La República Checa respira un aire más limpio desde 2019

Ilustrační foto: Brian Merrill, Pixabay / CC0

Según un informe anual publicado por el Instituto Meteorológico Checo, en 2019 la República Checa tuvo el aire más limpio de los últimos once años. Que se mantenga dependerá del clima de este invierno. Pero la contaminación del aire está siempre presente y tiene un mayor impacto sobre la salud de los habitantes de las grandes ciudades.

Foto: pieonane Pixabay CC0

El informe anual del Instituto Meteorológico Checo muestra que la concentración de contaminantes atmosféricos del año pasado fue la más baja desde 2008, con la excepción de la del ozono, el benceno y el cadmio. Los datos de quince estaciones de medición de todo el país también sugieren que la tendencia positiva puede continuar.

Los contaminantes atmosféricos son una mezcla en el aire de los productos químicos resultados de la actividad doméstica, industrial y agrícola del hombre, y de partículas y materiales biológicos (como la lluvia, el viento o las emisiones de volcanes), que, entre sí, reaccionan para formar pequeñas partículas peligrosas.

Para definir la calidad del aire, se mide la concentración de estas partículas (PM) en una zona según el diámetro de la partícula.

Foto ilustrativa: Engin Akyurt,  Pixabay / CC0

Las partículas finas que miden menos de 2.5 micrómetros, llamadas PM2.5, son peligrosas porque significa que pueden entrar más profundamente en el sistema cardiopulmonar.

Así, según la Organización Mundial de la Salud, el aire exterior es considerado como contaminado cuando una concentración anual media de PM2.5 supera los 10 microgramos por metro cúbico.

En la República Checa, la calidad del aire ha ido mejorando poco a poco a largo plazo, principalmente gracias a una disminución de las emisiones de CO2, con el remplazo, por ejemplo, de viejas estufas de combustible sólido en los hogares o la transición a tecnologías más limpias.

El aire contaminado en la ciudad de Bohumín,  foto: Martin Knitl,  ČRo

No obstante, Jáchym Brzezina de la oficina del instituto en Brno explica que el mayor factor de esta reciente mejora de la calidad del aire es el clima.

“Se debe principalmente al hecho de que el consumo de calefacción en el invierno pasado fue mucho menor de lo usual para esta época del año. Además, hubo dos grandes tormentas de viento y llovió con más frecuencia. Esta combinación de factores contribuyó a la mejora de la calidad del aire”.

En efecto, las condiciones meteorológicas pueden favorecer la dispersión o bien, por el contrario, la concentración de los contaminantes atmosféricos.

Así, en general, cuanto más fuerte sople el viento, más esparcidos estarán los contaminantes. La lluvia permite disolver el polvo y los elementos solubles de la atmósfera.

Jáchym Brzezina,  foto: archivo de Jáchym Brzezina

Brzezina también señaló un posible final menos optimista para este año.

"Si tenemos un invierno frío este año que requiera de mucha calefacción, combinado con una inversión térmica y con viento que sople contaminantes del aire desde el otro lado de la frontera, entonces las cifras para el próximo año podrían empeorar de nuevo."

Aunque el informe confirma una tendencia positiva a largo plazo en la calidad del aire, existen sorprendentes diferencias entre distintas regiones. De hecho, la salud de los habitantes de grandes aglomeraciones, como en Ostrava, Karviná, Frýdek-Místek, Brno, Praga o en otras partes de Moravia y Bohemia Central, sigue viéndose muy perjudicada.

Además, Petra Kolínská, de la ONG ambientalista Zelený Kruh, nos detalló la dificultad para evaluar la calidad del aire de forma local.

Petra Kolínská,  foto : Zewlakk,  Wikimedia Commons,  CC BY 4.0

“Es importante que se compruebe dónde se encuentran las estaciones de medición. Por ejemplo, en Praga, suelen estar en lugares donde ha mejorado el tráfico. Deberían ser trasladadas a zonas donde el tráfico ha aumentado”.

Según un estudio internacional publicado por la revista Cardiovascular Research el 26 de octubre, la exposición a la contaminación del aire aumenta las muertes por COVID-19 en un promedio del 15% a nivel mundial.

Así, la contaminación del aire resulta a corto plazo en síntomas como tos, falta de aliento, dolor de pecho, dolor de cabeza, náuseas e infecciones de las vías respiratorias superiores (bronquitis y neumonía), así como empeorar el asma y el enfisema. Pero a largo plazo, los efectos incluyen cáncer de pulmón, enfermedades respiratorias crónicas y el desarrollo de alergias.

En la República Checa, las estimaciones muestran que la contaminación del aire ha contribuido al 29% de las muertes por coronavirus, que es la cifra más alta entre los 16 países incluidos en el estudio.

Autores: Ruth Fraňková , Carla Galas Alonso
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