Chequia se quiere subir al tren de la alta velocidad
Un TGV, un tren de alta velocidad francés, viajó desde Děčín a Brno parando en Praga y otras estaciones intermedias para hacer las delicias de muchos entusiastas pero, sobre todo, para que se hable de la necesidad de ese tipo de infraestructura en Chequia. El Gobierno quiere empezar a construir el primer tramo de alta velocidad en 2025. La oposición lo considera un “cuento de hadas”.
Es la primera vez que un tren de alta velocidad pisa suelo checo. Además, atravesó el país por su línea férrea casi de punta a punta, pero lo hizo a poca velocidad, tardó dos días, y lo hizo remolcado, y con largas paradas para que los checos que la prensa y los aficionados a estos trenes puedan verlo en persona y soñar con el día en que pasen de verdad por el país, pero en un abrir y cerrar de ojos, que no dé tiempo casi a mirar el móvil antes de llegar al destino.
Muchos han criticado que el tren traído para esta campaña organizada por el Ministerio de Transportes y la Administración de Ferrocarriles no sea precisamente de última generación, sino uno ya casi histórico del año 1980, además del precio de su alquiler, unos 400 000 euros, por pasar varios días en exposición en diferentes lugares.
Lo cierto es que si fuera nuevo y estuviera en servicio no se habría podido traer únicamente para ser admirado, y que, como apuntó el ministro de Transportes Martin Kupka, su edad refleja el atraso que lleva el país con respecto a Europa occidental. Sin embargo, el ministro defendió para la Televisión Checa que el momento de la alta velocidad está ya próximo para Chequia.
“Creo que reina un acuerdo entre toda la representación política, no solo en la coalición de Gobierno, de que la República Checa necesita el tren de alta velocidad para contarse realmente entre los países con un sistema desarrollado de transportes. Y ya que de cara al futuro tenemos que hacer que nuestro transporte de personas y mercancías sea lo más respetuoso posible con el medio ambiente, el tren de alta velocidad es algo importante”.
El único problema de la alta velocidad es, efectivamente, el alto precio de su construcción. El coste del alquiler de este TGV tampoco es gran cosa cuando uno escucha a Martin Švehlík, el director del departamento de Preparación del Trazado de Alta Velocidad, enumerar los costes que se le vienen a las arcas checas para empezar con las obras, como se pretende, dentro de tres años.
“Este año irán a parar a la preparación de todos los proyectos del trazado de alta velocidad unos 20 millones de euros. El año que viene necesitaríamos unos 56,5 millones de euros, y ahora, por primera vez en la historia, hemos pedido la financiación para el inicio de las obras en 2025. Después, para mantener el ritmo de construcción y de los compromisos que se están estableciendo con la Unión Europea, necesitaríamos cada año unos 1213 millones de euros”.
El exministro de Transportes Karel Havlíček, del anterior gobierno del movimiento ANO, se declara un fan incondicional de la alta velocidad e insistió en la Televisión Checa que el anterior Gabinete de Andrej Babiš fue el que más hizo nunca por avanzar en los planes en el país para su construcción. Pero también dejó claro que no le salen las cuentas con los planes actuales.
“Cuando he visto lo que se ha filtrado de lo que seguramente es el borrador del presupuesto del Ministerio de Transportes para los dos próximos años, ya solo con el presupuesto de 2023 es una auténtica apocalipsis. Si el Ministerio de Finanzas lo piensa en serio, mi cálculo por encima es que a Transportes le van a faltar entre 1400 y 2200 millones de euros en 2023 solo para infraestructuras básicas ferroviarias. Y ahora estamos hablando de invertir varios miles de millones de euros más en el tren de alta velocidad, aunque sea en parte gracias a fondos europeos, eso sí, pero me suena todo un poco a un cuento de hadas financiero”.
Kupka confía en encontrar los instrumentos financieros necesarios, además de la colaboración de Alemania y Austria, que también se verían beneficiadas de una mejor conexión con Praga y Brno.
Lo cierto es que en los últimos años se ha pasado de las declaraciones vacías en apoyo de la alta velocidad a los hechos. Existen planes concretos de trazados, que unirían Dresde con Ústí nad Labem y Praga, para luego seguir hacia Jihlava y Brno, con un trayecto de menos de una hora entre las dos principales ciudades del país, antes de seguir a Viena o Bratislava en una primera fase, con la que Chequia quedaría conectada con las principales ciudades y capitales europeas occidentales por alta velocidad. Después le llegaría el turno a Ostrava y, de allí, a Katowice, en Polonia, donde sus planes avanzan rápidamente. También existe ya un proyecto ganador para la construcción de una espectacular estación principal de alta velocidad para Praga a las afueras, a la que se llegaría por autopista, tren o incluso metro, pero con un ramal para el propio tren de alta velocidad, por supuesto, que llegaría hasta el corazón de la capital.
En un país en el que hasta la fecha toda gran obra pública de infraestructura, ya sea un túnel, una autopista o incluso la reparación de una autopista, se ha alargado tradicionalmente lo indecible por incontables motivos, la alta velocidad es el gran reto de futuro de la República Checa si quiere no seguir perdiendo el tren.