serie

7) El Barrio Judío de Praga: el Gólem y otras historias

Tumba del Rabbi Judah Loew en el antiguo cementerio judío de Praga, foto: Štěpánka Budková

Pasear por Josefov es descubrir la fascinante historia del pueblo judío en Praga, apreciar la impresionante arquitectura de sus sinagogas y el legado de sus cementerios. En este episodio de la serie “Lugares de Praga con historia” los invitamos a acompañarnos en una visita guiada por el Barrio Judío de Praga. 

A finales del siglo XIX y principios del siglo XX,   el Barrio Judío cayó víctima de una extensa demolición,  foto: ČT24

El Barrio Judío, conocido también como Josefov, es uno de los rincones más visitados de Praga. Existe en el mismo centro de la capital desde la Edad Media. Primero fue un gueto y después, a partir del siglo XIX, se convirtió en un barrio pobre.

A finales del siglo XIX y principios del siglo XX, el barrio cayó víctima de una extensa demolición, sobrevivida solo por los monumentos más importantes, incluido el Antiguo cementerio judío y la Sinagoga Vieja-Nueva.

La Sinagoga Vieja-Nueva,  foto: Štěpánka Budková

Jakub Šváb, guía y fundador del proyecto Imperial Kosher Tours nos invita a dar una vuelta por este barrio de Praga. Empezamos delante de la Sinagoga Vieja-Nueva y Šváb nos ofrece una pequeña introducción.

“Para empezar me gustaría comentar que estamos en la calle Pařížská, el bulevar más representativo de la Ciudad Vieja, delante de la Sinagoga Vieja-Nueva que es considerada como la sinagoga más antigua de Europa que todavía funciona de manera constante. Además, este año celebramos su 750 aniversario. No sabemos con precisión cuándo fue construida, pero fue probablemente entre los años 1270 y 1290”.

La Sinagoga Vieja-Nueva,  foto: Štěpánka Budková

A lo largo de su historia, Josefov se vio inundado varias veces, por lo que, durante su saneamiento a principios del siglo pasado, los urbanistas decidieron levantar el terreno circundante. Esta es la razón por la que la calle Pařížská se encuentra hoy unos dos metros por encima de la entrada a la Sinagoga Vieja-Nueva.

¿Y cómo es que la sinagoga recibió su nombre? Según cuenta Šváb, todo tiene que ver con su fecha de construcción.

“Hasta el siglo XVIII, la sinagoga se llamaba Nueva. La primera sinagoga de Josefov fue la Vieja Escuela, construida en el siglo XII. Y así se mantuvo hasta el siglo XVIII, porque las demás sinagogas que se construyeron entretanto llevaban otros nombres. Pero en el siglo XVIII fue erigida otra sinagoga, que llamaron nueva, Neuschul en alemán. Y así fue cómo la Sinagoga Vieja-Nueva recibió su nombre, por ser construida, cronológicamente, entre la vieja y la nueva.”

La leyenda del Gólem

Hugo Steiner-Prag: Gólem,  fuente: Archivo del Museo Judío de Praga

Los que hoy en día pasen por el Barrio Judío no encontrarán ni la Sinagoga Nueva ni la Vieja, solo la Vieja-Nueva. Esta se convirtió, a lo largo de la  historia, en el escenario de varias leyendas. Una de las más conocidas es sin duda la del Gólem de Praga, cuenta Šváb.

“El fundamento de la leyenda es una especie de concepto cabalístico: que un hombre de gran genio espiritual es capaz de crear un ser extraordinario y darle vida dos niveles por debajo del alma humana. Lo hace con un pergamino que inserta en la cabeza de la figura. El pergamino contiene la secuencia completa de las 27 letras del nombre de Dios. Así surge una criatura con fuerza ilimitada, capaz de comprender instrucciones, pero que no habla ni piensa. Desde la perspectiva cabalística se trata de algo que un humano no puede crear solo”.

Rabbi Loew,  foto: Buchhändler,  Wikimedia Commons,  CC0

Según cuenta la leyenda, el Gólem de Praga nació de las manos del famoso Rabbi Judah Loew, el rabino praguense más importante que fundó en la capital en el siglo XVI una escuela del Talmud. La tarea del Gólem era, supuestamente, defender a los judíos ante los pogromos y ayudarles con el trabajo físico duro.

Durante el sabbat, el día de descanso, de acuerdo con la tradición judía, tampoco el Gólem debía trabajar. Por eso Rabbi Loew sacaba el pergamino e inmovilizaba al gigante. Pero un viernes se le olvidó, cuenta Šváb.

Foto ilustrativa: Štěpánka Budková

“Hasta el día de hoy, los viernes por la tarde, los judíos tradicionales intentan terminar todo lo que no les dio tiempo de hacer durante la semana. Así que no es raro que a uno se le olvide algo. El viernes por la noche, durante la oración en la sinagoga alguien le avisó al rabino: ¡Rabbi, tu Gólem está destruyendo el barrio, se ha vuelto loco! Lo que pasó es que la fuerza ilimitada e incontenible quedó dentro del Gólem. Como no había recibido instrucciones esta fuerza no tenía por donde salir. Y así el Gólem se puso a incendiar el gueto”.

La Sinagoga Vieja-Nueva,  foto: Štěpánka Budková

Fue entonces cuando Rabbi Loew comprendió lo que había pasado y salió en busca del Gólem para sacar el shem, o pergamino, de su boca. Se dio cuenta de que dejar al Gólem al alcance de las personas sería demasiado peligroso. Por eso decidió no reanimarlo nunca más y lo escondió en el ático de la Sinagoga Vieja-Nueva.

Mordecai Maisel

De acuerdo con Šváb es allí donde el Gólem permanece hasta el día de hoy, esperando a que llegue el peor momento en la historia de la Praga judía, para que pueda regresar y ayudarle a su pueblo. Así va la leyenda, pero como advierte Šváb, cada oyente debe decidir por su cuenta si de verdad fue así cómo sucedió.

El Museo Judío de Praga

Enfrente de la entrada a la Sinagoga Vieja-Nueva se sitúan varios edificios unidos en un complejo. Uno de ellos es el antiguo Ayuntamiento judío, construido por orden del primado Mordecai Maisel, el más alto representante judío durante el reinado del emperador Rodolfo II.

El reloj del Ayuntamiento judío,  foto: Štěpánka Budková

Jakub Šváb nos cuenta algunas de las peculiaridades de este edificio.

“En la esquina pueden ver el reloj del Ayuntamiento judío. Además de un reloj clásico cuenta asimismo con un reloj hebreo bastante único con números hebreos. Y dado que ese idioma se lee de derecha a izquierda, también las agujas del reloj avanzan en el sentido opuesto, no como estamos acostumbrados”.

Bajo Mordecai Maisel, la comunidad judía floreció, no solo en Praga, sino también en toda Bohemia. Además del ayuntamiento, Maisel financió la construcción de varias sinagogas, incluida la Sinagoga de Maisel, que originalmente sirvió como oratorio privado para su familia. Maisel también invirtió su propio dinero para embaldosar la calle principal del Barrio Judío, un acto que en su época era poco común.

La Sinagoga de Maisel,  foto: VitVit,  Wikimedia Commons,  CC BY-SA 4.0
La Sinagoga Klausen,  foto: Štěpánka Budková

Dejando atrás la Sinagoga Vieja-Nueva, caminamos con Jakub Šváb por la calle Červená, en dirección de dos edificios que hoy conforman el Museo Judío de Praga. El primero es la Sinagoga Klausen, construida en 1696, la única sinagoga barroca que se conserva en la capital. A su lado se encuentra la sala de ceremonias en estilo neorromántico.

Ambos edificios acogen hoy en día la exposición del Museo Judío de Praga. Fundado en 1906, éste es uno de los museos judíos más antiguos en Europa. Se ocupa de una de las más extensas colecciones de Judaicas en el mundo. Contiene cerca de 40 000 artefactos y 100 000 libros, además de un amplio archivo de las comunidades judías de Bohemia y Moravia.

Foto: Štěpánka Budková

La colección empezó a formarse tras el saneamiento del gueto judío de Praga, cuando se reunieron los objetos de las sinagogas y oratorios que fueron derrumbados. El museo permaneció abierto incluso después de la ocupación de Bohemia y Moravia por los nazis. Después del año 1942 fue aquí donde se reunieron los objetos litúrgicos de todas las comunidades y sinagogas judías del país que se vieron cerradas, cuenta Šváb.

Foto: Yekaterina Stashevskaya

“Los nazis trajeron a Praga los artefactos y equipamiento de sinagogas de casi todo el territorio checo actual. Naturalmente, fue imposible seguir con exposiciones durante la Segunda Guerra Mundial, pero continuaron las actividades de investigación y colección, ya que los nazis estaban interesados en catalogar todos los objetos”.

Šváb cuenta que los nazis aprovecharon la estructura del museo y decidieron nacionalizarlo para que cumpliera con sus necesidades.

“Dado que la mayoría de las comunidades judías nunca se restableció tras la guerra, la colección del museo creció considerablemente. Lo que se trajo al museo básicamente ya no se pudo devolver a los sitios originales porque estos ya no existían”.

La Sinagoga Pinkas,  foto: Štěpánka Budková

Otra parte de la exposición del museo se puede visitar en la Sinagoga Pinkas, la segunda sinagoga más antigua de la capital. Fue construida en 1535 en estilo gótico tardío y originalmente se trató de un oratorio familiar.

A mediados de los años 50 del siglo XX la sinagoga fue transformada en un monumento que conmemora a los casi 80 000 judíos checos que murieron durante el Holocausto. Forman parte de la exposición también dibujos de niños judíos aprisionados durante la Segunda Guerra Mundial en el gueto de Terezín.

Uno de los más antiguos del mundo

El antiguo cementerio judío de Praga,  foto: Štěpánka Budková
El antiguo cementerio judío de Praga,  foto: Štěpánka Budková

El Museo Judío de Praga gestiona también el Antiguo cementerio judío de Praga, uno de los más antiguos del mundo. Junto con la Sinagoga Vieja-Nueva se trata de los monumentos más importantes del barrio.

El cementerio fue fundado en el siglo XV y hasta el día de hoy se conservan en él cerca de 12 000 lápidas, cuenta Šváb.

“Se le llama antiguo, pero no es el primer cementerio que hubo en Praga, porque los judíos han vivido en la capital como mínimo desde el siglo X. Pero sí es el más antiguo que podemos apreciar hoy. No sabemos exactamente cuándo se empezó a utilizar, pero la lápida más antigua conservada proviene del año 1439”.

El antiguo cementerio judío de Praga,  foto: Štěpánka Budková

Según cuenta el guía, el Antiguo Cementerio de Praga acoge las lápidas de algunas de las personalidades de las que ya hemos hablado, como el Maharal Rabbi Loew, Mordecai Maisel y otras figuras judías importantes del siglo XVII, como el historiador y astrónomo David Ganz quien colaboró en Praga con el famoso Tycho Brahe.

La lápida más antigua pertenece a Avigdor Kara,  foto: Geofreda Geoffrey,  Wikimedia Commons,  CC BY-SA 3.0

La lápida más antigua pertenece a Avigdor Kara quien, como joven rabino, fue testigo del pogromo antijudío más sangriento en la historia de Praga que tuvo lugar en 1389.

El Antiguo Cementerio de Praga se utilizó hasta el año 1787, cuando el emperador José II de Austria promulgó una ley que prohibía entierros en los centros de las ciudades. Tras esta restricción, la comunidad judía utilizó por más de cien años el cementerio judío en el barrio praguense de Žižkov, en el sitio donde se encuentra hoy la torre de televisión.

La tumba de Franz Kafka en el cementerio judío actual,  foto: Štěpánka Budková

En 1890 fue abierto el cementerio judío actual. Se encuentra en la cercanía de la estación de metro Želivského y del cementerio de Olšany. Es allí donde se encuentra la tumba del escritor Franz Kafka, por ejemplo.

El monumento más reciente del Barrio judío de Praga es la Sinagoga Española, construida en 1868. El nombre del templo deriva de su decoración interior en estilo mauro, inspirada por la famosa Alhambra en Andalucía.

La Sinagoga Española,  foto: Yekaterina Stashevskaya

Los que quieran visitar esta impresionante sinagoga deberán esperar un poco, ya que actualmente está pasando por una extensa remodelación y está cerrada al público.

14
default
Autores: Ruth Fraňková , Romana Marksová
palabras clave: