Los empleados checos desaprovechan el 41 por ciento de su jornada laboral

Klaus Harrer, director de la compañía Czipin and Proudfoot Consulting

Los empleados checos desaprovechan el 41 por ciento de su jornada laboral. Se desprende del estudio internacional sobre la productividad del trabajo realizado por la compañía Czipin and Proudfoot Consulting entre 2 700 altos ejecutivos de empresas de diez países.

La productividad de trabajo es uno de los factores más importantes que influyen sobre la competencia. Tomando en consideración esto, las empresas encuestadas por Czipin and Proudfoot Consulting tienen mucho que mejorar.

El sondeo fue realizado en la República Checa, Hungría, Alemania, Austria, Francia, Gran Bretaña, Estados Unidos, Japón, Australia y Africa del Sur. Sus resultados revelan que los habitantes de todos esos países desaprovechan en promedio 92 de los 225 días laborales, es decir, el 41 por ciento de su jornada laboral.

Las razones las explica Klaus Harrer, director de dicha compañía.

"La poca productividad de trabajo se debe en dos terceras partes a los gerentes porque ellos son responsables por la planificación, la dirección, el control y la comunicación en su empresa, así como por la ética laboral de sus empleados. Pero los resultados de nuestra encuesta insinúan que los ejecutivos se ocupan de otras cosas y no de la gerencia de su propia empresa".

Klaus Harrer resalta además que las empresas en las que se hizo el sondeo, figuran entre las mejores del sector.

Czipin and Proudfoot Consulting estima que la economía checa dispone de las capacidades suficientes para que la productividad del trabajo aumente en un treinta por ciento. Sin embargo, Klaus Harrer insiste en que para conseguirlo, las empresas checas deben avanzar en la planificación de su funcionamiento. Harrer pone como ejemplo las fábricas de cerámica.

"La típica fábrica de cerámica checa ha invertido enormes cantidades financieras en la tecnología de punta de manera que con su equipamiento no puede competir ninguna otra fábrica de cerámica en Europa Occidental. Su problema es, no obstante, que la explotación de esta tecnología alcanza apenas el cuarenta por ciento y esto significa que se desaprovecha tanta energía eléctrica que, transformándola en dinero, bastaría para pagar la mano de obra por diez años en las fábricas peor equipadas".