El Centro, comida española y alegría guatemalteca
Nació hace 43 años en Guatemala, pero lleva 21 fuera de su país. Norma Lam de Neruda, casada con un checo y con tres hijos dedica su tiempo al negocio que formó junto a su esposo, el restaurante El Centro.
“Y él estaba en mi clase y yo veía que siempre estaba viendo a las muchachas latinas. Y además era alegre, estaba aprendiendo español, ahí andaba con su libro en español, me hacía una gracia...yo decía pero este tipo si quiere aprender español. Cuando me empezó a enamorar yo decía pero está loco, yo no voy a salir con él, y al final terminamos casados y con tres hijos”.
En el año 95 se casaron por lo civil en Londres y más tarde se casaron por la Iglesia en Náměst nad Oslavov, un pueblo de Moravia donde nunca antes, en 800 años, se habían celebrado matrimonios de diferentes nacionalidades. Al principio vivieron allí con los padres de Radek, pero más tarde se trasladaron a Praga, donde montaron El Centro. Primero fue abierto como bar en diciembre del 97, pero al año siguiente El Centro se convirtió en restaurante español. Pero, ¿por qué un restaurante español?“No podíamos arriesgarnos a tener algo que la gente no conoce. Mientras la gastronomía española ya tiene su nombre, es como si hablas de gastronomía mexicana, o sea ya tiene un nombre y la gente va porque sabe que es buena. La comida de Guatemala es buena pero la gente no la conoce”.
Tortilla de patatas, aceitunas, paella, gazpacho andaluz o pulpo a la gallega, son algunos de los platos que elabora un cocinero de Argelia con experiencia en gastronomía española. Para beber disponen de 60 tipos de vinos, también españoles. Pero además, en este restaurante, recibirán un trato especial.“La atención es diferente. O sea, siempre hacemos que se sientan bien. Si les podemos ayudar, si no tenemos mucha gente pues les damos consejos sobre el transporte público, porque muchos pecan de que no saben usar los tickets o no los marcan y cuando ves tú en la calle les están poniendo multa. Entonces yo siempre trato, por todos estos problemas que he visto, de aconsejar a la gente”.
Sin embargo al Centro acuden desde españoles que añoran las patatas con huevos fritos, hasta japoneses, gente de países nórdicos y también checos. Pero, checos diferentes.“Sí tenemos gente que está contenta de venir y yo hablo un poco checo, aunque sea mal hablado, pero la gente se sonríe. O sea, aquí ves un checo diferente. O sea, no es el mismo checo cuando vas tú al supermercado que te atiende mal. Aquí el checo que viene es porque quiere algo diferente. O sea, que no se puede decir que todos los checos son iguales”.
Norma asegura que la tolerancia y aprender checo son las tareas más importantes que debe realizar todo extranjero que venga a vivir acá.
“En una tienda tú vas y empiezas a hablarles en inglés o en español y ya tú ves las caras. Pero si dices aunque sea el checo mal hablado ya ves que ya sonríen, ya ves que la gente es diferente contigo. Yo lo que pienso ahí en ese momento es que cuando no se logran entender es cuando la gente se pone furiosa”.Sin embargo ella tardó en aprenderlo, de hecho asegura que no lo habla del todo bien.
“Porque antes yo trabajaba en una clínica médica y ahí sólo trabajaba en inglés, no necesitaba el checo. Ahora sí, los niños ahora van a un colegio checo y claro vienen con tareas...Los niños ahora entre ellos se comunicacn en checo, antes no lo hacían. Entonces te das cuenta de que no entiendes a tus propios hijos”.
El mayor de los niños nació en Londres y los otros dos en Chequia. Pero cuando se les pregunta, ellos siempre responden que son de Guatemala, algo asombroso teniendo en cuenta que nunca pisaron el país de su madre. Norma siempre se comunica en español con ellos, en inglés con su esposo y los niños con su padre y entre ellos hablan en checo. Además el mayor también sabe francés, con lo que puede ayudarles a atender a los turistas franceses que acuden al restaurante. Y es que El Centro es ante todo un negocio familiar, donde usted encontrará comida española de la mano de una mujer guatemalteca que valora la tranquilidad de la vida en la República Checa, pero que nunca olvida la alegría de su tierra.