Un punto de peregrinaje en el corazón de Europa
Alrededor de la estatua del Niño Jesús de Praga, se congregan cada año miles de visitantes. Ya sea en busca de la fe o por curiosidad, la gran afluencia de peregrinos hace de la iglesia de Nuestra Señora de la Victoria uno de los lugares más visitados de esta histórica ciudad.
Pero si hay algo que hace que este lugar sea único, es el hecho de que, desde 1641, la iglesia de Nuestra Señora de la Victoria es también el hogar de la famosa estatua del Niño Jesús de Praga, que adorna este templo y lo ha convertido en un lugar de peregrinación para muchos fieles que vienen de todas partes. Especialmente numerosos son los peregrinos que proceden de países de habla hispana. En las inmediaciones de la iglesia, un turista de Colombia, Gabriel Mantilla, nos habla sobre su visita a la iglesia y la importancia de la figura del Niño Jesús.
“Venimos de Colombia. En Colombia y en toda Latinoamérica es muy famoso por sus milagros el Niño Jesús de Praga. Entonces, casi que podríamos decir que venimos en peregrinación a ver al Niño Jesús de Praga. En Colombia son muy famosos sus milagros y la fe que le tienen concretamente a esa imagen.”En Radio Praga hemos podido hablar también con el actual prior de la orden que dirige la iglesia, el padre Pavel Pola, que nos ha atendido en español y, junto a una taza de café, nos cuenta un poco más sobre la interesante historia que rodea a esta iglesia y al Niño Jesús de Praga.
Viaje de ida y vuelta
La comunidad de los Carmelitas Descalzos comenzó a habitar este lugar en la primera mitad del siglo XVII. Sin embargo, la situación de la iglesia y el monasterio dio un vuelco cuando, en 1784, un decreto del emperador José II provocó la salida de los Carmelitas Descalzos del lugar, un destino similar al que sufrieron otras órdenes religiosas dentro del territorio de los Habsburgo a finales del siglo XVIII.En 1993, el arzobispo de Praga, Miroslav Vlk, pidió que los Carmelitas Descalzos regresaran de nuevo y tuviesen a su cargo la administración de la iglesia. Desde entonces, vuelven a habitar el monasterio –ahora reducido en tamaño respecto al original- un grupo de cinco monjes, que proceden de la República Checa, Italia e India. El padre Pola nos comentó algunos detalles respecto a la vuelta de la orden a este lugar.
“Nosotros como Carmelitas Descalzos volvimos a Praga en 1993. Y cuando volvimos en el 93, empezamos prácticamente de cero. La primera cosa que hicimos fue abrir la iglesia, porque antes estaba cerrada. Ahora la tenemos abierta todo el día y cada día”.
La vuelta de los Carmelitas Descalzos al monasterio provocó la revitalización de los peregrinajes para admirar la estatua del Niño Jesús.
El Niño Jesús de Praga
Esta pequeña figura de 47 cm atrae cada año a miles de personas de todo tipo. Desde grupos de creyentes que llegan a Praga con ese objetivo, hasta turistas curiosos interesados por la historia.El prior Pavel Pola nos cuenta que sus orígenes se remontan a España, pues aquí fue hecha la estatua en el siglo XVI.
“La estatua del Niño Jesús de Praga proviene de España y fue construida en el siglo XVI y a Praga llegó con una señora noble, María Manrique de Lara”.
Cuando la Duquesa María Manrique de Lara se casó con Vratislav de Pernštejn, trajo consigo esta figura, que posteriormente regalaría a su hija Polyxena. Fue esta última quien regaló la estatua a los Carmelitas Descalzos en 1628. Se considera que esta imagen nos ofrece la visión de un Dios piadoso y amable en su forma de niño, como nos comenta Pola.
“La estatua representa a Jesús como un niño pequeño y creo que es un símbolo muy bonito, porque representa prácticamente a un Dios al que no debes temer. Y eso creo que ayuda a mucha gente que llega aquí de todo el mundo que busca la fe también”.
Otro detalle que despierta curiosidad acerca de esta figura es su ropa. El Niño Jesús de Praga presenta vestidos de distintos colores que se adecuan al tiempo litúrgico. Muchas de estas prendas son regalos que ofrecen los fieles. Vestir y desvestir la estatua está considerado como un acto de veneración y, como nos indica Pavel Pola, se realiza siempre por las hermanas Carmelitas. Dentro de la misma iglesia, hay un museo donde se pueden ver algunas de estas vestiduras.
Un monasterio muy activo
También la actividad cultural y solidaria en torno al monasterio y la iglesia de Nuestra Señora de la Victoria ha crecido en los últimos veinte años. Los padres Carmelitas Descalzos realizan, por ejemplo, una misión de ayuda en la República Centroafricana, donde algunos de estos sacerdotes han acudido para colaborar en las tareas de apoyo a las necesidades sanitarias y educativas de la población.Durante todo el año, excepto durante el verano, se organiza en la iglesia una conferencia mensual, que cuenta con la presencia de invitados procedentes de distintos ámbitos dentro del mundo de la filosofía, la cultura y la religión. Asimismo, reciben la visita de grupos escolares que hacen una excursión hasta este lugar y realizan actividades de carácter pedagógico.
Los Carmelitas Descalzos se atreven incluso con la apicultura. En el patio del monasterio nos encontramos con unos panales destinados a la producción de miel. Una miel que cada año, a partir del verano, puede adquirirse en el monasterio por todo aquel que esté interesado.Otro aspecto fascinante de este recinto es que cuenta con una magnífica cripta donde, en el pasado, eran enterrados los Carmelitas Descalzos. Aunque ahora se encuentra cerrada, existen planes para realizar actividades abiertas al público en el futuro, añade Pavel Pola.
“Y debajo de la iglesia está la cripta, que es la más grande de Praga. Ahora no se puede visitar pero, en el futuro, queremos abrirla al público”.También llama la atención el interés de los Carmelitas Descalzos por el aprendizaje de idiomas. En el monasterio se hablan un gran número de idiomas, como el checo, el italiano, el inglés, el español, el francés, el hindi y el árabe. Ellos mismos ofician la misa en varias de estas lenguas, a la vez que permiten que grupos de fieles procedentes de todo el mundo traigan a sus propios sacerdotes para impartir misa en su idioma.