La RCh superó los daños causados hace un año por las catastróficas inundaciones
A la República Checa le tocó vivir hace un año una de las más difíciles experiencias de su historia. El país fue azotado por fuertes inundaciones que tuvieron un impacto catastrófico.
La mayor catástrofe natural en la historia de la República Checa afectó al histórico barrio de Malá Strana, al pie del Castillo de Praga, inundando la pintoresca zona de Kampa, junto al Vltava, así como el barrio Karlín, en la margen opuesta del río.
Hace un año, esos sonidos se escuchaban a diario en Praga, así como en otras aglomeraciones urbanas de la República Checa, advirtiendo a los habitantes del peligro de las riadas. A los pasajeros del metro de Praga, a su vez, se les exhortaba a no acercarse al río Vltava.
Días más tarde, también el metro de Praga se vio inundado, quedando paralizado el transporte capitalino.
Enormes daños sufrieron, además de Praga, las ciudades de Ceský Krumlov y Písek, en el sur del país. En esta última, las aguas inundaron el puente local de piedra, el más antiguo de Europa Central, destruyendo varias estatuas barrocas del siglo XVIII que le decoraban.
"Nunca me hubiera imaginado que algo semejante ocurriría en nuestro país", señaló Stanislav Svoboda, jubilado de Praga que fue testigo directo de las inundaciones en el sur de Bohemia.
En otras zonas del país la situación fue semejante. A pesar del impacto causado por las riadas, inmediatamente después de que el agua comenzara a bajar, los ciudadanos empezaron a cuantificar los daños.
Transcurrió un año y la vida en la República Checa volvió a la normalidad. Aunque no se logró recuperar todos los inmuebles afectados y las inundaciones dejaron su huella en la mente de los checos, la vida continúa.
La señora, Alena Ceresnová, vive en el barrio Kampa, en Praga y hace un año las riadas la obligaron a abandonar su hogar.
"Fue bastante doloroso tener que trasladarme a otro lugar. A mi casa regresé nueve meses después y ya nada es igual. Aunque vivo en la segunda planta, el agua llegó a unos 40 centímetros de altura de mi apartamento. Hubo que cambiar los pisos, secar las paredes. Muchas cosas personales quedaron destruidas, al igual que los muebles."
A la señora Eva Korbová las aguas le inundaron su casa de campo en el sur del país que, junto con su esposo, logró abandonar a última hora. Pasado un año, se ve llena de optimismo.
"Bien, los muebles hubo que cambiarlos todos, porque quedaron destruidos, también tuvimos que poner pisos nuevos y reparar algunas paredes".
La señora Eva afirma que la dura experiencia de las inundaciones no le privó de la alegría de la vida, aunque reconoce tener ciertas preocupaciones.
"No se puede decir que tenga miedo pero cuando nos juntamos a conversar con los amigos que tenemos en la casa de campo, siempre tocamos el tema y coincidimos en que nunca más desearíamos tener que vivir una experiencia semejante".
También Alena Ceresnová confía en que el destino le deparará en el futuro puras alegrías, ya que lo difícil quedó atrás.
"Creo que como vivo en el segundo piso y ya me tocó vivir una dura experiencia con las inundaciones, ya no me tocará de nuevo algo así y el resto de mi vida podré vivir en tranquilidad".
"Así fue: Praga inundada", se denomina una exposición instalada en la capitalina Galería Josef Sudek con motivo del primer aniversario de las devastadoras inundaciones.
Su comisaria, Daniela Mrázková, señala que los visitantes pueden ver un testimonio fotográfico de cinco decenas de fotógrafos checos que cooperaron con los medios de comunicación con el fin de captar la mayor catástrofe natural que afectó a Praga en los últimos cinco siglos."La exposición está concebida como una historia pictórica de las riadas que invadieron a Praga en el sur, pasaron por la capital y la abandonaron en el norte y dejaron tras de sí espantosos daños materiales".
Las fotografías captan de manera sugestiva la lucha dramática de los habitantes de Praga por contrarrestar el agua, su esperanza genuina de que lograrían conjurar la catástrofe.
"Hay imágenes de la gente preparando sacos de arena, y de los turistas extranjeros que por aquél entonces estaban en Praga rodeando con esos sacos monumentos históricos en la Plaza de la Ciudad Vieja. Hay imágenes de los socorristas evacuando a los habitantes, y también fotografías aéreas de los barrios inundados".
Figura entre ellas la fotografía que ganó el premio como "Fotografía del Año 2002" en el marco del certamen fotográfico más prestigioso checo, "Czech Press Foto". La imagen plasma al elefante Kadir, del capitalino parque zoológico, pocos minutos antes de que tuviera que ser sacrificado como consecuencia de las heridas que sufrió durante las inundaciones.Un año después, en el casco histórico de Praga difícilmente se nota que hubo inundaciones, matiza Daniela Mrázková.
"La situación es peor en algunos barrios capitalinos, por ejemplo, en Karlín que fue seriamente afectado y donde muchos vecinos todavía no han podido volver a sus hogares. Nuestros fotógrafos lo documentan y en la edición de Czech Press Foto de este año aparecerán imágenes de los lugares afectados por las inundaciones del año pasado".
Parte de las fotografías fueron expuestas en la primavera en la sede de la ONU en Nueva York. Se trató de la primera exposición checa allí y despertó un enorme interés. En el otoño se trasladará a la sede de la UNESCO en París.
Más fotografías de inundaciones del año pasado en la República Checa puede ver aquí: www.radio.cz/es/html/povodne2002.html