Los "Checos de Volyne" y los "Checos de Chernobyl"
Esta vez conversaremos con Eva Janská, especialista en temas de migración, sobre los destinos de los denominados "Checos de Volyne" y "Checos de Chernobyl", o sea los checos que en la segunda mitad del siglo XIX emigraron a Rusia y cuyos descendientes fueron repatriados en los años noventa.
Alrededor de dos millones de los checos étnicos o sus descendientes viven en el exterior, la mayor parte, un millón 300 mil, en Estados Unidos. En algunos países, los paisanos checos se asimilaron, pero en otros crearon comunidades compactas que hasta hoy en día conservan la lengua checa y su conciencia nacional. Figuraron entre éstas también los checos cuyos antepasados emigraron a la Rusia zarista.
Eva Janská señala que los ciudadanos de la extinta Unión Soviética de origen checo se dividen en dos grupos, en los denominados "Checos de Volyne" y los "Checos de Chernobyl".
"La diferencia entre ellos es sobre todo su procedencia geográfica. La Rusia zarista fue dividida en 78 provincias, una de las cuales fue Volyne, en Ucrania. Y precisamente allí se asentaron en la segunda mitad del siglo XIX los emigrantes checos. Los "Checos de Chernobyl" procedieron no sólo de Volyne, es decir del oeste de Ucrania, sino también de Bielorrusia y, en fin, de todo el territorio contaminado a causa de la avería de la planta electronuclear de Chernobyl".
La segunda diferencia se refiere al modo de su repatriación. Mientras que los "Checos de Volyne" regresaron a Checoslovaquia voluntariamente, después de la Segunda Guerra Mundial, los "Checos de Chernobyl" fueron obligados a abandonar sus hogares que se encontraban en las zonas contaminadas. A principios de los años noventa, el Gobierno checoslovaco les ofreció la posibilidad de repatriarse, que la mayoría de ellos aprovechó.
Pero empecemos cronológicamente. Señora Janská, ¿por qué emigraron los ciudadanos checos?
"Porque la nueva constitución austro-húngara, del año 1867, autorizó la libre migración de la ciudadanía, lo que impulsó sobre todo a la población rural a mudarse a los países que ofrecían terrenos a bajo precio. Los agricultores se iban en primer lugar a Estados Unidos, pero tras estallar la guerra civil, optaron por Rusia donde en 1861 fue abolida la servidumbre de la gleba. Esto significa que la primera gran ola llegó a Rusia entre los años 1868 y 1874".
En el censo nacional del año 1897, 27 660 habitantes de la provincia de Volyne se declararon de nacionalidad checa, pero el número exacto de los emigrantes checos no se sabe porque muchos otros se asentaron en Siberia y Kazajstán.
Los checos que colonizaban las vastas zonas rurales recibieron una acogida muy cordial por parte de las autoridades rusas. Toda Rusia, y Ucrania en especial, era muy atrasada y el zar esperaba que los paisanos checos contribuyeran a su avance técnico.
"Además de introducir el conocimiento de varios oficios, los checos tuvieron el mérito de mejorar el nivel técnico de labores agrícolas. Fueron los primeros en utilizar el tractor en Ucrania y fundaban fábricas de cerveza y cultivos de lúpulo".
Tanto la primera generación de checos, como sus hijos cultivaron su lengua materna y conservaron las costumbres y tradiciones de su patria de origen. Según advierte la señora Janská, hasta la última década del siglo XIX existían en Rusia escuelas checas que tenían el nivel más alto que las rusas:
"Sin embargo, a finales del siglo XIX, el gobierno zarista empezó a restringir las leyes que promovían la identidad de las minorías. Impulsó la rusificación de la enseñanza y en 1891 canceló la administración local de la comunidad checa. Todo esto desembocó en el empeoramiento de la conciencia nacional de los checos y tan sólo el nivel económico más alto impidió su asimilación a la mayoría ucraniana".
Las tendencias asimiladoras se manifestaron en muchas áreas, con éxito por ejemplo en la religión. Al repatriarse los "Checos de Volyne", después de la Segunda Guerra Mundial, el 57 por ciento de ellos confesaba la fe ortodoxa.
¿Por qué regresaron los "Checos de Volyne"?
"Fue su propia iniciativa porque, viviendo en carne propia la dictadura comunista y las consecuencias de la Segunda Guerra Mundial, querían volver a Checoslovaquia. Tras llegar a Volyne, los checos compraron tierras y fundaron empresas y todo esto les fue expropiado tras la revolución bolchevique de octubre de 1917".
Más de 33 mil personas regresaron a Checoslovaquia entre los años 1946 y 1948. 32 mil de ellas pudieron comprobar la nacionalidad checa, el resto fueron sus familiares de origen ruso, bielorruso, polaco y ucraniano. Los "Checos de Volyne" fueron repatriados a base del acuerdo gubernamental entre Checoslovaquia y la Unión Soviética que entró en vigor en 1946.
La señora Eva Janská enfatiza que no había ningún problema con su integración en la sociedad mayoritaria.
"En primer lugar, los "Checos de Volyne" guardaban vínculos con sus familiares que no emigraron y que, después de su repatriación, les ayudaron a integrarse. También el gobierno checoslovaco preparó para ellos programas de reintegración que incluían, por ejemplo, cursos del idioma checo - cabe agregar que muy poco frecuentados porque los "Checos de Volyne" destacaron por el dominio perfecto de su lengua materna. Se asentaban en las zonas fronterizas de Checoslovaquia donde había un gran número de fincas y casas vacías, antigua propiedad de la minoría alemana expulsada del país después de la Segunda Guerra Mundial".
La integración de los "Checos de Chernobyl" no ha sido tan fácil porque los que fueron repatriados pertenecían a la cuarta o quinta generación que no dominaba muy bien el idioma checo y cuyos vínculos con sus familiares en Checoslovaquia ya no han sido tan fuertes.
"Aunque la avería de la planta electronuclear de Chernobyl se produjo en 1986, la prensa soviética tardó tres años en publicar la información de que había zonas contaminadas. Pocos meses después, en 1990, los "Checos de Chernobyl" se dirigieron al presidente checoslovaco, Václav Havel, pidiendo su repatriación. En el marco de esta ayuda humanitaria organizada por el Estado Checoslovaco entre los años 1991 y 1993, más de 1800 paisanos checos regresaron a su patria".
Los "Checos de Chernobyl" adquirieron de inmediato la ciudadanía checa y el gobierno checoslovaco les arregló la vivienda y el trabajo. Poblaron lugares ocupados hasta el fin del comunismo por el Ejército soviético. La señora Janská apunta que en la mayoría de los casos se trataba de antiguos polígonos militares, aislados y situados muy lejos desde los municipios, otro factor que, además de las barreras linguísticas, dificultó su reintegración.
"Además, a diferencia de los "Checos de Volyne", muchos de los repatriados en los años noventa tenían formación universitaria, desempeñando en Rusia un oficio correspondiente que, tras su regreso a Checoslovaquia, no podían desempeñar más. Sin embargo, pese a todas las dificultades que acompañaron su reintegración, los "Checos de Chernobyl" se muestran satisfechos con su nueva vida en este país, apreciando en primer lugar las libertades democráticas y el nivel de vida más alto que tuvieron en la antigua Unión Soviética".
Después de tantos años que transcurrieron desde su repatriación y a pesar de reintegrarse plenamente en la sociedad checa, tanto los "Checos de Volyne" como los "Checos de Chernobyl" no se olvidan de su identidad colectiva y los destinos parecidos, creando sus propias asociaciones y círculos.