Antiguos soldados de élite se convierten en presa del crimen organizado

Foto ilustrativa: Archivo del Ejército Checo

Antiguos soldados de élite de las Fuerzas Armadas Checas representan una presa fácil para el crimen organizado. Después de luchar en Afganistán, el Ejército les ofreció trabajo como mecánicos y les dio tareas sin importancia en los cuarteles. El 40% decidió colgar el uniforme e integrarse a la vida civil, pero su especialidad es la supervivencia y la eliminación de enemigos.

Unos 80 francotiradores, paracaidistas, analistas de inteligencia y expertos en supervivencia integraban el Grupo de Operaciones Especiales (SOG) que el Ejército Checo envió a Afganistán.

En 2009 una investigación interna sobre la supuesta muerte de civiles en Afganistán y la falta de disciplina entre los soldados, puso fin a las actividades del Grupo.

El ministro de Defensa Martin Barták sostuvo entonces que los soldados de élite participarían en nuevas misiones y que sus conocimientos serían aprovechados, pero no fue así, según recordó el antiguo jefe del Estado Mayor, Jiří Šedivý.

“Creo que había que hacer orden en la unidad. No debió expulsárseles de las Fuerzas armadas, podían integrarse a una nueva unidad de operaciones especiales”, subrayó el ex jefe del Estado Mayor.

Después de durísimos entrenamientos, los reclutas se convirtieron en soldados de élite y participaron en delicadas operaciones a nivel nacional e internacional. Su especialidad difícilmente puede ser aprovechada entre la población civil.

Tras ser el orgullo de las Fuerzas Armadas, los antiguos soldados de élite trabajan hoy como instructores de defensa personal o en agencias de seguridad. Soldados de otras unidades especiales fueron procesados por sus vínculos con el hampa, por lo que los expertos en temas de seguridad advierten que es muy posible que el crimen organizado ofrezca ‘trabajo’ a los hombres que han dedicado su vida al perfeccionamiento de técnicas para matar y a la supervivencia en las peores condiciones.