Julius Fučík, el mito olvidado del comunismo checoslovaco
Una exposición en el Monumento Nacional de Vítkov en Praga revisa el mito del gran icono del régimen comunista checoslovaco, el periodista y miembro de la resistencia ejecutado por los nazis Julius Fučík. Su Reportaje al pie de la horca era una de las obras principales de la omnipresente propaganda del régimen, pero el supuesto héroe cayó en el olvido en cuanto los checos recuperaron la democracia.
Desde 1948 a 1989 Julius Fučík estaba presente en estatuas, nombres de calles, escuelas, sellos y todo parecía rendir homenaje a ese mártir que cayó luchando por construir un mundo más justo.
La exposición que se puede visitar hasta finales de octubre en el Monumento Nacional de Vítkov, en el barrio praguense de Žižkov, revive el culto que se hizo a su personalidad durante el comunismo.
La muestra ha convencido al escritor Marek Toman, gran estudioso de la figura de Fučík, como cuenta en entrevista para Radio Praga Internacional.
¿Quién era Julius Fučík antes de convertirse en mito? Marek Toman lo describe como alguien completamente identificado con el estalinismo.
¿Quién era Julius Fučík antes de convertirse en mito? Marek Toman lo describe como alguien completamente identificado con el estalinismo.
“Fučík era un prominente periodista comunista. Tenía experiencia en la Unión Soviética porque estuvo dos veces, me parece. Al regresar presentaba una versión muy propagandística de la Unión Soviética con muchas mentiras. Estos textos sobre la URSS son un ejemplo de propaganda política sin ninguna relación con la realidad”.
Tras su muerte, la propaganda comunista llegó tan lejos con Julius Fučík, que su famosa obra, debidamente censurada, Reportaje al pie de la horca, es uno de los libros más traducidos de toda la historia de la literatura checa. La obra es una recopilación de las cartas escritas durante su detención en el presidio praguense de Pankrác durante el Protectorado nazi.
Marek Toman critica del Reportaje su simplismo. En él todos son buenos o malos, y Fučík, que se pone a sí mismo como alguien intachable, emite su juicio sobre todo y sobre todos.
“Fučík escribió el reportaje como la historia de un héroe sin ningún tipo de dudas, un protagonista único, y en ella también hay un traidor. Pero por cómo habla del traidor, que es Jaroslav Klecan, puedes sentir que hay algo más en esa historia, que era muy complicada, que no era todo tan blanco y negro. Personalmente, estoy muy interesado en ver cómo era en realidad la relación entre Fučík y Klecan. Y me interesa el reportaje como ejemplo de propaganda comunista. Los regímenes totalitarios necesitan representar a este tipo de héroes. En la vida normal, en la sociedad democrática, no es tan necesario”.
Donde hay un héroe, tiene que haber un traidor, dice Toman, y el escritor se fijó en la figura del traidor Jaroslav Klecan, que en Reportaje al pie de la horca solo aparece por su nombre en clave en la resistencia, que era Mirek.
Klecan, que fue apresado por la Gestapo junto a Fučík durante una reunión clandestina de la resistencia en un apartamento del barrio de Nusle, aparece en la obra de Fučík como alguien aterrorizado por los interrogatorios, en los que traiciona a sus amigos. Lo cierto es que Fučík también habló bajo tortura y él mismo lo contaba en las cartas que luego fueron censuradas del Reportaje al pie de la horca, sin las que se trastocó el sentido entero de la obra. Es de suponer, opina Toman, que cada uno intentara proteger en los duros interrogatorios a sus afines y delatara a los no tan afines, ya que dentro de la resistencia había varios bandos no exentos de tensiones entre ellos.
Klecan, que murió con 28 años, no había llevado, sin embargo, la vida de un cobarde. Se alistó voluntario en las Brigadas Internacionales y fue condecorado por su valentía en la Guerra Civil española. Pasó por los campos de concentración franceses y, cuando se vio libre, decidió volver a la Checoslovaquia ocupada por los nazis para seguir combatiéndolos.
Toman ha terminado inspirándose en Jaroslav Klecan para el protagonista de su novela de ficción El ojo del tiburón (Oko žraloka), aún no traducida al castellano.
“Naturalmente, Klecan me interesa más que Fučík porque no era un objeto de la propaganda, sino que era un objeto de la contra propaganda. Cuando he podido leer sus cartas a su novia de Valencia, cartas en español, me sorprendió, porque es un hombre muy diferente al del Reportaje al pie de la horca. Tengo un poco el objetivo de reconstruir la personalidad real de Jaroslav Klecan”.
Entre sus investigaciones para escribir el libro, Toman llegó a descubrir el romance que mantuvo durante la Guerra Civil con Paquita, la valenciana que menciona. Tras entablar contacto con los descendientes de aquella mujer, estos le hicieron llegar decenas de cartas escritas en español por Klecan desde el frente o desde los campos de concentración en Francia. Paquita las había guardado toda la vida y solo en la década de los noventa, tras preguntar en la Embajada checa en Madrid, se pudo enterar de la suerte que había corrido su compañero. Toman se propone publicarlas traducidas al checo en 2021.
Todos los testimonios y archivos recientemente descubiertos describen a Klecan como alguien muy distinto del Mirek que desdibuja Fučík en su Reportaje al pie de la horca. También los propios sobrinos de Klecan, a quienes ha encontrado Toman, lo ven así, explica el escritor.
“La versión de la familia es que el Reportaje no representa la verdad. Están seguros de que Klecan era completamente diferente. Pero cuando hablas con ellos puedes ver que hay un trauma de esos años del comunismo porque la familia de Klecan sufrió el estigma. Era un secreto familiar y algo difícil con lo que convivir. Ahora están muy agradecidos de que finalmente haya una posibilidad de hablar de Klecan de nuevo”.
Fučík se entregó sin resistencia
El capítulo más famoso del Reportaje, el de la propia detención, también es sintomático. En él Fučík escribe que se entrega sin presentar oposición porque no quería poner en peligro al resto de miembros de la resistencia al considerar que no tenían opción de salir con éxito del trance. En su obra, además, se atribuye unas frases épicas con las que justificaba la decisión. Sin embargo, una superviviente de aquella escena, Riva Friedlová, rechazaba que hubiera pronunciado el discurso.
Entregarse sin lucha estando armado, como lo estaba Fučík como miembro del Comité Central del Partido Comunista en la clandestinidad, iba contra las reglas de la resistencia. Luchando, al menos, se podía causar bajas al enemigo, pero además, se evitaba pasarle información en los horribles interrogatorios. El piso donde estaban reunidos era una planta baja con ventanas a la calle. Eran siete miembros de la resistencia contra nueve agentes de la Gestapo. Había opciones reales de huida.
Probablemente, en aquel momento no podían saber que había tan pocos nazis al otro lado de la puerta, pero Fučík, además, no mencionaba nada de la discusión mantenida con Klecan en aquellos momentos, que relata Marek Toman.
“Imagina que Fučík tenía dos pistolas. Klecan no tenía armas. Y cuando la Gestapo estaba en la puerta, en teoría, los miembros de la resistencia tenían la oportunidad de salir por las ventanas. Klecan quiso defenderse, pidió las pistolas pero Fučík no quiso usarlas y las dejó sobre la cama. Eso fue el fin de toda posibilidad de escapar y los siete miembros de la resistencia fueron detenidos”.
Marek Toman considera que tanto odio de Fučík hacia Klecan en el Reportaje al pie de la horca puede denotar cierta mala conciencia.
En cualquier caso, Fučík y Klecan murieron ahorcados el 8 de septiembre de 1943 en la cárcel de Plötzensee, a las afueras de Berlín.
Sobre el mito Fučík, el periodista Ferdinand Peroutka se preguntaba por qué los comunistas lo habían elegido precisamente a él, si tenían a otros escritores del Partido más importantes y más famosos donde elegir. Por ejemplo, Vladislav Vančura, también torturado y asesinado por los nazis. La respuesta para Peroutka estaba clara: “Siempre es bueno que un símbolo, además, sea agraciado físicamente”.