11) El incinerador de cadáveres, la gran ficción checa sobre el nazismo
Publicada en 1967, El incinerador de cadáveres de Ladislav Fuks fue muy bien recibida por la crítica y los lectores. Entre el terror y el humor negro, su escalofriante trama se refiere al nazismo pero también a la manipulación de cualquier tipo de régimen. En 1968 tuvo una adaptación al cine que se convirtió en un clásico de la nueva ola checa y terminó de darle a este libro una enorme vigencia ya que aborda un tema inagotable: el engaño de las apariencias.
La Segunda Guerra Mundial marcó la vida del escritor Ladislav Fuks, que nació el 24 de septiembre de 1923 en Praga. Ya en el colegio experimentó el horror de la época al ver cómo sus compañeros judíos eran perseguidos. Y su primera novela, El señor Theodor Mundstock (1963), desarrolla los momentos previos al instante crucial en que un hombre se ve obligado a cambiar definitivamente de vida al tener que ingresar a un campo de concentración.
Con esa novela que fue traducida al español y tuvo gran influencia en su tiempo, a los cuarenta años de edad Fuks ingresaba por la puerta grande de la literatura checa. Pero recién cuatro años después publicaría su libro más famoso: El incinerador de cadáveres, que también aborda los años del nazismo aunque de una manera muy especial, tal como explica la traductora, hispanista y guía de turismo Anna Tkáčová.
“A mí pensar ninguno de los escritores checos que han tratado el tema del nazismo ha utilizado medios literarios tan propios como este autor. Pienso que es ante todo su estilo panóptico, grotesco y a la vez poderoso la razón por la que la novela está tan bien evaluada entre los críticos y lectores”.
Tkáčová aclara, sin embargo, que El incinerador de cadáveres es un libro recomendado para lectores sensibles y atentos a los distintos recursos estilísticos y narrativos. Por nombrar solo uno, abundan las repeticiones de ciertas ideas o frases que, casi a manera de estribillo, recorren todas sus páginas. Y, como sucede en casi todas las obras de este escritor, está muy presente el concepto de “maldad”. Pero en esta novela en particular Fuks explora los más turbios rincones de la psiquis humana y la manipulación de una forma que muchos asocian al género de terror.
“Se la suele considerar una obra de horror y tiene algunos rasgos pero pienso que es mucho más: por ejemplo la escena de la exposición de figuras de cera moribundas es algo muy horroroso. Y el comentario de la pareja provinciana que aparece en esa escena contrasta con el comportamiento culto del protagonista Karel Kopfrkingl, y eso adelanta todo el desarrollo de la novela”.
Tkáčová explica que, desde un principio, la novela crea una gran tensión. Y recién al final el lector descubre que el mundo alrededor del protagonista es tan horroroso como se retrata en ese episodio de las figuras de cera. Sin embargo, en un primer momento, todo lo que conocemos acerca de él es que es un ejemplar padre de familia y trabaja en un crematorio. Además dice sentir un gran amor por su mujer y disfruta pasando tiempo junto a sus dos hijos. No obstante, Fuks va haciendo emerger en la trama un trasfondo muy diferente y esa misma distancia es, según Tkáčová, una de las grandes claves de esta novela.
“Son las diferencias entre lo que se dice y lo que se hace, un estilo que yo denominaría como Ramón del Valle-Inclán ‘esperpento’: enseñar la situación que aparentemente parece normal por medio de un espejo curvo que muestra las deformaciones de la sociedad”.
Es decir que el protagonista se considera a sí mismo una persona buena, decente y capaz de entender los problemas de sus prójimos vinculados, sobre todo, con la pobreza o la soledad. Pero al mismo tiempo es capaz de cometer los actos más aberrantes en nombre de lo que él o, mejor aún, las personas que ejercen sobre su carácter alguna influencia consideran correcto. En ese sentido es muy notable el hecho de que el protagonista repita todo el tiempo que es una persona abstemia y no fumadora como si eso fuera lo más importante en un hombre.
“Lo que atrajo mi atención fueron los nombres de las personas. Fuera del trabajo del protagonista muchos nombres de músicos importantes: Dvořák, Strauss, Wagner que tiene que ver con la afición del protagonista por la música, mientras que los que trabajan en el crematorio llevan nombres de animales como “liebre” o “cordero”, lo que tal vez alude al pensamiento pervertido del protagonista que a veces, en sus reflexiones, compara al hombre con los animales”.
Según Tkáčová no hay dudas de que el tema central de este libro son las apariencias ya que ninguna de las descripciones de sus personajes coincide con lo que son en realidad. De hecho, cuando se publicó en 1967 algunos lectores atentos encontraron ciertas metáforas y reflexiones que podían aplicarse a lo que en verdad se escondía bajo las apariencias del régimen comunista. Cuenta Tkáčová que la novela tuvo buena recepción también por parte de la crítica ya que fue publicada en una época de cierta libertad. Y esa aceptación del público impidió que la censura pudiera prohibirla de manera total, aunque sí aclara que no era fácil conseguirla y, en efecto, la segunda edición de la novela tuvo que esperar muchos años.
“Aunque no lo prohibieron totalmente porque podían decir que trataba sobre el nazismo fue considerado un libro muy pesimista y el pesimismo estaba prohibido, el optimismo era casi obligatorio. Entonces por eso no lo veían muy bien ni la censura ni los representantes políticos pero, a veces, se podía ver la película o se podía conseguir el libro”.
Afirma Tkáčová que la película basada en el libro se terminó volviendo aún más famosa que la novela ya que cuenta también con notables recursos artísticos y un equipo excelente de realizadores. El protagonista es Rudolf Hrušinský, quien también hizo de Švejk. Pero Tkáčová destaca, sobre todo, el trabajo de la gran actriz Vlasta Chramostová que, a pesar de que solo pronuncia dos o tres frases en el film, compone con sus gestos y expresiones una actuación magistral. También destaca el trabajo de cámara de Stanislav Milota quien además de estar casado con Chramostová fue asesor del presidente Václav Havel.
“Y todos estos recursos subrayaron estos contrastes y yo pienso que tanto el autor como el director y el camarógrafo no conocían la palabra ‘esperpento’ pero lo usaron mejor que el director español que filmó Luces de Bohemia de Inclán”.
Pero además de esa exitosa película que se convirtió en un clásico de la nueva ola checa, desde 1989 existieron cinco ediciones de El incinerador de cadáveres que en 2017 tuvo una adaptación nada menos que en el Teatro Nacional y un audio libro leído por el actor Miroslav Táborský. Y como si todo eso fuera poco incluso hubo una versión con marionetas de la novela.
Sin embargo, Tkáčová dice que lo más importante es la gran vigencia del libro ya que no puede dejar de pensar con mucha preocupación en el protagonista de esta novela cada vez que, por ejemplo, un político repite con frecuencia alguna frase sobre “la gente buena y decente”.