“Burundi, entre la guerra y la paz” impacta en festival Un Mundo

'Syntoniser Amani'

Una película sobre los medios de comunicación, los estereotipos de África y el amor hacia el pueblo burundés. Así caracterizó el director español Germán Reyes su documental Syntoniser Amani: Burundi, entre la guerra y la paz, que se estrenó el pasado viernes en el festival de cine documental sobre derechos humanos, Un Mundo.

Burundi es una pequeña república en la región de los Grandes Lagos en el centro de África en la que viven unos seis millones de habitantes. En julio de 2005 se celebraron en Burundi elecciones democráticas después de doce años de conflictos sangrientos. “Este hecho nos llamó poderosamente la atención”, explica Germán Reyes el motivo por qué se dirigió a Burundi para filmar allí un documental.

“El rodaje realmente se produjo durante dos meses y medio que están justo en la frontera del 2006 con el 2007. Pero hubo suficientes viajes al terreno para conocer la realidad a la que nos íbamos a enfrentar con las cámaras, las cosas sobre las que queríamos hablar o las cosas sobre las que también queríamos que nos explicaran, que nos hablaran”.

Los protagonistas del documental Syntoniser Amani son tres jóvenes, ex combatientes de la guerrilla hutu FNL, que respondieron al llamamiento del presidente de Burundi para que abandonaran las armas y se sumaran al proceso de paz. En un centro de desmovilización esperan la ayuda prometida por el Gobierno y el Banco Mundial, atrapados en una situación de ilegalidad en la que unos los consideran desertores y otros guerrilleros.

Germán Reyes confiesa que fue difícil acercarse a la gente, lo cual demuestra una secuencia donde un grupo de adolescentes desmovilizados se opone enojado a hablar con los cineastas.

“Fue nuestra apuesta dejar a los muchachos explicarse, decir, bueno, tenemos nuestras dudas de que esto vaya a servir para algo. También fue apuesta fuerte por parte de nosotros mostrar a nosotros mismos en la imagen para demostrar también nuestra preocupación y el hecho de que es muy difícil la comunicación con el continente africano, entre europeos y africanos por todas las relaciones de colonización y poscolonización que se han ido sucediendo en el último siglo y algo”.

El guión y el estilo del documental apuntan hacia lo que expresa su título. Syntoniser significa en francés sintonizar, Amani quiere decir en el idioma swahili paz.

“Es decir buscar el significado de paz, tocar el dial de la radio para sintonizar la paz, para encontrar qué es eso de la paz. Porque unos dicen que es una cosa, otros dicen que es otra. Entonces, sintonizando la paz a ver si se halla un encuentro, más bien se halla una distorsión de esas típicas de la radio, esos efectos feos cuando la onda no llega a tu transmisor. Se juega mucho con esa idea sonora de la sintonización, estos ruidos, que vienen a explicar un poco la dificultad por llegar a un acuerdo de lo que debe significar la paz, qué es la paz para ellos, qué es la paz para nosotros”.

En 2008 fue firmada la tregua entre el Gobierno burundés y el movimiento FNL. La mayoría de los desmovilizados recibió dinero del Banco Mundial y regresó a sus casas. Nadie puede garantizar, no obstante, que siguen allí y no han vuelto a las armas.


Transcripción de la entrevista con Germán Reyes, director del documental Syntoniser Amani: Burundi, entre la guerra y la paz.

¿Cuándo y cómo surgió la idea de hacer un documental sobre Burundi?

“El origen se sitúa en el año 2005 cuando fueron elecciones democráticas en Burundi, un proceso al que se llegó después de una serie de negociaciones regionales entre diversos gobiernos africanos con intervención de la ONU etc. Se llegó a las elecciones democráticas después de muchísimo tiempo de guerra y de conflicto muy sangriento en la región en el que había habido una guerra tras otra durante mucho tiempo, un conflicto muy largo. Entonces, este hecho de las elecciones democráticas nos llamó poderosamente la atención, nos preguntamos ¿qué es esto de hacer elecciones con urnas en Burundi? Es un poco extraño, vamos a ver qué es, vamos a intentar hacer algo allí. Nos desplazamos para ver qué tal, investigar un poco y de allí fue surgiendo ya la idea de toda la película”.

¿La película fue filmada en el año 2006, antes de Navidades? ¿Cuánto tiempo pasaron en el país haciendo el documental?

“En realidad hubo varios desplazamientos sobre terreno. Aunque el rodaje realmente se produjo durante dos meses y medio. Pues, dos meses y medio que están justo en la frontera del 2006 con el 2007. Pero hubo suficientes viajes al terreno para conocer la realidad a la que nos íbamos a enfrentar con las cámaras, las cosas sobre las que queríamos hablar o las cosas sobre las que también queríamos que nos explicaran, que nos hablaran”.

¿Fue difícil entrar en contacto con la gente, encontrar a personas que quieran hablar con ustedes? Porque en la película hay también una escena, yo diría, bastante dramática donde un grupo de chicos, de 14, 15, 16 años, en un centro de desmovilización, se ve muy enojado y no quiere hablar con ustedes. Dicen: llegaron muchos periodistas, nos preguntan por nuestra situación, pero eso no nos ayuda, ellos no nos ayudan, no queremos hablar con ustedes.

“De hecho así es. Cuando eres blanco y además llevas una cámara al hombro que vale bastante dinero, pues, enseguida es fácil que seamos percibidos como colonizadores, poscolonizadores, como si fuéramos del Banco Mundial o del Programa de Alimentación Mundial, etc., que tienen unas determinadas políticas de ayuda humanitaria que en un momento dado pueden incluso estar percibidas de una manera no absolutamente receptiva. Porque muchas veces son políticas muy asistenciales que dan por ejemplo a estos chicos desmovilizados una cantidad de dinero, un proyecto para que armen una empresa. Esos proyectos son considerados proyectos para la reinserción en la sociedad, pero cabe preguntarse hasta qué punto se van a reinsertar en una sociedad que está totalmente desestructurada a todos los niveles a causa de la guerra, de la colonización y de la terrible poscolonización. Entonces, fue realmente dificilísimo. En esa secuencia que planteas fue nuestra apuesta dejar a los muchachos explicarse, decir, bueno, tenemos nuestras dudas de que esto vaya a servir para algo. También fue nuestra apuesta fuerte mostrar a nosotros mismos en la imagen para demostrar también nuestra preocupación y el hecho de que es muy difícil la comunicación con el continente africano, entre europeos y africanos por todas las relaciones de colonización y poscolonización que se han ido sucediendo en el último siglo y algo”.

Hay un ex combatiente en la película que también dice: Díganles a los europeos qué piensa África sobre Europa. ¿Qué piensa África sobre Europa?

“No quiero generalizar para nada e intentaría al máximo que mi comentario no fuera tomado como comentario a aplicar. Bueno, yo generalmente me he encontrado con que un blanco es una cartera con patas, una cartera de dinero con piernas, un dólar andante. Es lo que te decía antes, esto tiene mucho que ver con las relaciones que nos preceden y que están allí y que son un muro enorme, que es muy difícil de arribar. Una gran parte del futuro del cine africano está de alguna manera en el vídeo participativo que es el vídeo documental que permite la participación en el proceso de producción de aquellos que están delante de la cámara, para que puedan estar también detrás. Es más participativo, no tan vertical como generalmente ha sido siempre el cine. Entonces, allí hay tal vez un futuro para África, pero esto del video participativo puede también sonar muy bonito y eso es algo que se debe construir por encima de esas relaciones perversas que por desgracia se han ido generando. Cabe mencionar que la guerra sangrientísima que existe hoy en la zona Este del Congo, en el Kiwvu Norte y Kiwu Sur, está causada por la presencia de grandes multinacionales que están extrayendo allá oro, diamantes, petróleo, uranio… El uranio que se empleó en Hiroshima sale en su totalidad del Congo. Bueno, dicho esto las relaciones entre blancos y negros están en el caso África, Europa, EE.UU. totalmente resquebrajadas y es fácil encontrarse situaciones violentas”.

¿Están todavía en contacto con alguno de los protagonistas de la película?

“Los protagonistas eran tres personas a las que era muy difícil acceder incluso estando allí. Entonces, imagínense desde aquí lo difícil que puede ser. Estas personas no tienen acceso a Internet fácilmente, son gente que vive generalmente aislada de esta posibilidad. Aunque uno de ellos puede en un momento acceder mejor a Internet, es un chico que además se expresa muy bien, alguna vez le gusta escribir. De él sí que he recibido algún mensaje bonito alguna vez, yo también le he respondido. Bueno, la comunicación es lenta, pero la hay con este chico concretamente que se llama Jérémie”.

Si lo he entendido bien estos tres protagonistas pudieron regresar a sus casas, pero la mayoría de los demás que estuvieron en ese centro de desmovilización regresó a la selva, volvieron a sumarse a la guerrilla.

“Al final de la película apunto que estos tres jóvenes regresaron a sus casas, pero apunto que regresaron a sus casas porque fueron desmovilizados por el Banco Mundial. El Banco Mundial tenía una cantidad de dinero que no podía ofrecer al proceso de desmovilización porque el jefe de la guerrilla a la que estos tres chicos pertenecían no los reconocía como miembros de la guerrilla, él decía que eran unos desertores. Al final el Banco Mundial entre pitos y flautas optó por dar dinero a los muchachos y ellos se fueron a sus casas. Así de alguna manera sacamos el problema. Eso hasta qué punto es un indicador…”

Les dio dinero a la mano y hagan lo que quieran…

“Sí, la repartición a todos los posibles desmovilizados que había en ese campo, no solamente a estos chicos, sino a todos los que se pudo. Había otros que estaban directamente en prisión en ese mismo campo, entonces, esos seguían en la prisión, pero muchos se fueron a sus casas. Claro, esto no garantiza que sigan hoy en sus casas y que estén pasando un feliz tiempo con sus familias. A lo mejor muchos de ellos, incluso Jérémie podría ser perfectamente, él se lo plantea, se han vuelto a tomar las armas. Actualmente existe un proceso, se ha firmado la paz con esta guerrilla y entonces está formando parte de un proceso de desmovilización más serio. Pero bueno, la situación de estos chicos a los que yo filmé era, digamos, muy frágil. Dar dinero no soluciona las cosas. Hay que hacer procesos de acompañamiento mucho más largos, no solamente apoyar económicamente, sino a todos los niveles: económicamente, socialmente, productivamente etc.”

¿Funciona en Burundi algún tipo de estos programas de ayuda en este sentido, es decir de educación, de enseñarles algún oficio a estos chicos?

“Bueno, yo conozco un poco el mundo de la cooperación al desarrollo, de la construcción de paz, y desde luego hay proyectos que tienen muchísimo interés y que consiguen sus objetivos de manera bastante notable. Claro, el caso es que las acciones de cooperación tienen que estar coordinadas, en la medida de lo posible. La cooperación, digamos, que lleva a cabo el Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional son cooperaciones muy unilateral y muy verticalistas en el sentido de que dan dinero sólo si se cumplen condiciones establecidas por ellos que van en el sentido de construir sociedad productivas económicamente. A mi juicio esto no tiene mucho sentido porque cómo se puede construir una sociedad en Burundi que sea similar a la sociedad checa, por ejemplo. No tiene sentido porque Burundi tiene sus peculiaridades y sus maneras de hacer económicas, políticas sociales. Esta verticalidad en los asuntos, éste meterse en los asuntos de los pueblos, esta manera de condicionar de alguna manera la ayuda al desarrollo es muy negativa. Se han llevado muchísimos procesos de desmovilización a cabo en África apoyados por el Banco Mundial, procesos que quieren ser útiles para desmovilizar a soldados anteriormente apoyados por los EE.UU. Esta es una especie de paradoja, EE.UU. ponen a Mobutu en el Congo, después quitan a Mobutu y ponen a Kabila, después quitan a Kabila y ponen…, quitan y ponen, yo pongo y dispongo y te llevas la mejor parte. Los organismos internacionales de ayuda de alguna promueven proyectos de desmovilización que tienen realmente muchísimas pegas. No puedo fácilmente decir nada en defensa de estos macroproyectos del Banco Mundial a nivel. Sí que en un momento dado pueden servir, pero tienen muchísimas pegas”.

En la película se escucha de uno de los protagonistas también la pregunta: ¿Dónde o cuándo empezó esa segregación entre las diferentes etnias? ¿Se puede decir?

“Sí, se puede perfectamente decir. Es clarísimo. Por ejemplo, lo que hoy es la República Democrática de Congo antes, mucho antes de los gobiernos que sustituyeron a Mobutu etc. era jardín privado del rey Leopoldo III de Bélgica. Comparemos Bélgica con Congo, no tiene nada que ver. Bélgica es muy chiquita, Congo es inmenso. Partiendo de allí podemos empezar a entender cosas. Se llevó a cabo una independencia. Los gobiernos occidentales se retiraron relativamente, permanecieron en realidad y de alguna manera siguieron tocando las piezas en su beneficio. Eso provocó muchísimos conflictos. Al principio cuando fueron a colonizar también, los que les ayudaban en su gestión de administración de colonización, generalmente era un grupo en detrimento de otro, eso creaba diferencias, creaba segregación y muchísimos conflictos, como es el caso de Ruanda. Entonces, cuestiones étnicas de hecho fueron utilizadas como arma para incentivar odios en la comunidad y en las poblaciones. Esa es la causa que provocó el genocidio ruandés de 1994 donde personas que tenían pasaportes humus mataron a personas que tenían pasaportes tutsis. En realidad todo era mucho más complejo y el sello en el pasaporte de si tú eres hutu o tutti lo había puesto muchos años antes el gobierno belga. Esa es la razón, la intervención del gobierno belga en las cuestiones de Estado, culturales de una comunidad concreta como es el caso de Burundi, Ruanda o el propio Congo”.

¿Y qué significa el nombre de la película?

“Son dos palabras. Syntoniser que significa sintonizar en francés, que es el idioma de la colonia que se habla en Bélgica, también se habla el flamenco, pero este es otro asunto. Amani en swahili, que es el idioma local vehicular que se habla en varios países de la región quiere decir paz. Entonces, el estilo, el guión, la producción de la película apuntan hacia ese lado. Buscar el significado de paz, tocar el dial de la radio para sintonizar la paz, para encontrar qué es eso de la paz. Porque unos dicen que es una cosa, otros dicen que es otra. Entonces, sintonizando la paz a ver si se halla un encuentro, más bien se halla una distorsión de esas típicas de la radio, esos efectos feos cuando la onda no llega a tu transmisor. Se juega mucho con esa idea sonora de la sintonización, estos ruidos, que vienen a explicar un poco la dificultad por llegar a un acuerdo de lo que debe significar la paz, qué es la paz para ellos, qué es la paz para nosotros, en qué términos se debe entender eso”.