Un menor de edad - víctima de la "guerra" entre sus padres
Bajo el cuidado de psiquiatras de un hospital de Praga se encuentra Jan Kotan, niño checo de diez años de edad, quien en días pasados sufrió un serio ataque de histeria a raíz de las disputas entre sus padres divorciados.
Desde hace dos años, Petr Kotan no puede reunirse con su hijo, Jan. Se lo impide la madre de Jan, a la que el niño fue confiado por los tribunales tras su divorcio. La madre no respeta las sentencias del tribunal en cuanto al contacto regular del niño con su padre. Las disputas culminaron hace un par de días con un serio ataque de histeria del niño cuando su padre, acompañado de un agente ejecutivo, fue a recogerlo a la escuela. Al pequeño Jan tuvieron que llevarlo al hospital.
El caso centra la atención de los órganos oficiales, así como de la opinión pública checa. La ministro de educación, Petra Buzková, destacó que las disputas entre los padres nunca deberían afectar al niño. La ministro exhortó al Primer Ministro, Vladimír Spidla, a impulsar la adopción de normas para prevenir semejantes casos y asegurar que ambos padres tengan el mismo derecho a cuidar de su hijo.
Eva Vanícková, de la Asociación Checa para la Protección de los Niños reconoció que el caso es bastante complicado y que es necesario analizar todos los pormenores, pero insistió en que lo primordial es el niño.
"Siempre debería tener prioridad el mayor interés del niño y los tribunales, en cooperación con otros especialistas, deberían saber determinar cuál es ese mayor interés del niño."
Eva Vanícková apuntó que frecuentemente la pareja divorciada no respeta las sentencias de los tribunales en cuanto al contacto con los hijos. Los tribunales, a su vez, no disponen de poderes para exigir el cumplimiento del fallo judicial.
En la República Checa los niños suelen ser confiados con mayor frecuencia a su madre mientras que los derechos del padre quedan al margen. Los juicios duran años, las sentencias no se respetan y el más afectado suele ser el niño.
Los especialistas indican que el caso del pequeño Jan podría servir de precedente para que sean fijadas reglas más estrictas que determinen el contacto de ambos padres con sus hijos en el caso de las familias divorciadas.