La salsa es un baile machista

Alfredo Jiménez
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Hace dos años Alfredo Jiménez, mexicano de veintipocos años, comenzó a dar clases de salsa en Praga y hoy puede afirmar con decisión: a las checas les cuesta aprender a bailar porque no quieren entender que se trata de una danza machista en la que el hombre manda.

Alfredo Jiménez
Bailar salsa no es tan complicado como se cree. Sólo se necesita música, una mujer dócil y un hombre que sepa dirigirla. Pero a las checas, nada dóciles, les cuesta aceptar que en la salsa, el hombre manda, y por eso se demoran mucho en aprender, comenta Alfredo, el maestro de baile.

“Tú sabes que la salsa funciona con una regla muy básica: cuando uno baila, el hombre dirige y la chica sigue. Así es, así es el baile, así ha sido siempre y así va a ser, ¿no? Es muy curioso, porque en nuestros países latinos las chicas están acostumbradas, en el baile, a seguir, y los chicos a dirigir”.

Alfredo hace una analogía con el cine: en la salsa el hombre es el director y la mujer es la actriz. Y cuando la actriz quiere dirigir, empiezan los problemas.

“Entonces a veces acá con los checos pasa que ellos no entienden eso, que ellos tienen que ser los directores, y que tienen que hacerle entender a su pareja que ella es la actriz. Claro, es la principal de la película, pero es la actriz nada más, ella tiene que seguir al hombre, y a veces las chicas no están acostumbradas a seguirlo. O a veces a los chicos les da pena, les da miedo dirigir y entonces dejan que la chica dirija automáticamente y la chica manda, ¿me entiendes?”.

¿Es la salsa un baile machista o no?, le preguntamos derechamente al profesor Alfredo. Y ésta es su respuesta.

“Mira, podría decirse que sí, lamentablemente no hay democracia en la salsa. Es un baile machista pero en cierto sentido. En EE.UU. se dice que la salsa se tiene que bailar siendo un macho rosa, pink macho, uno tiene que ser macho pero no malo, uno tiene que ser macho en el buen sentido, un pink macho. Tú tienes que bailar con tu pareja, dirigirla con decisión, sin titubear, con fuerza, pero no exagerando. Y a las checas les cuesta entender que ellas tienen que seguir aunque el chico no sepa mucho, ellas tienen que seguirlo, lamentablemente es así”.

Alfredo Jiménez seguirá intentando enseñarle a los checos a bailar salsa, aunque ellas sean porfiadas y no quieran entender que el hombre manda y aunque ellos no se atrevan a llevar la iniciativa. Tarde o temprano, afirma, lo comprenderán.

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