Los checos son superformales y superhonrados

María Jesús Estani, foto: Autor

Esta vez conversamos sobre la vida en la República Checa con María Jesús Estani, de Madrid, España, que lleva en Praga con su familia unos cuatro años.

¿Si debieras escoger lo que más te gusta de aquí, de la República Checa, qué sería?

"¡La cerveza! (risas)"

Muy bien, ¿y algo más?

"Buf, no sé, un montón de cosas... La ciudad entera, Praga me encanta. Lo que más me gusta es Praga, pero me gusta también mucho la ciudad de Ceský Krumlov, y la vida aquí que es supertranquila y superbonita, pasear por donde vayas es pura tranquilidad. Yo soy muy nerviosa y aquí no tengo nunca prisa para nada".

¿Y existe aquí algo especial que atrajo tu atención, algo con lo que no te hayas encontrado en otras partes?

"Lo que más me gusta, aparte de la cerveza, son los anticuarios. Sobre todo, lo que me sorprende es que aquí encuentras anticuarios para cualquiera. Nadie te mira mal, si entras, por ejemplo, en Doroteum con la bolsa de compras... Eso en España es algo como impensable, a lo mejor ahora ya se están haciendo un poco más accesibles para todo tipo de personas, aunque luego tu monetario no te dé para comprarlo, pero aquí es impresionante. Tengo una lista de anticuarios espectacular, por que hay barrios, en los que me cuelo por todos los que encuentro. Es algo que en pocas ciudades he visto".

¿Qué tal los checos? Podrías compararlos con los españoles?

María Jesús Estani,  foto: Autor
"No. Ni que ver. Nada. Nada de nada. Sí, encuentro que el checo es mucho más serio en cuestión de principios, en puntualidad. Cuando un checo te dice una cosa, la cumple, no es como el español. Yo qué sé, por ejemplo, un electricista, que cuando te dice que te llega un lunes a las siete y media, a las siete y 25 está sonando el timbre, eso me encanta, que la gente es superformal y superhonrada. Yo he comprado una vez en un anticuario una cosa, dejé allí una señal, pagué y me olvidé que tenía esa señal y la chica me llamó diciendo que se le había olvidado darme las mil coronas que dejé de señal. No sé, si eso ocurre mucho en general, pero yo creo que sí, que la gente es muy honrada y respetuosa. Y hay muchas cosas buenas, a pesar de que el carácter es muy diferente al nuestro, pero hay muchas cosas que se han perdido en España, que cuando vuelvo, me doy cuenta y me da mucha rabia que sea así. Yo me he vuelto un poco checa (risas)".

Eso son muchas cosas positivas, pero de seguro puedes decir algo negativo con respecto al país y a la gente checa, ¿no?

"Sí, el carácter, que es muy frío, muy distante, hasta que los conoces, porque luego ya hay gente con la que entablas amistad y te vuelvo a repetir que es gente tan sincera, tan formal, que te gusta. Pero, por otro lado, no me gusta que a mis hijas las miren mal, si chillan o si trastean por el supermercado, que me miran luego como 'las voy a asesinar, si tú no les dices nada'. Pienso que el checo es un poco retraído a la hora de expresar sus sentimientos. Por ejemplo, si yo tengo que regañar a alguien en una tienda, porque me está atendiendo mal, en vez de decir, pues, 'mire señora, esto es así y así', se callan y les cuesta y yo soy muy extrovertida para eso. Entonces me cabreo muchas veces, pero me enfada que la gente reprima esos sentimientos. ¿Por qué? Sabes, les estás llamando de todo y encima se callan, o te ponen una sonrisa, que a lo mejor por dentro está pensando algo, pero, ¿por qué tienen que callarse? Creo que eso no es bueno".