Merkur, el mecano checo inmortal, cumple 90 años

Lo que significan František Křížík, Emil Kolben y Josef Ressel para las ciencias técnicas checas, es Jaroslav Vancl para los constructores pequeños. Su mecano Merkur sobrevivió la Segunda Guerra Mundial, así como los umbrales del nuevo milenio. Modelos de Merkur y de otros juegos de construcción metálicos checos se pueden ver hasta finales de febrero en una exposición en el Museo de la Capital Praga.

Puente de ferrocarril de Vyšehrad en Praga
Barcos, automóviles, helicópteros, ruedas panorámicas, pero también un alto horno y el mirador de Petřín construidos de pequeñas láminas con agujeros se exponen en el Museo de la Capital Praga. La muestra es dominada por una maqueta del puente ferroviario de Vyšehrad, a escala de 1 por 42, que igual que la mayoría de los modelos expuestos procede del taller del coleccionista Jiří Mládek.

El tornero y mecánico de profesión revela que su afición a los mecanos data desde su infancia.

“Como regalo en mi cuarto cumpleaños recibí de mi tío varias piezas del juego de construcción Trix. Me contaron que estuve entusiasmado, el mundo dejó de existir para mí, me metí en un rincón y montaba y montaba. En la escuela primaria vi por primera vez Merkur, iba a jugar con él a casa de un amigo. Era excelente porque mis padres se olvidaron de comprármelo o no tuvieron dinero para ello”.

El padre de Merkur se llama Jaroslav Vancl. En 1920 empezó a fabricar en Police nad Metují, en Bohemia Oriental, el juego de construcción infantil ‘Inventor’. Cinco años más tarde las piezas, pintadas ya de distintos colores, empezaron a conectarse con tornillos y tuercas y el juego adoptó el nombre Merkur. Sin grandes modificaciones se ha conservado hasta hoy día, a diferencia de otros juegos checos similares, como EDISON, VAŠEK y TRIX.

Jiří Mládek,  foto: ČTK
El coleccionista Jiří Mládek considera Merkur como el mejor juguete de su género en el mundo.

“Jaroslav Vancl fue un genio de su época que merece tener su puesto en el Museo Técnico Nacional al lado de Ressel, Kaplan y otros científicos checos. Lo que él hizo para los niños se puede comparar con los que estos señores hicieron para los adultos. Merkur es para mí el número uno. Tengo en mi colección muchos juegos de construcción extranjeros pero ninguno supera a Merkur, ninguno posee su espíritu. Considero Merkur nuestro tesoro nacional que lamentablemente suele olvidarse”.

Merkur cuenta con unas cien piezas con las cuales se puede construir prácticamente todo. Cabe recordar que el químico checo Otto Wichterle armó de Merkur el primer aparato para la fabricación de lentes de contacto. Y hace poco los estudiantes de un liceo de Litomyšl ganaron un concurso en EE.UU. con un modelo de robot hecho de este juego de construcción.

Jiří Mládek opina que es una pena que Merkur dejara de formar parte de la enseñanza técnica en las escuelas checas.

“Actualmente el mundo entero carece de expertos técnicos. El hecho de que echaran a Merkur de las escuelas y lo sustituyeran con ordenadores lo llevo muy mal porque la realidad virtual no da al niño tanto como cuando sujeta los componentes en la mano y prueba qué se puede hacer con ellos. Los niños de hoy ni siquiera saben lo qué es un destornillador”.

El coleccionista y constructor espera, no obstante, que lleguen tiempos mejores.

“El mundo vuelve a los mecanos. La fábrica Merkur prepara incluso un juguete de construcción especial para las escuelas primarias de Japón. Los niños aprenderán cómo construir un dispositivo con transmisión mecánica, un palier y otros elementos técnicos que son necesarios en todas las máquinas. Un tornillo y una tuerca siguen siendo el material de conexión básico”.

Los modelos que construye Jiří Mládek están limitados por las dimensiones de la puerta de su casa de campo, según dice. El más grande está ubicado en el Museo de Merkur en Police nad Metují. Se trata de una maqueta de la Ciudad del Acero de Julio Verne. Está compuesta de unos 80.000 tornillos y tuercas y pesa casi una tonelada.