El 18 % de la población checa tiene serios problemas económicos

Jaroslava Dušková, foto: Jan Kolář, ČRo

Según el estudio sociológico encargado por la Radio Checa, el 18 % de la población tiene serios problemas económicos y poca perspectiva de mejorar esta situación.

Jaroslava Dušková,  foto: Jan Kolář,  ČRo

El estudio sociológico “Separados por la Libertad”, encargado por la Radio Checa y que divide a la sociedad de la República Checa en seis grupos, coloca en el punto más desfavorecido a la que ha denominado como la “clase que sufre”.

Este grupo, del que forma parte el 18 % de los habitantes de Chequia, se caracteriza por tener unos ingresos y unas posesiones por debajo de la media. Asimismo, son el grupo con menor nivel de formación: el 22 % solo cuentan con la educación básica.

Jaroslava Dušková,  foto: Jan Kolář,  ČRo
Para conocer un poco más acerca de la vida de una de estas personas, la Radio Checa entrevistó a Jaroslava Dušková, una mujer prejubilada por invalidez que vive en Bohumín, en la región de Moravia-Silesia.

A pesar de su invalidez parcial por problemas en la columna vertebral y en los riñones, la señora Dušková acude varios días a la semana a limpiar en las instalaciones del Ejército de Salvación para ganar un dinero extra, ya que su pensión no le da para vivir.

“Necesito que este lugar me ayude a pagar el alquiler, porque con mi pensión no llego, entonces trabajo unas 20 o 30 horas a la semana”.

Esta institución lleva a cabo diferentes obras sociales para ayudar a las personas más desfavorecidas. Por el momento, todos alaban el trabajo de la señora Dušková, como recalca Dana Skařupová, del Ejército de Salvación.

“La señora Dušková es muy amable y responsable. Es trabajadora y lo hace todo muy bien”.

Sin este trabajo extra, sería imposible pagar el piso de una habitación donde vive. Aunque esta es una vivienda social y no es cara, su pensión es de solo 230 euros, cuenta Jaroslava Dušková.

Jaroslava Dušková,  foto: Jan Kolář,  ČRo
“De la pensión de invalidez recibo 230 euros al mes, después recibo una ayuda social a la vivienda que es de unos 150 euros. Y mis gastos son de 195 euros de piso, 78 euros para facturas, y el resto es para la comida”.

Es por ello que en su casa no desperdicia nada. Con todos los alimentos es capaz de preparar algo antes de que caduquen, según indica.

“No se puede derrochar, hay que ahorrar. Así que no tiro a la basura ningún alimento”.

Al vivir con lo justo, la señora Dušková tiene muy difícil hacer frente a gastos inesperados. Según sus cuentas, puede gastar unos 20 euros a la semana en comida. Entonces, cuando se le rompe un electrodoméstico supone un serio problema, como le ha sucedido recientemente con la lavadora.

“Tengo un vecino que tiene un conocido que arregla lavadoras, y estoy esperando a que me diga por cuánto me va a salir. Aunque he separado un poco de dinero para esto, por culpa de este problema voy a tener menos dinero para comida”.

Las personas que forman parte de la llamada “clase que sufre” no tienen un círculo social en el que apoyarse. Jaroslava Dušková explica que no ha tenido mucha suerte con los hombres. Tras divorciarse de un marido que era alcohólico, tuvo un segundo novio que la maltrataba.

“Me pegaba a mí y a mi hijo. Yo no podía ni ir al trabajo, y un día, me rompió la nariz y un brazo y me dije a mí misma que ya basta. Cogí al niño, dije que iba a bajar a tirar la basura, y huimos”.

Para ella, que estuvo un tiempo viviendo en un asilo para personas sin recursos, tener un piso donde vivir significa mucho. A pesar de su situación económica tan difícil, Jaroslava Dušková dice que este piso la hace feliz.

Foto ilustrativa: Magdalena Kašubová
“La libertad para mí es tener mi piso y mis muebles. Ir a donde quiero, echarme a descansar, salir a las escaleras y hablar con mi vecina. Porque estuve viviendo en una institución de asilo y allí existe un régimen, no había visitas, había que registrar cuando salías y entrabas, te vigilaban, aunque en un buen sentido. Ahora tengo este piso municipal y puedo disfrutar de mi libertad”.

En cuanto a su tiempo libre, la señora Dušková tiene hábitos modestos. Le gusta pasar la mayoría del tiempo en un pequeño jardín que hay frente a su piso, donde cultiva varios alimentos, lo que además de ser un hobby le permite ahorrarse algo de dinero.

También le encanta leer, principalmente libros de detectives y cuentos. Estos últimos porque dice que le recuerdan a la niñez.

Desgraciadamente, no tiene dinero para irse de vacaciones, pero dice que su sueño sería ir a algún sitio en la naturaleza.

“Es mi sueño, un camping, una cabaña cerca del agua, en el bosque con setas. Ese es mi deseo”.

Para las personas de la “clase que sufre”, como la llaman los sociólogos, el mayor problema es que no tienen ni siquiera los recursos ni el apoyo suficientes para cambiar su situación a mejor.

Las profesiones más destacadas en este grupo de población son del ámbito de la construcción, trabajos manuales no especializados y vendedores en comercios. Sin embargo, los que predominan son los jubilados.

En lo que respecta al género, las mujeres son las que más sufren estas condiciones, ya que conforman el 60 % del conjunto total.

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