Bienvenidos a la República Popular Democrática de Corea, documental sobre un viaje
El catálogo de una agencia de viajes checa ofrece a los turistas una vivencia singular: Pasar seis días en Corea del Norte. ¿Quién decide visitar un país donde está prohibido usar el celular, filmar con videocámara y hablar libremente con los habitantes? ¿Y por qué? La joven documentalista checa Linda Jablonská busca una respuesta a estas preguntas en su nueva película Bienvenidos a la República Popular Democrática de Corea.
“Antes del viaje visité el consulado de Corea del Norte en Praga. Solicité un visado para periodistas, pero me dijeron que no era posible, que la visita de periodistas checos era indeseable. Sin embargo, me ofrecieron viajar al país como turista con una cámara turística”.
Los turistas checos visitaron Pyongyang, miraron el Museo de Regalos de ambos líderes norcoreanos, asistieron a un espectáculo propagandístico interpretado por niños y fueron llevados a la frontera entre Corea del Norte y del Sur. Se hallaron en la posición de una delegación gubernamental que tiene un programa fijo y de la que nadie puede separarse, explica Linda Jablonská.
“No tengo ilusiones de haber conocido el país. Todo lo contrario. Fue como si uno pasara diez minutos en la Plaza de la Ciudad Vieja de Praga y tuviera la sensación de conocer la República Checa. En Corea del Norte tuvimos que aceptar el hecho de que nos mostraban sólo aquello que querían que viéramos”.
La documentalista destaca que la película trata más bien de los participantes de la excursión que de Corea del Norte.
“Es más bien sobre nosotros que elegimos tales destinos turísticos. Es una paradoja que somos una sociedad tan rica, tan consciente de sí misma y tan libre para poder permitirnos pasar las vacaciones en este campo de concentración de gran tamaño”.
Linda Jablonská visitó Corea del Norte en mayo de 2008. Fue el segundo viaje organizado de turistas checos al país desde el año 1989.
“Nuestro guía comentó que percibía cierta distensión en comparación con el año anterior. Pero ello pudo ser parte de la propaganda del régimen. La política exterior de Corea del Norte es como un vaivén. Un día dicen que permitirán a los comisarios internacionales controlar sus establecimientos nucleares, al día siguiente lanzan cohetes. Creo que para la gente común y corriente no ha cambiado ni cambiará nada”.
El omnipresente color gris de los edificios monumentales de arquitectura estalinista y en las caras de la gente crea una atmósfera de agobio absoluto. El documental termina en el tren que cruza la frontera de Corea del Norte con China. Muchos de los turistas, y quizá también de los espectadores, respiran en ese momento con alivio.
“Fue una situación muy rara. Uno entra en la China comunista donde se violan los derechos humanos y se siente feliz al ver otros colores, otra expresión en la cara de la gente, los automóviles o los restaurantes McDonalds. Para mí no fue la llegada a un país libre. Me sentí aliviada por abandonar Corea del Norte, pero es importante tener en cuenta lo que me decía durante todo el viaje: Nosotros estuvimos allí una semana, mientras esa gente estará allá toda la vida”.
Concluyó Linda Jablonská, que estrenó la semana pasada su película Bienvenidos a la República Popular Democrática de Corea.