Cómo llegó la papa a las tierras checas

Exposición “Patatas: un tesoro enterrado” (Foto: Martina Schneibergová)

No es guapa, pero es muy sabrosa. Lleva una capa amarilla, marrón, rosada o también violeta. Es una ancianita, pero no envejece. Vale oro y la conocen en el mundo entero. ¿Saben quién es? En América Latina la llaman la papa, en España patata, y en la República Checa brambora. Llegó a las tierras checas en el siglo XVII y con el correr de los años se convirtió en un ingrediente imprescindible de la gastronomía local.

La patria original de la patata es el altiplano de los Andes. En la zona donde se encuentra Perú, Bolivia y Chile se cultivaba ya en los tiempos precolombinos.

En Europa la patata fue introducida por dos vías. En los años 60 del siglo XVI entraron en el continente viejo a través de la ciudad española Sevilla. En los años 80 del mismo siglo la patata viajó a través de Irlanda e Inglaterra a Europa del Norte y de allí de vuelta a América del Norte donde entonces era totalmente desconocida, según explicó Dana Strnadová, comisaria de la exposición “Patatas: un tesoro enterrado”, instalada en el Museo Nacional de Agricultura, en Praga.

“La primera mención escrita sobre la patata en las tierras checas procede del año 1632 cuando aparecieron por primera vez en la mesa del conde Vilém Slavata, que las recibió como un regalo de cumpleaños de los franciscanos. Los monjes franciscanos cultivaban la patata en su monasterio de Jindřichův Hradec”.

Vilém Slavata fue un noble checo que apoyaba la iglesia católica. Por sus méritos a favor de la casa de los Habsburgos, fue nombrado gobernador. En 1618 representantes de la nobleza protestante checa lo arrojaron junto con Jaroslav Bořita de Martinic por una ventana del Castillo de Praga. Esta defenestración dio inicio a la sublevación de los estamentos checos que desembocó en la Guerra de los Treinta Años.

Vilém Slavata
Pero volvamos a la patata. En el siglo XVII no representaba todavía un cultivo habitual en el campo checo, sin embargo, había penetrado ya en la conciencia de los habitantes.

Al comienzo, la patata se cultivaba como una rareza botánica, en jardines de los monasterios y de los palacios de la nobleza. La gente admiraba las hermosas flores de la planta. Después probó las bayas, que son venenosas, sin saber que lo que se come son los tubérculos que quedan ocultos bajo la tierra.

Desde el siglo XVIII la patata pasa a la dieta de los checos. El comienzo de su cultivo como alimento coincidió con épocas en las que la población sufría escasez de víveres, precisó Dana Strnadová.

Exposición “Patatas: un tesoro enterrado”  (Foto: Martina Schneibergová)
“En algunas zonas empezó a cultivarse a mediados del siglo XVIII, en otras regiones fue desde principios del siglo XIX. Entonces, no podemos afirmar que vino una ola y la patata se divulgó de repente por todo el territorio del país”.

A medida que la patata ganaba importancia como alimento penetraba en la cultura popular pasando a ser tema de canciones, poemas, cuentos de hadas y pronósticos meteorológicos.

Se decía, por ejemplo, que si llueve el día de San Francisco, es decir el 9 de marzo, no habrá cosecha de patatas.

Y que hay que plantar las patatas el día de San Marco, o sea el 25 de abril, para se den muchas.

Y que la primera cosecha de patatas es el día de San Jacobo, el 25 de julio.

Exposición “Patatas: un tesoro enterrado”  (Foto: Martina Schneibergová)
Sin embargo, la patata no era sólo una comida que llenaba los estómagos vacíos. Nuestros antepasados descubrieron las características purificantes del almidón y utilizaban los tubérculos crudos, cortados por la mitad, para pulir los cristales y espejos.

Además, la patata sirvió en el pasado como una planta medicinal, lo cual pocos checos saben, apuntó Dana Strnadová.

“El zumo natural de las patatas es muy sano, fomenta la digestión y alivia los calambres. Los masajistas utilizaban la fécula de patata para masajes, ya que cumplía muy bien este fin y además no dañaba la piel de las manos. También se usaba para curar eccemas e hinchazones. Cuando uno tenía una fuerte tos irritante inhalaba el vapor de las hojas de patata, que facilitaba la respiración”.

Embajador peruano en la República Checa,  Alberto Salas  (Foto: Martina Schneibergová)
En su cuna, Perú, se aprovechan los efectos curativos de la patata hasta hoy día, afirmó el embajador de ese país en la República Checa, Alberto Salas.

“En el campo se usa mucho. Se dice que la fécula de la papa es buena para los dolores de cabeza. Se hace un emplasto de fécula de papa y se coloca en la cabeza para calmar el dolor. También hay algunos remedios que se hacen con la papa fermentada contra la tos”.

La papa es el alimento básico de la cocina peruana, explicó Alberto Salas opinando que si un día los peruanos no comen papa, les faltará algo.

Lo mismo podría decirse de los checos. Acompañamos con las patatas la carne, hacemos de ellas sopas, las asamos y freímos, o simplemente machacamos las patatas cocidas con un trozo de mantequilla y un poco de leche y las servimos con un vaso de leche cuajada.

Exposición “Patatas: un tesoro enterrado”  (Foto: Martina Schneibergová)
La ingeniera Dana Strnadová reveló que las patatas son también su plato preferido.

“Prefiero las patatas a todos los acompañamientos porque tienen pocas calorías y son bien digestibles. A mí me gustan preparadas a cualquier estilo: fritas, asadas al horno en cáscara, cocidas con requesón y leche y como una sopa de patata”.

¿Qué te parecería, …, si ofreciéramos a nuestros oyentes una receta para poder preparar algún típico plato checo de patatas.

¿Por qué no? Por ejemplo, “kucmoch”, un clásico de las abuelas checas. Busquen un lápiz y un papel, amigos, y después de una breve pausa musical continuaremos.

Para preparar “kucmoch” necesitamos tres huevos, una cucharada de mejorana, cinco dientes de ajo, pimienta negra molida, un kilo de patatas, un decilitro de leche, sal, 200 gramos de chicharrones y 400 gramos de chucrut.

Lavamos las patatas y las cocemos en agua sin pelarlas. Pelamos las patatas cocidas y las machacamos. Pelamos el ajo y lo molimos. Cortamos el chucrut en trozos finos y picamos los chicharrones. Añadimos a las patatas chucrut, chicharrones y ajo. Sazonamos la mezcla con sal, pimienta y mejorana y mezclamos todo bien.

Papas ala huncaína  (Foto: Martina Schneibergová)
Untamos con grasa la plancha para asar y colocamos por encima la masa de patatas. Asamos el “kucmoch” en el horno precalentado.

Mientras tanto batimos en leche tres huevos que luego vertemos sobre el “kucmoch”, aproximadamente cinco minutos antes de terminar de asarlo.

Y ya podemos servir el “kucmoch” con pepinos agrios o ensalada.

Foto: Martina Schneibergová
¡Qué les aproveche!

Los que deseen averiguar más sobre la patata y pasen estos días por Praga, pueden visitar el Museo Nacional de Agricultura donde hasta el 3 de agosto permanecerá abierta la exposición “Patatas: un tesoro enterrado”.

Los comisarios de la muestra pensaron también en los niños. En la exposición está instalada una pizarra magnética en la que pueden componer de piezas sueltas distintas plantas o un mapa ciego de Europa en el cual pueden dibujar por dónde y cómo llegó la patata a Europa. O pueden sentarse a un ordenador y cultivar virtualmente una especie de patata.