La resurrección del Versalles Checo

El palacio rococó de Nové Hrady, foto: Ondřej Tomšů

Salvar el monumento y conservarlo para las próximas generaciones, esa fue la misión del propietario del palacio rococó de Nové Hrady.

El palacio rococó de Nové Hrady,  foto: Ondřej Tomšů
Vivir en un palacio es el sueño de más de uno. Petr Kučera y su esposa decidieron hacerlo realidad. Tras un próspero período en Praga, vendieron sus propiedades y se pusieron en busca de su futuro hogar aristocrático. La clave de la selección fue la accesibilidad económica y la calidad arquitectónica.

La decisión final recayó en el palacio de Nové Hrady, situado en las cercanías de la ciudad de Litomyšl, en la región de Pardubice. Su propietario brindó a Radio Praga más detalles sobre la obra.

“Es un castillo de estilo rococó puro, único en nuestro país y uno de los pocos de Europa. Los aristócratas franceses acabaron su construcción en 1777, así que es un palacio moderno. Gracias a ello no hacía falta realizar demasiados trabajos de reconstrucción y se ha conservado su aspecto original”.

“Para mantener la salud de una obra, hay que desarrollar su entorno”

Petr Kučer,  foto: Ondřej Tomšů
Petr Kučera tardó aproximadamente dos años en realizar las obras de restauración imprescindibles, como la reparación del techo, el reemplazo de ventanas o la instalación de redes eléctricas. Pese a la opinión de varios especialistas, las obras no resultaron ser la mayor dificultad, explica Petr Kučera.

“Si manejan estos trabajos y tienen dinero suficiente, no es tan dificultoso. El problema en este país y en toda Europa es darle sentido a la obra. El nuestro fue abrir el palacio para el público, y no convertirlo solamente en una caja fuerte de objetos de valor. Queremos mostrar su estética, que alcanzó el auge de su época. Muchos especialistas sin experiencia práctica se enfocan solamente en el edificio, pero para mantener la salud de una obra como esta, es importante desarrollar su entorno”.

Jardín del palacio,  foto: Ondřej Tomšů
Por este motivo, el palacio de Nové Hrady cuenta con una decena de jardines proyectados en diversos estilos europeos tradicionales. De acuerdo con Petr Kučera, se trata del único modelo sostenible para administrar efectivamente la economía de este proyecto.

“Muchos visitan este tipo de edificios solo en una ocasión, a no ser que se realice un cambio interesante que los haga regresar. Para una persona del siglo XXI, un paseo por un jardín arreglado y cuidado puede ser una experiencia repetible varias veces al año. La República Checa cuenta con una inmensa naturaleza, pero no con tantas áreas con jardines cuidados”.

Los alrededores del palacio presumen de un jardín francés, que destaca por sus rosaledas, mientras que el huerto monasterial de estilo barroco ofrece una amplia variedad de verduras. Una cascada es el punto dominante del jardín italiano, bordeado con lavandas y decorado con estatuas, mientras que el parque inglés lo bordea un Vía Crucis.

Foto: Ondřej Tomšů
No falta un jardín puramente blanco y un laberinto de arbustos. El sueño de Petr Kučera es establecer un jardín nuevo cada año. Uno de los mayores atractivos es el teatro verde, único a nivel nacional.

“Es una réplica de un teatro barroco del sur de Francia donde se representaron las primeras óperas. Está formado por arbustos recortados. Cada año invitamos a reconocidos conjuntos que se presentan en el marco del festival de música clásica Smetanova Litomyšl. Vienen también los artistas del Teatro Nacional de Praga. Para cumplir con nuestro papel de buen anfitrión, construimos otro teatro que funciona cuando hace mal tiempo”.

Una resurrección sin subvenciones públicas

El palacio de Nové Hrady,  foto: Ondřej Tomšů
Según Petr Kučera, muchos protectores de monumentos y economistas coinciden en que es casi imposible administrar un inmueble de este tamaño sin caer en números rojos. Esta opinión la argumentan con la pérdida del trasfondo original del palacio, que se basaba en la actividad agrícola, la explotación de materia prima o la industria.

No obstante, Petr Kučera sostiene que administra su proyecto de una forma rentable, orientándose a otro tipo de fuentes de ingresos, según explica.

“Nos orientamos al visitante, ofreciéndole algún tipo de experiencia. Contamos con un restaurante, una galería de arte, realizamos exposiciones, nos dedicamos a la agricultura y poseemos manadas de ciervos y gamos. Todo esto nos hace económicamente autosuficientes.”.

Museo del Ciclismo,  foto: Ondřej Tomšů
Petr Kučera construyó su “reino” sin ningún tipo de subvenciones públicas, que considera el dinero más caro, explica.

“Es una problemática que poco a poco está saliendo a flote. El coste de una obra realizada por un municipio con una subvención europea puede ser hasta seis veces más alto que la cantidad por la cual somos capaces de realizarla nosotros. Poca gente se da cuenta de que el dinero europeo nos ha traído una enorme inflación de precios. Cuando tienen demasiado dinero, se perjudica la economía. No se sabe usar efectivamente”.

El palacio de Nové Hrady ofrece una serie de experiencias culturales, como el primer Museo del Ciclismo de la República Checa, que cuenta con más de 250 tipos de bicicletas de diferentes épocas, pero también otros objetos vinculados con este deporte.

Por su parte, la Galería de Sombreros ofrece más de cien artefactos de diferentes formas y materiales. La exposición permanente “El arte de inmuebles en el transcurso de los siglos” arroja la luz sobre el mobiliario desde la época barroca hasta la primera mitad del siglo XX.

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