Landštejn, el viejo guardián de la frontera checo-austriaca

La República Checa es conocida, entre otras cosas, por el gran número de castillos y palacios dispersos por todas sus regiones. En esta edición de Radioviajes les llevaremos a las ruinas de Landštejn, uno de los castillos más importantes de la Edad Media en Europa.

Escondido en los oscuros bosques de la región conocida como la ‘Canadá checa’, a menos de un kilómetro de la frontera con Austria, se encuentra Landštejn.

Con sus siete habitantes, se trata de una de las localidades más pequeñas del país. Es difícil de creer que hace un par de siglos fue un lugar de suma importancia estratégica y económica para los reyes checos.

Prueba palpable de la antigua fama de Landštejn es la gigantesca ruina de un castillo medieval, del mismo nombre, que sigue llamando la atención de historiadores profesionales y aficionados.

La mejor guía para conocer la historia del castillo y sus dueños es, sin duda, Jiřina Mládková, administradora desde hace 20 años de Landštejn y la única residente de la ruina. Así describe los sucesos históricos que precedieron la construcción del castillo.

Jiřina Mládková,  foto: Autora
“Esta región estuvo abandonada durante mucho tiempo. La situación cambió a mediados del siglo XII cuando empezó a llegar gente de la vecina Austria a colonizar la zona”, afirma Mládková.

La expansión de Austria no le gustó nada a la nobleza checa y morava, que se dirigió al emperador romano-germánico, Federico Barbarossa, pidiéndole que defina oficialmente la frontera entre ambos países.

Éste realmente lo hizo, pero favoreció bastante a la parte austriaca, según cuenta Jiřina Mládková.

“La frontera fijada por Barbarossa era distinta de la actual. En las cercanías de la ciudad de Nová Bystřice giraba hacia el interior del país rumbo a Kunžak y por el valle de Landštejn regresaba a su línea original. Una gran parte del territorio checo pasó así a formar parte de Austria”.

Přemysl Otakar II.
Todo esto ocurrió poco antes de llegar al trono checo Přemysl Otakar II, uno de los gobernadores medievales más importantes de Centroeuropa.

El rey premislita se daba cuenta de la importancia de proteger la frontera recién establecida y a principios del siglo XIII mandó construir allí una gigantesca fortaleza de piedra, según afirma la administradora del castillo.

“La primera alusión histórica sobre Ladnštejn data del año 1232. Entonces, el castillo ya existió tal como lo conocemos hoy en día: dos torres con un palacio residencial y un patio polígono en medio, rodeados de fuertes murallas”.

El castillo vivió sus mejores tiempos en la primera mitad del siglo XIV, cuando fue administrado por Guillermo de Landštejn, de la poderosa familia de Vítkovci.

El ambicioso aristócrata pronto se convirtió en el diplomático preferido del rey checo y emperador romano-germánico Carlos IV, que le nombró en 1351 burgrave del Castillo de Praga.

La puerta de entrada,  foto: Autora
Desde el principio, Landštejn gozaba de su privilegiada posición geográfica. Además de estar situado en la frontera entre Bohemia, Moravia y Austria, pasaba por él una antigua ruta comercial que conducía desde Italia hasta el Norte de Europa.

No es de extrañar que Guillermo de Landštejn, que sacaba provecho económico de esa situación estratégica del castillo, despertaba mucha envidia entre la nobleza checa.

A mediados del siglo XIV, después de varios años de discordias, uno de los familiares lejanos de Guillermo, Enrique de Hradec, desvió la ruta para que pasara por su territorio.

Guillermo respondió retándolo a un duelo en el que resultó herido gravemente y en 1356 falleció en Landštejn.

Las murallas,  foto: Autora
Con la muerte de Guillermo comienza el paulatino decaimiento de la fama de Landštejn.

Entre los posteriores dueños del castillo cabe mencionar al linaje de los Krajíř de Krajek, de origen austriaco. Bajo su administración, que duró casi dos siglos, el castillo fue sometido a una amplia reforma, según destaca Jiřina Mládková.

“Los Krajíř transformaron el severo castillo medieval en un cómodo palacio que armonizaba mejor con las ideas del renacimiento. Existen documentos de mediados del siglo XVI que califican a Landštejn como uno de los palacios más grandes y hermosos del país”.

El patio de Landštejn,  foto: Autora
La época de los Krajíř en Landštejn terminó en 1579. En los siglos posteriores, el castillo cambió de dueños varias veces y en 1771 fue dañado gravemente por un incendio. A partir de esa fecha quedó abandonado y poco a poco fue convirtiéndose en ruina.

El gran renacimiento de Landštejn llegó en los años 60 del siglo pasado. Bajo la batuta de un grupo de aficionados, y posteriormente el Estado checoslovaco, se empezó con una frenética reconstrucción del castillo.

Pero hacer algo con entusiasmo no significa necesariamente hacerlo bien, según destaca Jiřina Mládková.

“Puesto que las reformas se realizaron sin planes ni proyectos arquitectónicos, perdimos gran cantidad de material arqueológico. Me atrevo a decir que habría sido mejor si el castillo hubiera permanecido abandonado durante 30 años más y después se hubiera reconstruido de otra manera”.

Entre los años 2003 y 2009 se llevó a cabo un amplio sondeo arqueológico en Landštejn y sus cercanías.

Una de las torres de Landštejn,  foto: Autora
Algunos hallazgos se realizaron de forma premeditada, otros espontáneamente, según cuenta la administradora del castillo.

“Hace unos 15 años me dejé llevar por la curiosidad y con una linterna en la mano me puse a vagar de noche por las ruinas del castillo. De repente, el suelo se hundió y me caí en un hoyo profundo. Resultó que era un pozo, el más antiguo del castillo”.

Actualmente se hacen excavaciones para poner al descubierto sus sótanos, así como un inteligente sistema de drenaje.

Landštejn está abierto al público de principios de mayo hasta fines de septiembre y cuenta con un amplio programa cultural. Más información sobre el castillo la encontrarán en la página web: www.hrad-landstejn.eu.

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