Moser: una empresa con corazón de cristal

Creada en 1857 en Karlovy Vary, la emblemática compañía checa tuvo un desarrollo meteórico debido a que empezó a vender sus productos a los Habsburgo y luego a muchas otras familias nobles del extranjero. Sus altísimos estándares de calidad aun hoy la mantienen como la empresa más destacada del rubro y una de las más importantes del país. 

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Ludwig Moser | Foto: Wikimedia Commons,  public domain

Contemplar por un instante la producción de cristales Moser, con los trabajadores soplando el vidrio y los hornos funcionando a más de mil grados de temperatura, hace pensar un poco en los alquimistas de la antigua Praga que, para congraciarse con Rodolfo II, prometían la milagrosa conversión de los metales. Con más de ciento sesenta años de historia, Moser continúa liderando la fabricación de copas, jarrones y adornos de alta gama que condensan calidad, trabajo y experticia. Y que tal como cuenta Eva Cruz Laporte, la guía de turismo encargada de mostrar tanto el museo como la fábrica Moser, nació gracias a la combinación de motricidad fina y notable visión empresarial de su fundador.

“Primero, Ludwig Moser creó la compañía en 1857 en Karlovy Vary, que al principio era un taller de grabado de vidrio, pero la fábrica donde se empezaron a realizar los cristales en sí, tal como hoy la conocemos, fue construida entre 1892 y 1893”.

Eva Cruz Laporte y Pavel Mencl,  CEO de Moser | Foto: Juan Pablo Bertazza,  Radio Prague International

En realidad, según explica Cruz Laporte, la fábrica fue remodelada en los años sesenta y hace poco se le agregó un piso más. Pero no deja de ser una versión actualizada de aquella fábrica creada por un muy joven grabador de origen judío que venía de formarse con los más destacados maestros de vidrio de la época y que no dudó en aplicar la máxima exigencia a sus productos.

“Los productos de Moser estaban hechos de cristal libre de plomo y cada uno era muy significativo y distinto de los demás, porque en ese entonces las otras compañías de vidrio de Europa creaban cristal con plomo que era muy distinto, pero por supuesto también el diseño y el tipo de tecnología y la dificultad del trabajo marcaron una diferencia desde los comienzos porque Moser realizaba productos lujosos, singulares, atractivos y bellos”.

La materia prima del vidrio | Foto: Juan Pablo Bertazza,  Radio Prague International

Moser tuvo una familia numerosa y varios de sus hijos colaboraron también en esa búsqueda incesante de la perfección, dotando a la empresa de innovadores diseños y destacada tecnología. Lo cierto es que la compañía tuvo un desarrollo meteórico gracias a que muy pronto contó entre sus principales clientes nada menos que a la realeza.

El futuro cristal ingresa al horno | Foto: Juan Pablo Bertazza,  Radio Prague International

“El desarrollo de los comienzos tuvo mucho que ver con la familia de los Habsburgo. De hecho, Moser se convirtió en el principal proveedor de cristal de los Habsburgo y luego empezó a venderle también a otras familias reales de buena parte del mundo: a los reyes árabes, al rey persa y la realeza de Escandinavia”.

Soplar y hacer cristales | Foto: Juan Pablo Bertazza,  Radio Prague International

Orgullo de la ciudad balneario de Karlovy Vary, uno de los hitos de la compañía ocurrió durante la década del cincuenta, cuando empezó a involucrarse con el célebre y glamoroso Festival Internacional de Cine de esa ciudad, a tal punto que, desde entonces, se encarga de realizar en cada edición el Globo de Cristal, la estatuilla que, desde hace décadas, premia lo más destacado del cine mundial. Por otro lado, hace apenas dos años, para celebrar el trigésimo aniversario de la Revolución de Terciopelo, la compañía lanzó un corazón con la firma de Havel y su más emblemática frase. Esos son, tal vez, dos de los ítems más simbólicos de un catálogo que, al día de hoy, resulta casi inabarcable.

Corazón Havel | Foto: Juan Pablo Bertazza,  Radio Prague International

“En la actualidad la compañía produce y vende alrededor de ocho mil productos con distinto diseño, pero la intención es tratar de reducir el catálogo. Por otro lado, cada dos años se hace una renovación y algunos productos dejan de venderse y se incorporan otros, pero en realidad cada año la colección presenta algún cambio”.

Desperdicios | Foto: Juan Pablo Bertazza,  Radio Prague International

Sin embargo, existen algunos productos esenciales que se mantienen desde los inicios como los emblemáticos modelos de copas Splendid y Copenhagen, con su característica franja decorativa que puede ser dorada o plateada. En la actualidad, los más vendidos pertenecen a las colecciones más recientes y son, por ejemplo, el jarrón con forma de pera del maestro Lukáš Jabůrek o el jarrón con diseño de pavo real creado por el maestro Tomáš Lesser, quien el año pasado fue nombrado Caballero de las Artes y las Letras por el Ministerio de Cultura de Francia. También la empresa cuenta con un muy curioso récord en lo que respecta al producto más costoso de la historia.

Estatuilla Moser del Festival de Cine de Karlovy Vary | Foto: Juan Pablo Bertazza,  Radio Prague International

“El producto más caro fue una vasija hecha en 1996 para el rey de Tailandia de alrededor de un millón de euros, tiene un grabado que lo muestra a él sentado en el trono y fue reparado varias veces, pero hasta ahora se trata de la pieza más costosa”.

En la actualidad, Moser exporta sus productos a diez países y los principales son Estados Unidos y Taiwán. Explica Cruz Laporte que los productos del catálogo cuentan con seis colores auténticos, algo así como la carta de presentación de la compañía, y asegura que uno de los elementos fundamentales de los cristales Moser es el efecto que produce la luz en cada uno de sus productos. Por otro lado, explica que el color negro en el vidrio no existe, sino que se trata, en realidad, de un violeta oscuro. Y a pesar de la enorme tecnología, conocimiento y experiencia que acumulan cada uno de los maestros del plantel de Moser, Cruz Laporte revela que una de las cuestiones que más sorpresa genera en el público es la enorme cantidad de vidrio que se desperdicia durante la producción de los cristales.

“Todo el tiempo cambia, pero a veces el porcentaje de pérdida es muy importante justamente por la búsqueda de perfección a pesar de todo el conocimiento y la tecnología con que se cuenta. El porcentaje puede ir de un sesenta a un setenta por ciento, en verdad un número muy alto”.

Museo Moser | Foto: Ondřej Tomšů,  Radio Prague International

Incluso sucede que algunos jarrones que, a simple vista, parecen perfectos son destruidos por algún problema casi imperceptible de diseño o terminación. Según Cruz Laporte de ese material solo se puede reutilizar una mínima parte, alrededor del veinte por ciento, porque el vidrio debe tener cierto grosor para poder volver a derretirse, con lo cual el resto, increíblemente, termina en la basura.

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