Blaník, monte sagrado de los checos

Caballero de Blaník

Cerca de la ciudad de Vlasim, en Bohemia, se eleva Blaník, el monte sagrado de los checos. También fue el monte sagrado de los celtas. A pesar de su modesta altitud, que es de 638 metros sobre el nivel del mar, Blaník ofrece un aspecto imponente. Según una leyenda, en el seno de Blaník duerme una hueste, encabezada por San Venceslao, que acudirá en ayuda a la nación checa en el momento de su máxima aflicción. La cima de granito del boscoso monte y los restos de vallas de piedra aguijonearon poderosamente la imaginación del pueblo cuyas leyendas han rodeado a Blaník de un halo de misterio.

Monte Blaník
"Hay montes desde cuya cima se divisan vastas tierras, pero hay otros desde los cuales la vista va más allá del horizonte, llegando hasta el origen de las leyendas". Así señala el escritor Eduard Petiska en el capítulo dedicado al monte Blaník en su libro sobre los lugares memorables de Bohemia, Moravia y Silesia.

El origen de las leyendas sobre Blaník se vislumbra en la bruma de las edades remotas. Sobre el monte parecen aún flotar las sombras de los sacerdotes celtas, los druidas, que allí habían tenido su santuario.

Los historiadores afirman que los celtas se asentaron en las actuales tierras checas en el siglo cuarto antes de nuestra era. Las excavaciones arqueológicas llevadas a cabo en el siglo 20 revelaron que en el monte de Blaník había un asentamiento celta de la llamada cultura de La Tene, o sea del período del mayor florecimiento de la civilización celta.

Una leyenda celta narra que en el monte Blaník había un santuario celta y cuando la tribu celta de los boyenses fue agredida por la tribu germana de los marcómanos, los celtas defendieron con abnegación la fortaleza del monte Blaník.

Lucharon hasta escuchar una señal de cuerno de caza avisando que los sacerdotes estaban a salvo del peligro. En ese momento cayó el último defensor celta de la fortaleza y su espíritu juntamente con las almas de los valientes guerreros caídos entró en el seno del monte Blaník.

Los historiadores opinan que ése es el origen remoto de la leyenda sobre los caballeros, encabezados por San Venceslao, que duermen en las entrañas del monte de Blaník, esperando la llamada del pueblo checo.

Los restos de las vallas de piedra de los celtas, bloques de granito en la cima de Blaník y vestigios de un desaparecido castillo medieval, dieron origen a un riquísimo ramillete de leyendas sobre la hueste que duerme en el seno de Blaník. Una de ellas narra que en tiempos remotos una tribu enemiga tomó el fuerte de Blaník y mató al príncipe eslavo y a todos sus guerreros.

Caballero de Blaník
Pasó mucho tiempo hasta que los pobladores regresaran a las tierras al pie de Blaník. Muchos subieron al monte buscando los despojos de sus parientes caídos en la lucha en el fuerte de Blaník. Para su gran sorpresa, entre las ruinas del fuerte no encontraron los restos de los caídos y tampoco un solo hueso de caballo. Concluyeron entonces que los guerreros se habían escondido en el seno de Blaník.

Y había señales cada vez más evidentes de que era así. Un campesino escuchó que en las entrañas del monte algo retumbaba. Y también se oían otros sonidos... Se oía el relinchar de los caballos y el ruido de sus cascos, golpeando la roca... En algunas noches de luna, los caballeros de Blaník salían del monte para abrevar los caballos. Y cada año, el día del aniversario de la toma de Blaník, el monte se abría y los guerreros salían para ejercitarse, montando sus briosos corceles.

'Pieza teatral Blaník'
Los campesinos oían de lejos el redoble de tambores y el sonido del clarín. Las huellas de los cascos de los caballos en un prado al pie del monte quedaban como testimonio de la salida de los caballeros de Blaník.

Las leyendas se refieren también a los numerosos encuentros de los campesinos con los caballeros de Blaník. Uno de los guerreros pidió a un herrero que le herrase los cascos de su caballo en el interior del monte. Terminado el trabajo, el caballero llenó un saco con basura y se lo entregó al herrero como recompensa.

El enojado y decepcionado herrero vació el saco luego de haber salido del monte Blaník. Al llegar a casa sacudió el saco para limpiarlo definitivamente de la basura. Del saco cayeron al suelo tres fulgurantes monedas de oro. Y entonces el hombre comprendió cuán tonto había sido al despejar el saco con la supuesta basura. Corrió al monte Blaník, pero no encontró ni la basura ni monedas de oro.

Blaník en un dibujo de 1900 - Caballeros esperan la llamada
Un pastor penetró en el interior del monte Blaník en busca de un carnero perdido. Al entrar la roca se cerró detrás de él. El pastor avanzó, atraído por una débil luz.

Traspasó el umbral de un espacioso salón rocoso y vio como alredror de mesas de piedra dormían sentados los guerreros, armados hasta los dientes. El pastor se sentó en un rincón y se durmió también.

Lo despertó el ruido: los caballeros montaban sus corceles y ante el pastor la roca se abría como una puerta. Uno de los guerreros dijo al hombre: "No te olvides de decir a los vivos que aquí estamos de guardia a perpetuidad, dispuestos a ayudar a la patria cuando corra un magno peligro".

A lo largo de su convulsionada historia en el centro de Europa, el pueblo checo pasó por momentos de angustia cuando peligraba su propia existencia. En tales momentos, el monte Blaník fue un símbolo de esperanza y de fe en un porvenir más halagüeño.

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