El abogado argentino de la comunidad hispanohablante en Praga
Guillermo Vidaillac es un abogado argentino que lleva nueve años radicado en la República Checa. A los dos años de llegar pudo convalidar su título y comenzó a ejercer acá. Y se siente un privilegiado, ya que a diferencia de otros países, los abogados checos no tienen mala reputación y son muy respetados.
“Sabés que todavía no la he podido ver. ¿La tenés? ¿Me la podés prestar? Dicen que es muy buena. ¿Es verdad eso? El actor es muy bueno, al actor lo conozco muy bien (Ricardo Darín). Eso se filmó donde yo trabajaba, que es un edificio hermoso, hermoso, arquitectura francesa de principios del siglo XX, de 1910, por ahí. Yo ahí trabajaba todos los días. Yo era secretario, pero no secretario de hacer las cosas. Nosotros tenemos el juez, luego abajo está el secretario, y luego abajo está todo el staff de los que trabajan”.
De secretario en un juzgado bonaerense a expatriado en un país cuya lengua no conocía. ¿Por qué decidió venirse a la República Checa?
“La gran pregunta. Bueno, yo conocí a quien es hoy mi mujer, que es checa, la conocí en Buenos Aires en una reunión de amigos. Vivimos como un año y medio en Buenos Aires y luego decidimos mudarnos a la República Checa”.Y reconoce que los primeros meses fueron los más complicados de sobrellevar, debido principalmente a la soledad y al nulo conocimiento del idioma checo.
“El comienzo fue muy difícil. Yo no tenía nada que hacer aquí, mi mujer estaba trabajando, en ese momento era mi novia, y nada, esperaba que ella terminara de trabajar para estar con alguien, porque me la pasaba todo el día solo, paseando, mirando, leyendo y buscando un trabajo. Fueron como seis, siete meses así y lo recuerdo como una época bastante dura”.
Fue una época dura, pero logró salir adelante.
“Yo toda mi vida me dediqué esto del derecho. Ya te digo. Incluso de estudiante ya trabajaba en una corte. Me gustaba mucho lo que hacía en la Argentina, iba a trabajar con gusto, amaba lo que hacía. Entonces comencé a ver cómo vincularme con ese mundo aquí. Y tuve la suerte de conocer a un abogado que es bastante famoso aquí, Václav Vlk, que está muy a menudo en televisión y escribe artículos en periódicos de Praga, y él me comentó en aquella época que tenía algunos clientes españoles y por qué no hacíamos algo juntos. Me dijo: ‘Te ofrezco la estructura que tengo. Lo que sí tienes que hacer es tu examen y revalidar tu título aquí’. Y yo le dije pues nada, sí, lo voy a hacer, por qué no”.
Entonces vino la parte tediosa: convalidar su título de abogado en Chequia.“Ahí hice todo el tema de los papeles que fue bastante complicado con el título, traerlo, apostillas, certificaciones, hasta que bueno, me dieron un turno para hacer el examen en el Colegio de Abogados checo. Lo hice en inglés, porque en ese momento no hablaba checo, pero ahora lo haría también en inglés, porque era bastante complejo. Y nada, fue un examen que duró desde las 8 y media de la mañana hasta las dos de la tarde, un examen escrito y oral. Y por suerte, gracias a Dios lo pasé. Tuve que estudiar mucho derecho checo, Constitución checa, derecho europeo, sí”.
Aunque asegura que no fue tan complicado el examen en sí, porque ya traía la base del derecho desde Argentina y como todo el derecho está relacionado, cuando entra uno entran todos.
Eso ocurrió en el año 2003. Antes se había ganado la vida como profesor de español. Pero desde entonces trabaja en un despacho checo-español, Moreno Vlk y Asociados, que atiende a clientes hispanohablantes en toda la República Checa. Y la verdad es que le sienta muy bien ser abogado en este país.“Tanto en España como en Latinoamérica hay muchísimos abogados, muchos. Y aquí es una profesión un poco más elitista. Imagínate que en todo el país hay solo entre ocho mil y nueve mil abogados, para diez millones de habitantes. O sea, la proporción es mejor. Y tiene un estatus más alto, no sé cómo explicártelo, se les ve con otros ojos a los abogados”.
Además, los abogados checos le han tratado con un respeto enorme y de inmediato lo aceptaron. Lo que sí no entiende es la poca cultura cívica de los checos.
“Aquí les vendría muy bien tener, no sé, digamos que diez años de voto obligatorio, porque aquí la gente no tiene educación cívica. No le importa participar y los ciudadanos normales la única participación política que tenemos es mediante el voto, no tenemos otra manera de participar políticamente, nosotros no estamos en el Parlamento, nosotros elegimos a los parlamentarios y como acá la gente no se interesa, sería bueno que el voto fuera obligatorio”.Guillermo Vidaillac compara el caso checo con la Argentina, donde también hubo dictadura y ahora el interés por votar es bastante alto.
“Es muy llamativo que en un país donde 48 años no has tenido la posibilidad de votar, aquí a la gente no le interese. Así es como te digo que la participación cívica es muy pobre, pero aquí me gusta porque la gente se queja en el bar, ¿sabés? Eh, nos han aumentado estoy y esto. Entonces un día le pregunté a uno: Y tú has ido a votar. No. Entonces cállate, no te quejes, si tú dejas que esta gente haga lo que quiera”.
Pero aparte de esos pequeños detalles que más que molestarlo le alegran la existencia, Guillermo Vidaillac reconoce que se siente muy feliz siendo un abogado argentino que trabaja en la República Checa, aunque no descarta nunca volver algún día a su país.