Ese bendito arte de piropear

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El arte de piropear, desconocido en la República Checa, toda una tradición en Latinoamérica y España. Los hombres en la calle hasta compiten por decir las cosas más bellas y ocurrentes a las damiselas de turno, aunque no es una tradición que reciba el consenso general.

Dora es una checa que por razones de estudio vivió durante tres años en Lima, Perú, país que le encantó. Allá, al otro lado del mundo, se dio cuenta de las muchas diferencias que existen entre ambas culturas, tantas, que está dispuesta a escribir un libro al respecto, aunque no es escritora, sino artista plástica.

Quizás lo que más le llamó la atención fue el hecho de que los varones en Lima, cuando ella paseaba por sus calles, se peleaban por decirle piropos, algo a lo que ella no estaba acostumbrada.

“No sé si es una palabra internacional pero en Perú se dice florear, eso acá en la República Checa no se acostumbra, si a un hombre le gusta una mujer en la calle no lo dice. En cambio allá sí. Generalmente no me gusta que me piropeen, pero cuando dicen cosas lindas sí, está bien, pero a veces dicen cosas fuertes y eso, por supuesto, es desagradable”.

Le pedimos a Dora que nos explique un poco qué clase de piropos le lanzaban los atrevidos peruanos.

“Cualquier cosa. ¿Algo lindo? Bueno, por ejemplo los taxistas me contaban poemas. Un taxista me dijo, ‘sabes, nosotros los peruanos somos muy poéticos’, y me empezó a piropear. Y yo le dije ‘ya, pues, eso es piropeo, eso no se llama poesía’. Me preguntó por mi nombre y me empezó a decir: ‘Ay, Dorita, Dorita, no sé qué, tus ojos verdes...’ (ríe)”.

Ahora confiesa que hasta echa de menos que alguien le diga en la calle cosas lindas, que le lance un buen piropo, sobre todo cuando el día es negro y anda deprimida.

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