Miloš Vacík, el artista checo que lleva en la sangre los ritmos de Brasil
Además de escribir cuentos y pintar cuadros, Miloš Vacík es un notable percusionista y difusor de la música brasilera. En esta entrevista, el creador de la primera escuela de samba en República Checa nos cuenta cómo nació esa pasión que lo llevó a actuar en escenarios internacionales y cumplir el sueño de visitar Brasil.
Aunque se destaca en varias disciplinas artísticas, Miloš Vacík asegura que, hasta los doce años, quería ser un deportista profesional. Sin embargo, nunca le faltaron los estímulos artísticos. De hecho, recuerda que, ya a los cuatro años, su padre (también llamado Miloš Vacík), un destacado poeta y periodista que estuvo prisionero en los campos de Terezín y Hamburgo, le regaló un violín. Y si bien le resultaba demasiado difícil, ese instrumento significó, en algún punto, su puerta de acceso a la música.
“Tenía 7 años y fui a una escuela de música y recuerdo que, de repente, vino una profesora y empezó a escribir en un pizarrón el nombre de varios instrumentos para que eligiéramos qué queríamos estudiar: flauta, guitarra, acordeón y piano. Y yo la miré y le dije ‘pero yo quiero estudiar batería’. Ella parecía consternada y, luego de un rato, me respondió que era demasiado joven para estudiar batería, tenía que elegir otro instrumento y luego, cuando creciera, iba a poder tocar la batería”.
“Cuando empecé a tocar con Tam Tam Orchestra en 1999 no teníamos ni instrumentos ni nada y ni siquiera sabíamos bien cómo tocar, pero simplemente me encantaba”.
Explica Vacík que, durante la época comunista, casi no había en Checoslovaquia percusionistas ni nadie que supiera tocar la batería. Sin embargo, luego de terminar la escuela de arte, poco antes de la Revolución de Terciopelo, tuvo la posibilidad de conocer a los integrantes de la famosa banda checa Laura a její tygři quienes lo invitaron a colaborar con ellos como percusionista. Y aunque no tenía técnica ni experiencia para hacerlo, su entusiasmo e intuición terminaron por imponerse. Por ese entonces, él tenía deiciocho años y estaba a punto de vivir una de las grandes revelaciones de su vida.
“Empecé a estudiar música cubana con un profesor de Alemania que me hizo escuchar algo que tenía en un cassete y yo dije ‘qué es esto’ porque no era nada cubano ni africano y, de hecho, era samba y batucada. Me gustó tanto que traté de aprender más sobre eso y en 1999 empecé a tocar con Tam Tam Orchestra, pero no teníamos ni instrumentos ni nada y ni siquiera sabíamos bien cómo tocar, pero simplemente me encantaba”.
Con el tiempo, Vacík se enteraría de que aquella música que tanto lo había enamorado a primera escucha había sido grabada por el compositor brasilero Airto Moreira, mientras que ese primer grupo fundado en 1999 que compensaba sus carencias con una enorme fuerza de voluntad comenzó a crecer de a poco hasta convertirse en una banda de referencia y contar con cada vez más integrantes.
“Al principio, empecé con Tam Tam Orchestra que era solo baterías pero luego empecé a pensar en agregar guitarristas, flautistas y otros instrumentos, pero a la vez quise mantener la exclusividad de las baterías, entonces Tam Tam Orchestra se convirtió en un grupo de baterías pero también guitarras, bajo, flautas, trompetas, algo así como una banda normal, mientras que Tam Tam Batucada es solamente batería”.
El sueño de Brasil
Mientras que Tam Tam Orchestra suele contar con cinco integrantes que se encargan de distintos instrumentos, Tam Tam Batucada, la agrupación creada en el año 2004, consta de un plantel exclusivo de bateristas que, de acuerdo a las actuaciones, pueden llegar a ser cinco, ocho o incluso más de veinte. Lo cierto es que, a medida que veía avanzar sus proyectos, Vacík empezó a soñar con viajar al lejano Brasil para poder visitar las escuelas de samba y los famosos carnavales. El sueño se le cumplió por primera vez en 2008 y luego en 2011 y 2012.
“Por supuesto, me sorprendieron muchas cosas de Brasil. La música, claro, me pareció increíble, pero lo que más me sorprendió fue la comida que me pareció grandiosa, realmente eso me llamó mucho la atención: en todas partes la comida era increíble y tenía un sabor excelente quizás por ser muy fresca, eso fue una gran sorpresa, y también ir caminando por la calle y sentir que todo el mundo ama la música”.
Lo que también superó sus expectativas fue el carnaval, una verdadera explosión de miles y miles de personas que se juntan a bailar y cantar en las calles, algo que, en su opinión, es casi imposible que suceda en República Checa y en gran parte de Europa. En todo caso, la visita a Brasil lo marcó tanto que, al volver a Chequia, decidió dedicarse de lleno a tocar y también difundir esa música que, en un principio, generaba mucha extrañeza entre los checos. Fundador en el año 2004 de la primera escuela de samba en Praga, Vacík ofrece clases todos los lunes en el predio del estadio de Strahov y cuenta que muchos de sus estudiantes fueron creando, con el tiempo, sus propias bandas. De hecho, por su trabajo como difusor de la cultura brasilera le dieron un premio en 2012 en Río de Janeiro. Y muy poco tiempo después pudo mostrar su música en un evento multitudinario.
“Mucha gente empezó a pedirme shows de percusión para distintos eventos e inaguraciones como las olimpiadas de invierno y, de repente, una persona con la que había cooperado en muchos de esos eventos me llama para decirme que estaba a cargo de la ceremonia de apertura de la Final de la Supercopa de Europa entre Chelsea y Bayern Munich, y entonces me invitó a participar con Tam Tam Batucada y así fue que invité a unos treinta bateristas, y también hubo muchos bailarines, así que no eran solo bateristas sino también performers”.
Para Vacík se trató de una actuación importante no solo porque, como buen amante de la cultura brasilera, le encanta el fútbol, sino también porque esa final la disputó un compatriota suyo: el mítico portero checo Petr Čech. En paralelo a su carrera como percusionista, Vacík fue desarrollando una interesante faceta como pintor e ilustrador que también remite, en algún punto, a Brasil. Sus pinturas, que suelen decorar las paredes de muchos restaurantes de la cadena vegetariana Beas Dhaba suelen incluir animales, motivos selváticos y se caracterizan por tener una gama de colores muy intensos. Incluso en algunas de sus ilustraciones sobre Praga puede verse cómo combina los hermosos paisajes de la capital checa con tonos más propios de Brasil que del centro de Europa. También participó de un proyecto multidisciplinario con el escultor Jiří Pačinek: se trata de una obra que combina figuras de cristal de uranio con música compuesta por Vacík e inspirada en los sonidos que produce el trabajo con el vidrio. Estuvo expuesta varios meses en la cripta de la iglesia piarista de Litomyšl y ahora regresó a su lugar de origen, en la Iglesia de Cristal de Kunratice u Cvikova, en el norte de Bohemia.
El sultán del ritmo
“Muchas cosas me sorprendieron de Brasil, pero lo que más me sorprendió fue la comida”.
En la actualidad Vacík tiene más de quince discos propios y varias colaboraciones. Su notable trayectoria como percusionista le permitió, por ejemplo, compartir escenario con Frank Zappa en un concierto que dio junto a Pražský výběr en 1991 con motivo de la retirada del ejército soviético. Además pudo tocar no solo en varios países de Europa, sino también en destinos más lejanos como Egipto, Líbano, e incluso Corea del Norte que le pareció un país muy extraño y digno de un libro de Orwell. Mientras tanto, fue armando una impresionante colección de más de doscientos instrumentos que lo obligó a buscar un lugar con mucho espacio.
“Cuando empecé a pensar en comprar un departamento en Praga que es una ciudad que me encanta y es donde nací me decían ‘bueno, pero usted es baterista, si compra este apartamento aquí no va a poder tocar’, y a raíz de eso fue que tuve que empezar a pensar en comprarme una casa y terminé comprando una cerca de Kladno, donde puedo tocar y ensayar tranquilo”.
Para Vacík no tiene mucho sentido diferenciar el arte porque, en su opinión, los instrumentos que toca son equivalentes a los colores con los que pinta. Un buen ejemplo de eso es Bajo las estrellas, un libro de relatos que él mismo se encargó de ilustrar y cuenta con una edición en audiolibro leída por el actor Viktor Preiss. Como si todo eso fuera poco, piensa componer una serie de canciones basadas en esos cuentos para cerrar el círculo.