El Gobierno cubano no quiere que el pueblo hable
Rolando Jiménez Posada es un refugiado político cubano afincado en la República Checa que celebró el día nacional de su país manifestándose frente a la puerta de la embajada de Cuba en Praga.
“Yo he escogido esta fecha para protestar contra los crímenes que ha cometido el Gobierno cubano y fundamentalmente el último, que es el de Juan Wilfredo Soto García, que recientemente, después de ser detenido, fue golpeado y murió en un hospital cubano tres días después”.
El objetivo de esta manifestación es promover que los cubanos que están fuera y dentro de su país puedan expresarse ante el Gobierno libremente, y sin temor a lo que les pueda pasar. Rolando Jiménez sostiene que el Gobierno cubano no quiere que el pueblo hable.“Y cuando lo hacen así tan públicamente, detienen a un hombre, le golpean y permiten que muera, está claro el mensaje que está enviando el Gobierno cubano. Tanto a la población cubana como a la comunidad internacional, que evidentemente no acata y hace oídos sordos a las peticiones internacionales con respecto al respeto de los derechos humanos en Cuba”.
El expreso político indicó que la realidad que se respira en Cuba es amarga y a pesar de que la gente se quiera hacer escuchar, el Gobierno trata de impedirlo y de esconder lo que ocurre. Rolando Jiménez lleva seis meses trabajando en un bufete de abogados en la República Checa y se siente arropado por esta ciudad. Desde Praga afirma que no se rendirá y que seguirá luchando por cambiar la situación que se vive en Cuba.
“Y sobre todo que el Gobierno cubano sepa que sus crímenes son conocidos y que nosotros los cubanos no vamos a renunciar al derecho de establecer en Cuba un Estado de derecho donde se respeten los derechos humanos. Donde la vida de los cubanos con independencia de las ideas políticas que tengan sea respetada”.Dos pancartas en las que estaban escritas de su puño y letra en español y en ingles “Orlando Zapata y Juan Wilfredo Soto viven. Respeto a los derechos humanos en Cuba”, una bandera atada a su cuello y el rostro esperanzado del manifestante, fue lo necesario para demostrar ante la embajada de Cuba que el pueblo cubano no va a callar.