De Sophia Loren a Beyoncé, el Instituto Italiano de Cultura de Praga exhibe vestidos icónicos de Hollywood
El Instituto Italiano de Cultura de Praga presenta la exhibición Fotogrammi di moda italiana, que recorre buena parte de la historia del cine a través de los vestidos hechos para grandes estrellas de la gran pantalla como Audrey Hepburn o Scarlett Johansson, pero también la diva Maria Callas o la modelo checa Eva Herzigová. La directora del centro, Marialuisa Pappalardo, comentó para Radio Praga Internacional la importancia histórica y cultural del proyecto.
La exhibición Fotogrammi di moda italiana presenta más de 40 vestidos de cine, algunos de los años 50 y otros más modernos, pero todos igualmente emblemáticos. Más allá de los vestidos, esta exhibición es un recorrido histórico y cultural, dice la directora del Instituto Italiano de Cultura, Marialuisa Pappalardo.
“Los hemos elegido por su conexión con el mundo del cine y también porque cuenta una historia muy especial, que es la historia del Made in Italy, que llegó a ser conocido en todo el mundo gracias al cine internacional y, en particular, a las grandes producciones de Hollywood”.
Una historia que comienza a escribirse hacia la mitad del siglo XX, prosigue Pappalardo.
“Todo empezó después de la Segunda Guerra Mundial, cuando muchas producciones de Hollywood llegaron a Roma, a los estudios de Cinecittà, para hacer películas. Y para ello emplearon a la gente del lugar. Eso dio la posibilidad a muchos estilistas de ser conocidos, porque claramente sus creaciones entraron a formar parte de las películas. Estamos hablando entonces de los años 50, y ahí comenzó esa historia”.
A través de los vestidos, incluso podemos apreciar el contexto y el progreso histórico del mundo en esas décadas. Un hito en este aspecto, señala Marialuisa Pappalardo, es el vestido que quizá llama más la atención de toda la muestra, el espectacular diseño con el que Anita Ekberg se bañó en la Fontana de Trevi frente a un pasmado Marcello Mastroiani en la mítica escena de La dolce vita.
“Aquí tenemos vestidos que nos enseñan cómo el cine realmente es un factor de cambio también de estilo a nivel internacional. Tenemos vestidos de Lana Turner, una actriz americana de los años 50, cuando hay un estilo de la mujer muy soñador, con un aire sentimental. Llegamos luego a La Dolce Vita, donde cambia totalmente también la figura femenina, porque hay un vestido que sigue las líneas del cuerpo de la actriz. Entonces, vemos un tipo de feminidad diferente, más sensual, y eso cambió también la moda en todo el mundo. Es importante entender cómo, a través del cine, se impactó en el imaginario y el estilo de la moda a nivel global”.
Entre los vestidos exhibidos hay creaciones de diseñadores italianos icónicos a nivel mundial, entre los cuales destacan Fernanda Gattinoni, Renato Balestra, Emilio Schubert, Sartoria Peruzzi, Laura Biagiotti, Armani, Valentino y Guillermo Mariotto, entre otros. Estas piezas, utilizadas por actrices de renombre como Sophia Loren, Monica Bellucci e incluso la modelo checa Eva Herzigová. Son fáciles de reconocer, dice la directora del Instituto.
“Aquí tenemos los vestidos originales que fueron diseñados para películas protagonizadas por Ingrid Bergman, Audrey Hepburn y muchas otras divas que han llevado al mundo el estilo italiano”.
También hay creaciones más recientes, igualmente icónicas, utilizadas por celebridades actuales. Estas piezas resultan especialmente emocionantes para las audiencias jóvenes, que no siempre están familiarizadas con las películas clásicas mencionadas.
“Es una historia actual, es nuestro presente también, porque empezamos como un recorrido en los años 50, pero llegamos hasta los días de hoy con las creaciones que ahora se hacen para grandes actrices, pero también, por ejemplo, para influencers o cantantes. Aquí tenemos dos vestidos que fueron diseñados, por ejemplo, para Beyoncé”.
A través de la calidad y el diseño de los vestidos, algunos de los cuales tienen más de 60 años, se puede observar el aprecio de la cultura italiana hacia la moda.
“Es fundamental también entender la fuerte conexión que hay entre la moda, que representa un poco las características de la cultura italiana, con el territorio, una fuerte conexión con las tradiciones, que, por ejemplo, podemos ver en el tipo de trabajo en los vestidos que están aquí. Estamos hablando de vestidos de alta costura. Estos vestidos fueron pensados para un personaje específico de una película y también para unas actrices. Todo esto para nosotros es muy importante y nos gusta compartirlo con el público checo en particular, pero también con personas que llegan de todo el mundo, compartir con ellos este patrimonio”.
Pappalardo comparte con Radio Praga Internacional el proceso detrás de la exhibición. Adicionalmente, menciona que la muestra también rinde homenaje a la República Checa.
“La idea era diseñar un recorrido de 70 años, más o menos, empezando en los años 50 hasta llegar al presente. Como segundo aspecto, mostrar diferentes modelos para enseñar las distintas elaboraciones en los vestidos. También hemos incluido un vestido que es un homenaje a la República Checa, porque fue diseñado para una modelo checa, Eva Herzigová. Lo tenemos aquí en exposición porque nos gusta subrayar el vínculo con el país, en este caso, con la República Checa”.
Una exposición incluso pensada para el bellísimo espacio del propio Instituto Italiano de Cultura en Praga, un claustro y una capilla barroca abovedada con frescos, añade Pappalardo.
“Otra cosa muy importante ha sido poner estos vestidos en diálogo con los espacios de nuestro instituto, que son muy particulares. Aquí nos encontramos en una maravillosa capilla barroca. Entonces, también la idea fue recorrer la historia, la tradición y la elaboración hasta llegar al presente”.
De hecho, como explica la directora, el de Praga puede ser el más antiguo de todos los Institutos Italianos de Cultura del mundo, ya que se inauguró ni más ni menos que en 1922.
La exposición permanecerá en el Instituto Italiano de Cultura hasta el 18 de enero de 2025.
A pesar de que la exhibición es un viaje en el tiempo a la década de los 50 y 60, puede ser apreciada por públicos de todas las edades. Para un público mayor, puede ser emocionante ver una prenda utilizada por un personaje reconocido, comenta la directora. Para los jóvenes, aunque no reconozcan las obras clásicas, la experiencia sigue siendo positiva.
“Para los más jóvenes es una sensación diferente, una experiencia distinta, y hay muchas maravillas aquí. Se quedan impactados por la cuestión de la elaboración, porque aquí hay vestidos cuyo bustier, por ejemplo, requirió hasta dos meses de trabajo. Estamos hablando de alta costura; es algo que no es común. Entonces, los jóvenes quedan más impactados pensando en el tiempo y la elaboración que se necesita para hacer estos vestidos, y sienten mucha atracción especialmente por los vestidos de Beyoncé, que pertenecen a su mundo”.
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