Karel Kachyna, el padre de la "nueva ola" del cine checo
"Dejaré de rodar películas recién después de morirme", solía decir el cineasta checo, Karel Kachyna, una de las grandes figuras del cine checo, artista de inagotable energía e infinita imaginación. Dejó de rodarlas en marzo de este año, cerrando con su muerte un importante capítulo de la cinematografía checa de postguerra.
Pero la cantidad en su caso nunca fue en detrimento de la calidad. Todo lo contrario. Karel Kachyna era un verdadero profesional, exigente en primer lugar hacía sí mismo y también hacia sus colaboradores.
En los primeros años de su carrera artística rodaba documentales. En los años 60 se incorporó a la "nueva ola" de la cinematografía checa. Sus mejores películas de esa época fueron prohibidas por el régimen comunista y permanecieron largos años en las cajas fuertes de la policía secreta.
Entre ellos destaca la película "Carreta a Viena", de 1966, que tiene por tema los últimos días de la Segunda Guerra Mundial. Se trata de un drama de tres actores: dos soldados y una mujer campesina. Gracias a su maestría, Karel Kachyna logró convertir la película en una fuerte y emotiva condena a la guerra.Karel Kachyna elegía para sus películas temas diversos y fue también el autor de varias películas infantiles y juveniles. Un lenguaje poético y una dosis precisa de alegría y tristeza caracterizan sus películas sobre el mágico mundo de la infancia como "El tren hacia el cielo" y "Muro alto", al igual que el cuento de hadas "La Sirenita", según el escritor y poeta danés Hans Christian Andersen. Rodó también muchas películas y series televisivas.
Uno de los grandes sueños nunca realizados de Karel Kachyna fue el rodaje de la película inspirada por el libro de Bohumil Hrabal "Yo que he servido al rey de Inglaterra".
Las películas de Karel Kachyna fueron siempre sinónimo de alta calidad, hecho que documentan los numerosos premios nacionales e internacionales. En 1995, la Academia de Cine y Televisión checa le otorgó el premio "León checo" por méritos.
Sin embargo, uno de los más valorados por el propio Karel Kachyna fue el premio por aporte a la cinematografía mundial, que en 1999 le fue otorgado en el Festival Internacional de Karlovy Vary. Pese a ello, Karel Kachyna afirmó entonces que mayor alegría que el premio le habría causado recibir material fílmico para su próxima película.
A la edad en que la gente disfruta de la jubilación y va a los parques para dar de comer a las palomas, Karel Kachyna trabajaba intensamente, aprendía nuevas tecnologías fílmicas y buscaba fervorosamente temas para sus próximas películas.
"Era muy laborioso tratándose, además, de una persona de gran corazón", calificó a este director de cine la actriz checa, Jirina Jirásková.
"Lo estimaba sumamente y me siento muy orgullosa por haber tenido la oportunidad de colaborar con él. Directores de cine de las cualidades de Karel Kachyna no se encuentran con frecuencia".
Karel Kachyna falleció el 12 de marzo de 2004, a la edad de 79 años, dejando tras de sí un gran vacío. Pero sus películas seguirán repartiendo entre el público alegría, tristeza, nostalgia y una extraordinaria dosis de sentimiento humano.