La vida en un balneario es bella
Los balnearios relucen como perlas en el mapa de la República Checa. ¿Quién de los turistas extranjeros que visitan el país no conoce al famoso Karlovy Vary? Pero ¿no les han entrado alguna vez las ganas de desprenderse de la etiqueta de turista y dejarse mimar por la asistencia balnearia como paciente? ¿Cómo es la vida balnearia? Sobre ello nos contará en esta A toda marcha Vera, responsable de un comedor estudiantil, de 50 años, que se sometió a una cura en el balneario de Frantiskovy Lázne, en Bohemia Occidental.
Todo empezó a finales de mayo cuando su médico de cabecera le anunció a Vera que su solicitud de tratamiento en un balneario había sido aprobada.
"Me sentí muy feliz. Pasar cuatro semanas en Frantiskovy Lázne ... Se cumplió mi gran deseo ya que el año pasado tuve que someterme a una seria operación ginecológica. Mi primera estadía en un balneario..., ¿cómo será? me preguntaba".
Comenzaron los preparativos y no faltaban los consejos de amigos.
"Antes de partir, todos mis amigos y conocidos venían a contarme en ricos colores historias relacionadas con la estancia en un balneario. Así, por ejemplo, un agente comercial mío, un hombre elegante y que tiene mucho mundo, podría decirse, me advertía muy en serio ante el peligro de enamorarme allí, pero por lo demás, me recomendaba que disfrutara de todo lo que ofrece la vida en un balneario. Al preguntarle qué tenía en cuenta con estas palabras, sólo revolvía los ojos alabando lo espléndida que es la vida allí diciendo que me esperan experiencias inolvidables".
Llena de expectativas, Vera se dirigió a Frantiskovy Lázne. El que pensara que la estancia curativa en el balneario es una clase de vacaciones está equivocado. A veces puede ser bastante dura.
"Al principio es un poco tenso porque hay que pasar por un sinnúmero de consultas médicas antes de que las enfermeras te elaboren un programa de tratamientos necesarios. El día comenzaba a las seis de la mañana ya que algunas terapias, por ejemplo los baños de barros, empezaban ya a las seis y media. Despertarse tan temprano te cuesta pero en el momento en que una se quita la ropa y se entrega a las manos del personal médico es un placer. Entre baños de barros, envolturas, masajes, baños de gas ... transcurrían nuestros días. Al desplazarse caminando de un edificio al otro, iba conociendo la ciudad, que me gustó mucho. Después del almuerzo solía dormir la siesta porque algunos tratamientos, por ejemplo las envolturas de barros, pueden provocar un buen cansancio, pero es agradable".
Al balneario pertenecen inseparablemente las aguas minerales. En Frantiskovy Lázne hay 21 fuentes minerales, 14 son accesibles con facilidad.
"Cada día bebía tres litros de las fuentes. He probado todas y la mayoría me ha gustado. Las aguas minerales en Frantiskovy Lázne son frías, a diferencia de las de Karlovy Vary. Es una vergüenza pero hasta este año he comprendido por qué los pacientes en Karlovy Vary utilizan esos típicos jarros especiales que se venden también como recuerdos turísticos " para dejar que el agua se enfríe antes de beberla".
Por las tardes quedaba tiempo para tomar un café en una de las numerosas cafeterías de Frantiskovy Lázne o para salir de excursión a sus alrededores. Y por las noches cine, teatro, conciertos o baile.
"He averiguado que para los lugares donde se bailaba se utilizaban distintas denominaciones. Por ejemplo uno tenía el apodo "columbario". No era muy amable, pienso, porque venían a entretenerse ahí señores de mayor edad. Y a mí no me parece nada malo si a un abuelo de 86 años, con tres operaciones cardíacas, le guste bailar".
La vida en un balneario abunda en apodos.
"Las personas denominadas "manitas" son parejas que se han juntado en el balneario. No son enamorados pero se llevan de la mano cuando salen de paseo. Luego hay personas que salen a bailar. Y se pueden imaginar, cuando un cuerpo se estrecha contra el otro, se susurra y canta a los oídos y hacia un beso no hay un gran trecho. No ha sido mi experiencia pero he podido observarlo".
Vera obedeció el consejo de su amigo y no se enamoró en Frantiskovy Lázne. Pero uno nunca sabe. ¿Será la próxima vez? ¡Si la vida en un balneario es tan bella!