“Lo mejor de Chequia es su gente”
La aventura checa del profesor de idiomas español Antonio Jesús Vaquero, natural de Cádiz, comenzó hace cuatro años. En nuestro espacio Praga Mía, dedicado a la vida de los hispanohablantes en la capital checa, compartirá sus observaciones acerca de la sociedad local, del ámbito educativo checo y recomendará lugares de visita obligatoria.
Tras sendas estancias laborales en Bosnia y Noruega, Antonio se afincó en EE.UU., que se convirtió en su segunda casa durante casi una década. Fue en Washington donde empezó a brotar su futuro en la República Checa. Quizás no sea sorprendente que fue a causa de conocer a una mujer de este país, a quien decidió acompañar de vuelta a su tierra.
Como profesor de español e inglés no tuvo problemas para integrarse en el mercado laboral praguense, según afirma.
“Fue extremadamente fácil encontrar trabajo. Bien remunerado no, pero fue muy fácil. Hasta que empiezas a desechar lo malo y quedarte con lo bueno, ahora me encuentro en una buena posición. Para empezar, siempre hay trabajo en la República Checa”.
El sistema educativo es demasiado memorístico
Antonio Vaquero imparte clases para personas de todas edades. Según afirma, los checos comparten una costumbre educativa que no está precisamente acorde con su metodología de enseñanza.
“Vuestro sistema es demasiado memorístico y esto se nota cuando enseño a alguien. Intento enseñar con normas que puedan aprenderse de forma lógica. Pero aquí casi todo el mundo está acostumbrado a la memoria, ese sistema choca mucho con el mío. Creo que es mucho más recomendable aprender las cosas con sentido más que con memoria”.
A la pregunta de qué le gusta más de su vida en la República Checa Antonio tiene una respuesta rápida: su gente. Respecto a la fama de ser bastante cerrados los checos, Antonio apunta que no es para tanto, y para “abrir esta puerta” hay que encontrar simplemente una llave.
“La encontré fácilmente. La llave es muy simple. Son simpáticos, tienes que intentar hablar checo con ellos, tienes que beber de su cultura, tienes que intentar reproducirla y te aceptan absolutamente”.El mismo truco lo emplea a la hora de amenizar la calidad de los servicios, que en la República Checa no gozan de la mejor fama, afirma.
“Mucha gente dice que el servicio es horrible en este país y yo lo comparto en cierta medida. Pero cuando intentas hablar el idioma y colaborar con su cultura, el servicio mejora un 100%. Pero los bares y los restaurantes siguen teniendo un servicio mediocre. Siento decirlo, pero es la realidad. Pero me gustan muchísimo los checos”.
“La primera pelea violenta la viví en Chequia”
Aunque no todas han sido experiencias agradables. Fue en la República Checa donde Antonio vivió su primer conflicto violento, según nos cuenta.
“Nunca he peleado en mi vida. Fue todo originado por una cosa extraña. Los checos son un poquito envidiosos en aspectos que yo nunca me hubiera imaginado. Estaba con unos amigos sentado en una mesa y nos reíamos muchísimo. La gente estaba ofendida por el volumen y por la constancia de las risas. No era la primera vez que me pasó. Ya sé cómo controlarlo pero en este momento estuve recién llegado. Al final los chicos estaban bebidos y empezaron una disputa física. Una cosa muy extraña para mí”.Esta desagradable experiencia no le disuadió de las visitas a las “hospodas” checas, cuyo ambiente le encanta, y para nada le molesta la costumbre local de quedarse tomando toda la noche en un lugar, sino todo lo contrario, apunta.
“Me encanta muchísimo ir con mis amigos a tomar cerveza o un vino. Es algo que me sorprendió mucho de este país. No sabía que se bebía y producía tanto vino con calidad”.
Para salir de juerga, Antonio no tiene que dirigirse muy lejos, ya que reside en el barrio praguense de Žižkov, conocido por su fuerte concentración de variopintos bares y clubes, y sobre todo por su ambiente cosmopólita.
Su lugar preferido de la capital checa y, por tanto, la visita obligatoria para los amigos que vienen a verlo, es la colina de Vyšehrad, que se alza encima de la orilla del río Moldava, y ofrece unas bellas vistas a la ciudad.Otra cosa que aprecia en la vida en Praga es la amplia variedad de lugares para practicar deporte.
“Este país tiene una muy buena infraestructura, sobre todo en Praga. Todo está orientado hacia el deporte, los checos lo practican muchísimo. Es una gran diferencia con los españoles. En este país se practican casi siempre dentro y cuando llega la primavera o el verano es un boom. La gente sale a practicar muchos deportes, bicicleta, voleibol, voléy playa, patinaje...”
“Una epidemia de castillos”
Para hacer una escapada un fin de semana fuera de la capital, Antonio se dirige a menudo a la zona del Paraíso Checo (Český ráj), situado entre Bohemia del Norte y del Este, conocido por su precioso ambiente natural y una intensa concentración de castillos.“Me gusta muchísimo y voy siempre que puedo. Exactamente casi siempre voy a Sedmihorky. La cultura del cámping es algo muy tradicional en este país. En esto nos parecemos un poco, porque a los españoles también nos gusta mucho el cámping. Supongo que será por razones económicas o porque tenemos también muchísimas zonas naturales que visitar. Hay muchísimas zonas naturales y bosques. Y castillos aquí son como si fuera una epidemia, en cada pueblo hay un castillo. En esto también se parece a España”.
Coincidiendo con la mayoría de los extranjeros, Antonio Vaquero también considera que la gastronomía checa es bastante pesada. No obstante, lo es también su plato favorito: el pato con col y knedlíky. Afortunadamente, Praga no es solo gulash y svíčková, sino que ofrece una amplia variedad de cocinas del mundo Y para la agradable sorpresa de Antonio, de buena calidad.“Hay muchísima variedad de restaurantes y de calidad. He vivido en muchos lugares del mundo y he comido en muchos restaurantes. Pero los restaurantes que tenéis aquí, sean griegos, árabes o españoles o asiáticos tienen comida auténtica. Hay de todo tipo pero casi todos tienen comida auténtica. Esto me sorprendió mucho”.
Las checas son más duras que las españolas
A diferencia de sus paisanas, Antonio observa que el carácter de las checas es más rígido, y sigue explicando su reflexión comparativa entre las checas y las españolas.
“Las chicas checas son más abiertas en muchos sentidos, pero tienen su personalidad más definida. Las españolas son más dulces en muchos aspectos, las checas son un poquito más duras. Esto me gusta. Me gusta que las chicas sean más seguras. Es curioso, no tienen mucha percepción de ellas mismas, mucha autoestima, pero sin embargo son más seguras. Una combinación extraña para mí”.
Para los que tienen la República Checa en consideración como un destino para emprender una experiencia laboral, Antonio les da un consejo.“Primero le recomendaría que no estudie el checo, porque es algo bastante difícil, pero sí que viniera con un nivel de inglés bastante potente. Mucha gente viene sin nivel de inglés y se cree que puede conquistar el mundo. Tienes que tener un arma de comunicación que en este caso sería el inglés”.
Aunque está con las ganas de conocer más países del mundo, Antonio Jesús Vaquero no descarta la posibilidad de comprar una casa en la República Checa y afincarse en el corazón de Europa indefinidamente. Sea su decisión la que sea, ¡le deseamos mucha suerte!