Físicos del mundo se reúnen en Praga

El tanque del Observatorio Pierre Auger, photo: Observatorio Pierre Auger

Renombrados físicos mundiales se han reunido en Praga para analizar los datos obtenidos del Observatorio Pierre Auger, ubicado en la pampa argentina. Expertos checos toman parte importante en el desarrollo de uno de los mayores proyectos científicos a nivel internacional sobre los rayos cósmicos ultraenergéticos.

El tanque del Observatorio Pierre Auger,  photo: Observatorio Pierre Auger
Más de 170 expertos mundiales se han dado cita en Praga para debatir sobre uno de los proyectos científicos más ambiciosos de nuestra era que está buscando el surgimiento de los rayos cósmicos de energía extremadamente alta.

Una extensa red de supersensibles detectores y telescopios, situada en un área de 3.000 kilómetros cuadrados en la provincia argentina de Mendoza, mide las cascadas de partículas que se producen cada vez que un rayo cósmico choca contra las moléculas de la atmósfera superior.

Petr Trávníček,  foto: ČT24
El proyecto pone en evidencia que en el cosmos hay fuentes energéticas inimaginables, según sostiene Petr Trávníček, de la Academia de Ciencias Checa.

“Hemos creado el mayor observatorio de este tipo para investigar las partículas cósmicas ultraenergéticas que no obstante llegan a la superficie de la tierra con un flujo muy reducido. Dichas partículas tienen una energía mucho más alta que las de los aceleradores terrestres“, señaló.

Más de 400 expertos de 17 países están participando en el proyecto desarrollado en la pampa argentina. Científicos checos de la Academia de Ciencias contribuyeron en gran medida a la creación del Observatorio Pierre Auger entre los años 2002 y 2008.

Los rayos cósmicos de energía extremadamente alta
“Contribuimos al proyecto entregando los espejos de los telescopios fluorescentes que forman una parte significante del laboratorio“,según destaca el experto Jan Řídký.

La conferencia en Praga se efectúa con motivo del centenario del descubrimiento de los rayos cósmicos por el físico Victor Franz Hess. El austríaco, que realizó la investigación en la ciudad checa de Ústí nad Labem, fue galardonado en 1936 con el Premio Nobel junto al estadounidense Carl David Andersen.