No hay tanta diferencia entre checos y españoles, simplemente el carácter es distinto

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Unas vacaciones de verano hicieron que Linda visitara España por primera vez hace cuatro años. El sol, el mar y la comida, la atrajeron a unas tierras un tanto más lejanas de las que normalmente frecuentaba. Pero esa visita se convirtió en algo más que un breve encuentro, se convirtió en el principio de una relación con un país y una gente, que hoy cumple más de cuatro años.

Quién le iba a decir a Linda hace unos años, que hoy su vida giraría en torno a una país que no es el suyo, España. Pues así es, desde que decidiera por entonces viajar de vacaciones a Mallorca, Linda comparte su vida con un español, Jesús.

Diferencias culturales tan importantes como horarios, gastronomía o el propio carácter de la gente, hicieron que Linda se enamorara de esta tierra. Pero no todo en la vida es amor, Linda además de vivir con un español, trabaja para una constructora española. Todo un ejercicio de paciencia dado los malos tiempos que corre el país en lo que al sector inmobiliario se refiere.

Hoy día, esta checa de veintisiete años, vive comodamente en Praga, pero todavía sigue teniendo muy presente la cultura española, sobre todo en algunos aspectos.

“A mi me gustaba mucho una cosa de los españoles y es que los domingos van muy bien vestidos. Aquí los checos no dan mucha importancia a la ropa, visten mal desde mi punto de vista. Me gusta como viste la gente en España, son más clásicos, más formales, elegantes. En general dan más importancia a la ropa”.

Vivir con un español ha sido todo un reto para Linda, son muchos los kilómetros que nos separan pero no tantas las diferencias. El clima y el mar es lo que más echa de menos de España. El sol, el calor, en general la luz, es algo muy difícil de ver por estas tierras. Para Linda es todo un lujo tener en el mísmo país dos mares y un océano. Aunque según ella, a falta de mar, buenas son montañas.

En cuanto al trabajo, Linda observa diferencias que nunca antes se había planteado. Los horarios españoles son muy distintos de los checos, allí se le concede más importancia a la hora de comer, descansan una o dos horas. Ella no trabaja directamente con españoles pero sí tiene relación con los compañeros que en ocasiones vienen desde España.

“Los españoles están acostumbrados a descansar, comer y dormir la siesta, pero claro, luego terminan a las nueve de la noche. Aquí los checos salen del trabajo sobre las cinco o seis de la tarde, eso si es distinto. Otra diferencia es cuando vienen mis compañeros de España y salimos por la noche. Ellos están acostumbrados a otra vida, no les importa salir hasta las cinco de la mañana. Aquí no, los checos salen a las ocho de la tarde y se van a su casa sobre la medianoche”.

Un año viviendo por esos lares fueron suficientes para darse cuenta que el trabajo y la situación económica que vive ese país no era la óptima para emprender un futuro. Linda es consciente de esta situación porque trabaja en una empresa epañola situada aquí en la capital. De momento la crisis no afecta directamente a su sucursal, pero sabe que todo es cuestión de tiempo.

“La crisis se nota mucho, la empresa donde yo trabajo está en una crisis total, ya que en general hay una crisis muy fuerte en el trabajo, aunque nosotros aquí estamos bastante lejos de España, nuestros compañeros allí, nos cuentan que el ambiente no es tan alegre, aquí seguimos con nuestro proyecto, pero hasta cuando, eso no se sabe” .

Saliendo del estereotipo de que los checos son serios y se relacionan poco, la vida de Linda es un auténtico baile de culturas, idiomas y tradiciones. Con la República Checa como patria y España en el corazón, esta joven es el ejemplo de la nueva juventud checa, una juventud abierta, europea y más sociable.