El seguidor checo de Breivik podía atentar en cualquier momento
Hasta ocho años puede pasar en la cárcel el admirador del asesino en masa Anders Breivik. Detenido en Ostrava, su domicilio estaba lleno de armas y explosivos listos para ser utilizados. Otros casos recientes alarman sobre las simpatías que han despertado en Chequia los asesinatos y las ideas del ultraderechista noruego.
Después del atentado en masa de Anders Breivik del año pasado en Noruega, que acabó con la vida de 77 personas, el ahora detenido llamó la atención utilizando ese nombre para cubrir el suyo en Internet.
Para la operación policial, que a pesar de ser conocida este fin de semana, tuvo lugar el 10 de agosto, fue bloqueada la red de telefonía móvil en el lugar. Existía el miedo a que el sospechoso hiciera explotar el arsenal que guardaba en su casa, explica el jefe de la Policía Anticriminal de la región de Moravia-Silesia, Radovan Vojta.
“En el registro de su domicilio encontramos una bomba voladora que al ser estallada alcanza temperaturas de miles de grados, arde durante seis minutos y es prácticamente imposible de apagar”.Además de cientos de cartuchos y explosivos, los agentes también encontraron uniformes y aparatos usados habitualmente por la Policía, por lo que piensan que estaba preparándose para un ataque en el que se haría pasar por uno de ellos. Según expertos en terrorismo, un arsenal así no es fácil de reunir en la República Checa.
En el vecindario, la afición por las armas y las ideas del inculpado eran conocidas, pero también su timidez y perfil bajo. Psicólogos consideran que son precisamente esas personas las que pueden llegar a querer convertirse en el centro de atención con alguna acción desmesurada.Por desgracia, desde el atentado en la isla de Utoya y Oslo, la figura impasible del asesino en masa Breivik se ha convertido en icónica para algunos. La Policía checa ha seguido otros casos en los que el nombre del noruego ha hecho saltar sus alarmas.
En julio de 2011, el servidor extremista White Media agradecía a Breivik por su matanza, que consideraban “totalmente comprensible e inspiradora para otros muchos luchadores contra el multiculturalismo”.En mayo de este año, un joven de 18 años de Olomouc, hizo unas pintadas en un parque infantil cercano a su casa en las que amenazaba con matar a un niño al azar “como Breivik” si no se trasladaba el lugar de recreo a otro sitio, ya que le molestaba el ruido.