Esther Ferrer no tiene miedo del "ritmo del tiempo"
El tiempo y el espacio son los temas principales en torno a los cuales se desarrolla la obra de la artista española de la performance Esther Ferrer. En el Instituto Cervantes de Praga se expone desde este martes una serie de autorretratos fotográficos de Esther Ferrer que muestran el paso del tiempo en su propia cara.
Desde 1981 Esther Ferrer se hace cada cinco años un autorretrato fotográfico, lo divide luego en dos y combina cada mitad de la cara con las de los años anteriores para documentar las huellas que marca el tiempo en su cuerpo. ¿No ha tenido alguna vez miedo de descubrirse de esta manera ante los ojos ajenos?, preguntamos a la artista española.
"Yo trabajo con el tiempo y el paso del tiempo que es irreversible, nadie sabe lo que es el tiempo, pero siempre deja su huella en todo, no solamente en las personas, en las cosas también. Esta es una idea que me ha interesado siempre, me ha fascinado siempre. No tengo miedo porque de todas formas voy a la calle. Porque envejezamos ¿nos tapamos la cara? No tengo miedo de que la gente me vea envejecer. Es una pregunta que, por decirte la verdad, no la entiendo, no comprendo como alguien puede tener un problema con el hecho de ser lo que es. Muchas veces me preguntan esto y yo pienso ¡si es tan normal! No puedes evitar el envejecimiento, allí está y lo mejor es aceptarlo e incluso jugar con él, manipularlo un poco para que sea menos desastroso, que de todas formas el envejecer es muy desastroso".
Esther Ferrer destaca que las fotos no están retocadas, lo único que el fotógrafo tiene que ajustar a veces es el tamaño para que las diversas mitades de la cara concuerden.La muestra en el Instituto Cervantes de Praga incluye una serie de fotografías titulada "De la nada a la nada", fotos montadas en varillas móviles y una radiografía de "las manos de la artista".
La artista inauguró su exposición con una performance que se llama "Hablar por andar o andar por hablar".
"Normalmente yo no explico nunca lo que hago. Prefiero que el espectador o la persona que lo ve interprete absolutamente libremente lo que quiera sin estar condicionada por lo que yo intenté. Además en la performance, en mi caso, todas las interpretaciones son buenas incluidas las malas, o sea, todo sirve. Es como en el cerdo, que no se tira nada, pues, en la performance que yo hago es igual, todo sirve, lo bueno, lo malo, que la gente intervenga o no, que me molesten o no me molesten, todo sirve y todo es la performance".
La exposición de Esther Ferrer "Al ritmo del tiempo" permanecerá en Praga hasta el 30 de noviembre. Seguidamente se trasladará al Instituto Cervantes de Sofía, Bulgaria.
Foto: Carlos del Romero