treinta años. La persona afectada pierde sucesivamente las funciones cognitivas, la vista y el peso, lo cual está relacionado con la destrucción del sistema cerebral y nervioso. Los médicos suponen que el paciente no sufre, ya que no siente dolor y no se percibe a sí mismo ni a lo que le rodea.