El poder mágico de las canciones de Karel Hasler

Karel Hasler

Sus canciones son inmortales. Hasta el presente siguen entonándose en familia, en las tabernas, así como en las escuelas de la República Checa. Hablamos de Karel Hasler, músico, cineasta y artista teatral del siglo XX a quien le corresponde un merecido lugar en la serie de Radio Praga dedicada al Año de la Música checa.

Las canciones de Karel Hasler tienen un poder mágico, evocan hermosos lugares de la capital checa especialmente, llenan de alegría, pero también, a veces, hacen llorar de emoción. Aquél que las escucha no queda indiferente.

El amor a la música le fue inculcado a Hasler por su madre, mientras que su padre, que era carpintero, insistía en la importancia de aprender algún oficio. Hasler nació en el año 1879 en las afueras de Praga y al acabar la escuela básica, comenzó en la capital checa el aprendizaje del oficio de guantería. Muy pronto, no obstante, se dio cuenta que no deseaba dedicar toda su vida a este trabajo.

En su tiempo libre se juntaba con un grupo de artistas aficionados y descubrió que las canciones y el teatro era lo que más le atraía. A esa tentación no logró resistir. Huyó de su casa por temor a la reacción de su padre y, dejando allí una carta de despedida, empezó a actuar en un teatro.

Los comienzos no fueron fáciles pero, poco a poco, Karel Hasler logró convencer de su talento y en el año 1903 fue aceptado, como actor principiante, al Teatro Nacional de Praga. Hasler aprendió a tocar además varios instrumentos musicales y a componer canciones que dedicaba especialmente a la amada por él ciudad de Praga. Esas canciones eran interpretadas posteriormente en un cabaret que Hasler fundó en Praga.

A lo largo de su vida, Karel Hasler compuso más de trescientas canciones y varias operetas. Fue autor de programas de cabaret, director de cine, escribió guiones para películas, además de desempeñarse como actor de teatro y de cine.

La popularidad de las canciones de Karel Hasler creció especialmente en los años de la Segunda Guerra Mundial, tras ser ocupada Checoslovaquia por la Alemania nazi. Hasler, como gran patriota y adversario de toda ideología totalitaria se incorporó al movimiento de resistencia antifascista. Sus canciones hablaban de la valentía de la nación checa y de su decisión de defender la Patria y su hermosa capital Praga, ante los ocupantes. La canción de Hasler "Nuestra canción checa" llegó a ser considerada por los checos un segundo himno nacional.

En 1941, a sus 63 años de edad, Karel Hasler fue detenido por la gestapo y enviado al campo de concentración nazi de Mauthausen. Allí, en diciembre de ese mismo año, se apagó para siempre la llama de la vida de uno de los más talentosos y populares cantautores checos del siglo XX. Lo recuerdan sus canciones y los bombones "Haslerky" que llevan su nombre y que, hechos de menta y de anís, ayudan contra la tos.