Anna Honzáková
Para las mujeres checas de hoy en día es un hecho natural que tengan acceso a estudiar en todos los niveles. No siempre fue así. La mujer checa conquistó hace relativamente poco, en las postrimerías del siglo XIX el derecho a la educación en niveles superiores. Entre las pioneras checas que lucharon por el derecho de la mujer a la instrucción universitaria figuró Anna Honzáková, la primera mujer egresada de la Facultad de Medicina de la Universidad Carolina de Praga.
En las postrimerías del siglo XIX fue fuerte en las Tierras checas, que entonces formaban parte del imperio Austro-húngaro, el movimiento por la emancipación de la mujer. Entre sus activistas destacaba la poeta y periodista checa, Eliska Krásnohorská. Una de sus mayores metas fue lograr que la mujer checa tuviera el mismo acceso a la educación a todos los niveles como los hombres.
Los esfuerzos de Krásnohorská se vieron coronados por notables éxitos, tanto así que en 1890 fue inaugurado en Praga el primer liceo exclusivo para alumnas de sexo femenino.
Una de sus primeras estudiantes fue Anna Honzáková, hija de un médico de la localidad de Kopidlno, al este de Praga. Para la mayoría de las estudiantes, el frecuentar un liceo significaba el cumplimiento de sus anhelos de poder ampliar sus conocimientos. Pero eso era todo.
En el imperio Austro-húngaro a las mujeres se les seguía negando el acceso a la enseñanza superior y tampoco tenían la perspectiva de conseguir algún trabajo interesante y mejor remunerado. Ese privilegio les correspondía a los hombres, considerándose que la mujer debía encargarse de las labores del hogar y de la cocina.
Anna Honzáková era una excelente estudiante y también una enérgica joven que no se rendía tan fácilmente. Al presentar los exámenes de bachiller con admirables resultados, Anna decidió postular a la Universidad para estudiar medicina. Sin embargo, en la Universidad Carolina de Praga se negaron a recibir a una estudiante de sexo femenino. Anna continuó buscando otras vías.
Junto con dos amigas suyas, postuló a la Universidad alemana que entonces existía en Praga, y allí les fue permitido estudiar medicina sin posibilidad de rendir los exámenes finales y desempeñarse como médicos. Las muchachas aceptaron esas condiciones, ya que lo más importante era poder seguir ampliando sus conocimientos.
Al cabo de algún tiempo y gracias a ciertos cambios en la sociedad, Anna Honzáková y sus amigas lograron pasar a la facultad de medicina de la Universidad Carolina, aunque también sin posibilidad de recibir el diploma de facultativas.
A diario las estudiantes se veían expuestas, además, a burlas de parte de los profesores, así como de sus colegas estudiantes de sexo masculino. Las chicas lo aguantaron todo y respondieron con mayores esfuerzos aún en los estudios. Sus amplios conocimientos convencieron poco a poco a algunos de sus profesores. Estos incluso apoyaron su decisión de dirigirse a Viena y solicitar el permiso de rendir los exámenes finales para graduarse junto con los demás estudiantes.
El permiso lo recibieron, aunque duró algún tiempo y tuvieron que convencer primero a muchos representantes oficiales del imperio. En septiembre de 1901 el Ministerio de Educación del imperio Austro-húngaro permitió oficialmente el estudio de las mujeres en la Universidad Carolina de Praga y la obtención del respectivo título.
La primera mujer que rindió exitosamente los exámenes de doctorado fue Anna Honzáková. En marzo de 1902, en la Aula Magna de la Universidad Carolina, Anna fue graduada oficialmente doctora en medicina, abriendo así el camino a una nueva generación de mujeres checas.
El significado de ese hecho fue enorme para el futuro, pero a Anna no le aseguró mayores ventajas. Sus solicitudes para obtener trabajo en alguno de los hospitales del país fueron rechazadas. Se admitían sólo hombres. Anna Honzáková se vio obligada finalmente a abrir en Praga su propia clínica. Sus pacientes eran mayormente mujeres de los círculos intelectuales checos que se empeñaban por la emancipación de la mujer.
Paulatinamente, la doctora Honzáková fue ampliando su clientela, así como sus actividades. Con el paso de los años llegó a ser una reconocida especialista en medicina general, así como en el terreno de la educación sanitaria de la población checa.
Pese a todos sus logros, Anna Honzáková merece el mayor reconocimiento por haber mantenido siempre la frente en alto y por haber mostrado el camino a seguir a las demás mujeres checas que no se conformaban con su histórico papel de amas de casa.