Brundibár: una ópera infantil en la antesala de la muerte
La ópera infantil ‘Brundibár’, interpretada por los niños judíos internos en el gueto de Terezín durante la Segunda Guerra Mundial, será representada en una versión actualizada por el Teatro Real de Madrid a partir de este sábado. Sobre el tema hemos conversado con una de las escasas supervivientes del elenco original, la señora Dagmar Lieblová.
Ahora el Teatro Real de Madrid ultima los detalles para una nueva puesta en escena, a estrenarse el próximo 9 de abril, a cargo del coro y solistas de los Pequeños Cantores de la ORCAM y la Joven Orquesta de la Comunidad de Madrid (JORCAM). Como parte de las actividades introductorias, se contó en la capital española con una de las niñas que actuó en el ‘Brundibár’ original, Dagmar Lieblová, actualmente de 87 años.
Sujeta a una intensa agenda, con dos conferencias y 15 entrevistas con medios de comunicación, la señora Lieblová se mostró sorprendida por la gran repercusión que está teniendo esta nueva versión de ‘Brundibár’ en España, según contó a Radio Praga.“El Centro Checo, en colaboración con el Teatro Real, ha conseguido darlo a conocer. Realmente no esperaba que tanta gente, y me refiero a adultos, se fuera a interesar tanto. Se vio mucho en las conferencias. Por ejemplo, a la última, que tuvo lugar en el Centro Sefarad-Israel, vino tanta gente que muchos se quedaron fuera”.
Lieblová pudo también hablar con el equipo artístico que se halla detrás del proyecto y presenciar el ensayo general de la ópera.
“Fue todo muy emocionante. Me pidieron que dijera algo a los niños, y ellos ya estaban en el escenario, preparados para actuar, y a través de una intérprete dije algo a los niños. Luego tenía por supuesto curiosidad por ver cómo era la obra, y fue tremendamente interesante, aunque por supuesto era algo totalmente distinto a lo que había cantado yo hacía 70 años”.
En esta nueva versión, ‘Brundibár’, título que podría traducirse como ‘El Abejorro’, además de haber sido reescrita en castellano, aparece adaptada a los tiempos actuales. En la obra original, dos niños necesitan dinero para comprarle leche a su madre enferma, y para ello deciden cantar en la plaza, pero el organillero Brundibár se lo impide. La adaptación española mantiene la narración básica alterando algunos elementos, por ejemplo el organillero aparece sustituido por un showman televisivo.Lieblová, encantada con la nueva versión, apreció sobre todo la profesionalidad de los participantes.
“No solo que los niños cantaban muy bien, sino que también actuaban de forma estupenda. Según me explicó la directora, fue difícil hacer que los niños rechazaran e ignoraran a los protagonistas principales. Pero al final les quedó perfecto”.
El buen hacer del Teatro Real se refleja asimismo en cómo se ha interpretado la participación de los animales en la obra, continúa.“Intervienen tres animales: un gato, un perro y un gorrión. Y también estuvieron fantásticos, sobre todo el gato. Lo interpretaba una niña en traje negro con una larga cola, y sus movimientos eran realmente gatunos. Fue de verdad una obra genial. En una escena como el Teatro Real se puede representar a otro nivel que en cualquier otra sala pequeña de otro lugar”.
Música y teatro antes de Auschwitz
Por la ciudad-gueto de Terezín pasaron unos 150.000 judíos checos como estancia previa a su exterminio en campos como el de Auschwitz. Muchos de ellos eran intelectuales de uno u otro tipo, de modo que en las duras condiciones del internamiento surgió de forma espontánea una intensa vida cultural. Uno de los artistas presentes en Terezín era el compositor Hans Krása, autor unos años antes de la primera versión de ‘Brundibár’, explica Lieblová.
“Se decidieron a ponerla en marcha su compositor, Hans Krása, y el director de orquesta Rafael Schächter, porque era una obra para niños que nunca se había representado en público. Krása escribió la música de Brundibár para el libreto de Adolf Hoffmeister en 1938 para un concurso de la Radiodifusión Checa, pero después, como era judío, no se pudo representar. La única escenificación fue en el orfanato judío de Praga en 1941. Krása, por lo que yo sé, se llevó las partituras a Terezín y luego decidió hacerla realidad”.
Otra versión asegura que Kŕasa reconstruyó ‘Brundibár’ de memoria. Sea como sea, se consiguió implicar en su puesta en marcha a numerosos niños, aliviando la penosa situación material en la que vivían, y rápidamente la obra se convirtió en la de mayor éxito de Terezín, con 55 representaciones. Lieblová, que entonces tenía 13 años y cantaba en el coro, describe así la sensación que supuso entonces la obra.
“Por un lado estábamos contentos de poder hacer algo así, y por otro la música de Brundibár era tan bonita, tanto que después me parecía raro que algo compuesto a finales de los años 30 siga estando tan viva y gustando a los niños. Ahí se ve que es buena música. Y a nosotros nos encantaba cantarla”.
De pronto, niños que habían sentido poco a poco cerrarse el puño de la marginación y la exclusión de la vida pública, esperaban en lo que después verían como la antesala de la muerte la resolución de un destino incierto. Solo en Terezín murieron más de 33.000 personas debido al hacinamiento, el hambre, las enfermedades y las duras condiciones higiénicas. ‘Brundibár’ les permitía ser niños de nuevo, afirma Lieblová.
“Para nosotros era un cuento sobre la vida normal, realmente es un cuento de hadas: salen animales, todo acaba bien… Pero para nosotros el mundo que allí aparece ya no existía. No podíamos ir a la escuela y en Terezín no había nada parecido, ni tiendas donde comprar algo. Además, desde 1941 teníamos que llevar estrellas de David, no es que nos importara demasiado, pero sobre el escenario no las llevábamos, así que éramos como niños normales. Creo que esperábamos que, como todo terminaba bien en la ópera, todo acabaría bien para nosotros, que volveríamos a ir a la escuela, cantar, jugar y comprarnos helados”.
La ópera fue utilizada de forma propagandística por los nazis, no solo en el mencionado documental, sino también durante una inspección de la Cruz Roja en 1944, cuando ya habían comenzado las deportaciones masivas a Auschwitz y podía disimularse el hacinamiento en el que sobrevivían los internos.
De hecho poco después la obra se dejó de representar. En el campo de exterminio perdió la vida la familia de Dagmar Lieblová y el propio Krása, así como la mayor parte de los niños que participaron en la ópera. Lieblová sobrevivió al ser destinada a trabajos forzados en Hamburgo, de donde fue trasladada en 1945 a Bergen-Belsen. Al final de la guerra se convirtió en uno de los poco más de 17.000 supervivientes de Terezín y actualmente es presidente de la Iniciativa Terezín, que agrupa a otros supervivientes checos del Holocausto.
Brundibár emerge del olvido
Tras la Segunda Guerra Mundial, ‘Brundibár’ cayó en el olvido y, según afirma Lieblová, solo se representó una vez, en la Televisión Checa en los años 60. La ópera no fue reivindicada sin embargo hasta los años 70, cuando una monja benedictina alemana, investigando los orígenes de su familia, dio con ella y con la partitura. En 1985 se pudo realizar una nueva versión en Alemania, lo que dio inicio a toda una serie de proyectos similares durante los años siguientes y hasta la actualidad.
El más querido para Lieblová fue el que supuso el retorno de ‘Brundibár’ al público checo, organizado con motivo del 50 aniversario de las primeras deportaciones a Terezín.“En aquel momento a alguien se le ocurrió que podría volver a representarse ‘Brundibár’, y nos dirigimos al coro infantil de la Radiodifusión Checa para pedirles si podían ensayarlo y representarlo. Al final dijeron que sí, y en octubre de 1991 los niños lo representaron en Terezín”.
La primera representación de Brundibár en España se dio en Madrid en 2008. La nueva puesta en escena en el Teatro Real de Madrid es dirigida por Jordi Francés y Susana Gómez, y viene acompañada además por una exposición de facsímiles de dibujos realizados en Terezín por los niños internos sobre su día a día en el gueto.