Belenes, nacimientos, pesebres ....

Belén de Třebechovice, foto: Barbora Kmentová / Archivo de ČRo 7 - Radio Praga

En este programa especial de Radio Praga les invitamos a conversar sobre una de las tradiciones más antiguas relacionadas con la Navidad - los belenes, nacimientos y pesebres.

František Nepil,  foto: ČTK
"¡Qué Navidad la de antes! Llegó unas semanas antes que habitualmente porque ya en noviembre mi padre se puso a tallar el belén. Trajo un par de pliegos de Nacimiento, fue cortando una oveja tras otra, luego las copiaba en madera contrachapada, que después esculpía con una sierra, y sobre el suelo recién lavado en la cocina caían montoncillos de serrín. Cuando pegó sobre una oveja de madera contrachapada una oveja cortada de papel, que era colorada, llamaba siempre a mi mamá para preguntarle qué le parecía. "¡Qué bonita, es muy bonita!", gritaba yo con voz soprano, de un chico de cuatro años preocupado de que la mamá no fuera a elogiar al padre y así le quitara las ganas de continuar tallando. La mamá miraba la oveja diciendo: "Estoy curiosa quién va a limpiar el desorden". Lo he heredado de mi padre. También empiezo a cortar y tallar el belén ya en noviembre cuando hace falta dedicarse a tanta otras cosas, que son más urgentes, y ante todo, cuando todo está limpio".

De estas palabras del excelente narrador checo, František Nepil, pronunciadas en su programa regular de radio "Buenos y aún mejores domingos", me acordé al comprar y cortar mi primer belén de papel. Fue el famoso pesebre del pintor checo Josef Lada cuyos dibujos pintorescos, situados en el paisaje de su pueblo natal Hrusice, en Bohemia Central, pertenecen a la Navidad checa así como el arbolito y la tradicional carpa para la cena de Nochebuena.

Iglesia de San Clemente,  foto: Archivo de ČRo 7 - Radio Praga
Los belenes, nacimientos o pesebres solían ser refugio de la esperanza, la bondad y el amor desde los tiempos más remotos de su existencia. El tallar y pintar los belenes ofrecían en las tierras checas un consuelo después de un arduo trabajo manual, siendo alegría para su realizador, su familia y sus vecinos. Así habla de los belenes el pesebrista Frantisek Valena.

El primer belén en las tierras checas fue construido por los jesuitas en el año 1560 en la iglesia de San Clemente en la Ciudad Vieja de Praga. No tardó mucho y la instalación de Nacimientos se divulgó por todo el país, penetrando en las iglesias del campo y los monasterios, pero también en los palacios y las capillas señoriales, a donde los llevaron los hijos nobles al regresar de la universidad a casa.

Los Nacimientos en las capillas de los palacios lucían todo el lujo y junto a ellos se celebraban fiestas en las que participaban también los habitantes del pueblo. A principios del siglo 17 los sacerdotes regulares familiarizaban a los aldeanos con la historia del nacimiento de Jesucristo visitando durante el Adviento los pueblos y mostrando un belén portátil. Luego asumieron esa costumbre los villanciqueros, a menudo escolares y su maestro.

José II
Los nobles, por ejemplo de la casa de los Lobkowitz, dejaban hacer para sus hijos belenes lujosos con figuras vestidas en seda y brocado y con cabezas modeladas con mucho esmero de cera. Varios de esos belenes se conservan hoy en día en el Museo de la Ciudad de Praga.

Luego llegó el año 1782. En las tierras checas reinaba entonces el emperador austríaco José II, ilustre soberano, pero muy riguroso en cuanto a la iglesia se refería. Con un edicto prohibió exponer los belenes en las iglesias señalándolos como "una manera no digna de la iglesia de recordar el nacimiento de Nuestro Señor".

La realización de belenes se trasladó de las iglesias a los hogares. Así, paradójicamente con una prohibición, José II dio origen a la tradición del pesebrismo popular en este país.

La tradición de construir belenes, interrumpida parcialmente después de la Segunda Mundial, volvió a florecer en la República Checa en los años 90 cuando empezaron a organizarse también exposiciones de pesebres. En gran medida se debe a un sinnúmero de aficionados incansables que unieron sus vidas con los belenes. Uno de ellos es Jiří Cvešper, de Moravia del Norte.

Al buscar su nombre en las puertas del departamento de ingeniería material de la Universidad Técnica de Ostrava, pensaba que me había equivocado de lugar. Jiří Cvešper es de profesión electromecánico, pero dentro oculta un alma romántica.

Foto ilustrativa: CzechTourism
"Mi amor por los belenes nació cuando era un chico pequeño y empecé a ir a la escuela. Entonces estaba expuesto en la iglesia de nuestro pueblo, cerca de Hranice na Morave, un Nacimiento hermosísimo. Yo pasaba cada rato libre junto a ese belén admirándolo y diciéndome que me gustaría tener uno similar en casa. Más tarde me trasladé a Ostrava. Un día, poco antes de casarme, paseaba por la avenida principal de la ciudad, y allí de repente, en una tienda que se dedica a vender productos de artesanía popular, vi expuesto el belén del último tallista vivo de los pesebres de Králíky, Josef Schwarzer. No tardé en conseguirme gubias y dentro de dos meses el belén estaba hecho. Mi suegro se reía entonces de mí diciéndome: "Si tú haces un belén, yo te haré el buey". Así que en mi primer pesebre falta el buey que calienta al Niño Jesús. Actualmente el belén se encuentra en el Museo de Ostrava", relató Jiří Cvešper.

Desde ese momento transcurrieron unos 35 años. Hoy en día Jiří Cvešper tiene en su cuenta unos diez pesebres. "No es mucho", afirma con modestia. En los últimos años ha abandonado las gubias y se ha lanzado, como presidente de la sucursal regional de la Asociación Checa de Amigos de los Belenes, a la tarea difícil de propagar el pesebrismo en su región. Su labor ya ha dado frutos.

"Me gustan todos los belenes, pero más los de arte naif. Por ejemplo, los belenes hechos por los niños, por eso los propago en las exposiciones para no quitarles el coraje sino motivarlos para hacer algo. Hay quienes quieran exponer sólo los mejores belenes, los Nacimientos históricos ... Mi experiencia es diferente. Tengo seis hijos y pude observar cómo surgió y creció su amor por los belenes. Uno puede decidirse a hacer un belén a cualquier edad, conozco a gente que confeccionó su primer belén de jubilado. En ello está el encanto", afirmó Jiří Cvešper.

Foto ilustrativa: CzechTourism
¿Y qué le parece la afición del padre a la familia?

"Debería dar las gracias ante todo a mi esposa porque sin su paciencia no sería posible. Intento divulgar la tradición de hacer belenes en la familia. Mi hermano talla nacimientos preciosos de madera, una hija mía prepara belenes de pan de especias, otra hija los hace de pasta de Vizovice, y otra hija de cerámica. Y también mis nietos ya muestran interés, así que cuento con que el año próximo seremos dos o tres enamorados de belenes más en la familia".

Tal como Jiří Cvešper de Moravia del Norte, también Milan Baše, de Praga, se dejó encantar por los belenes.

"Teníamos un hijo enfermo que tenía que someterse a un tratamiento en el balneario, y mi mujer y yo queríamos que cuando regresara a casa encontrara bajo el arbolito de Navidad un belén, y que cada año fuera un Nacimiento diferente. Porque cuando recibió un juguete, se entretuvo con él algún rato y lo dejó aparte, por el contrario, cuando vio bajo el arbolito un belén con figuras, ello despertó más su atención".

La esposa de Milan Baše, Maria, es presidenta de la asociación de Pesebristas de la Praga Antigua. La tradición de belenes tiene en la familia raíces profundas, señaló Milan Baše.

"Tenemos un belén familiar que procede del siglo 17 y que se hereda de generación en generación. Es un belén pequeño de vidrio porque nuestra familia proviene de la región tradicional de cristalería de Krkonoše, de Bohemia del Norte. A veces exponemos ese belén en público, pero este año permanecerá en casa bajo nuestro arbolito de Navidad porque celebramos un aniversario importante en la familia, mi esposa cumplió 60 años".

Helena Horálková de Praga se hizo famosa en el país gracias a su belén de pan de especias instalado durante la Navidad en la iglesia de San Mateo en el barrio capitalino de Hanspaulka. Desde hace varios años invita a una visita el aroma de cientos de figuras que traen ofrendas al Niño Jesús y visten trajes tradicionales de cada región del país, hechos de alcorza de diferentes colores.

Belén de Třebechovice,  foto: Barbora Kmentová / Archivo de ČRo 7 - Radio Praga
"Mi primer belén lo hice para unos amigos, eran unos pocos panecillos de especias, ni me acuerdo cuándo fue. Cocer al horno el pan de especias era una tradición en nuestra familia, mi madre enseñaba en una escuela para muchachas. Fue una casualidad que empecé a exponer mi pesebre en la iglesia de San Mateo. Ese año hice cuatro belenes pequeños como regalos para gente diferente, y uno fue para la iglesia", dijo Helena Horálková.

La Sagrada Familia, el buey y la mula, pastores con ovejas, los Reyes Magos de Oriente, un ángel sobre el establo que lleva la inscripción "Gloria in Excelsis Deo" en latín o en checo, son las figuras que aparecen en cada belén checo.

No falta gente del pueblo que trae al Niño Jesús los obsequios, todo lo que podía ofrecer el hogar de una familia pobre. Otra especialidad de los belenes checos son los músicos que tocan todo tipo de instrumentos, y raras veces falta un gaitero.

Una abuela trata de dominar a una cabra testaruda, dos hombres se agachan bajo el peso de una gigantesca uva que llevan en un palo. Estos "espías" provienen originalmente de las ilustraciones que desde finales del siglo 19 acompañan la historia bíblica sobre Moisés. Al conducir a su pueblo de la esclavitud egipcia mandó a los dos hombres para que averiguaran como era "la tierra prometida". Y ellos llevaron de allí la uva.

Un sereno, un ermitaño y un cazador aparecen en el belén de papel del destacado pintor checo del siglo 19, Mikoláš Aleš. En el pesebre del pintor Josef Wenig viene a adorar al Niño Jesús el rey checo Jorge de Poděbrady.

La escena del nacimiento está situada en la mayoría de los casos en la región del realizador del belén. La gente que viene a dar la bienvenida al mundo al Salvador recién nacido se abre paso hacia él por montones de nieve, tan típicos para el invierno checo.

Belén de Třebechovice,  foto: Barbora Kmentová / Archivo de ČRo 7 - Radio Praga
Así al fondo del belén de Josef Wenig se alza la silueta del castillo de Praga cubierto de nieve. Por su parte, el arquitecto Vojtěch Kubašta confeccionó un belén plegable de relieve en el que el Niño Jesús nace en una de las torres del Puente de Carlos. Vojtech Kubašta hizo asimismo una copia de papel del quizá más famoso pesebre checo - el Belén de Třebechovice pod Orebem.

El Belén mecánico de Třebechovice, de madera natural, construido por Josef Probost y sus dos ayudantes a finales del siglo 19, se hizo famoso en la Exposición Mundial de Montreal en 1967. En siete terrazas se desarrollan varias historias, desde el nacimiento de Jesucristo hasta la Ascensión. La representación de la Pasión de Cristo no es típica para los belenes checos, apuntó Zita Zemanová, directora del Museo de Belenes de Třebechovice.

"Muy interesante resulta que al Niño Jesús lo mece San José, mientras que María, por decirlo así, descansa arrodillada. El Belén de Třebechovice es también quizá el único pesebre en el que aparecen dos máquinas a vapor, novedad técnica de aquella época".

Con el Belén de Třebechovice se mide el famoso Nacimiento mecánico de las postrimerías del siglo 19, del calcetero Tomás Krýza, de Jindrichuv Hradec, en Bohemia del Sur, quien dedicó a este trabajo más de 60 años de su vida.

El belén policromado de madera y papel se extiende en una superficie de 60 metros cuadrados, contiene 1398 figuras de personas y animales, de ello 133 se mueven. A diferencia de otros belenes checos en el de Krýza aparece el palacio de Herodes y la degollación de los inocentes. En 1998 el Nacimiento de Krýza fue inscrito al Libro Guiness de récords como el belén mecánico más grande del mundo.

Belén de Třebechovice,  foto: Barbora Kmentová / Archivo de ČRo 7 - Radio Praga
Belenes interesantes surgían también en la ciudad de Česká Třebová, cruce ferroviario importante entre Bohemia y Moravia. Karel Tomeš de Česká Třebová fue marinero en la Fuerza Naval austro-húngara, en el barco Archiduque Carlos. Durante su servicio de cinco años de duración visitó Belén, Jericó y otros lugares que luego lo inspiraron a la hora de realizar sus belenes. Todas sus experiencias las apuntaba en un diario, que también él mismo ilustraba.

Después de regresar a casa se puso a trabajar. Con las primeras figuras pintadas sobre papel no estaba contento. Empezó a tallarlas en madera fina, pero éstas tampoco le gustaban. Luego pasó a la madera de tilo para tallar figuras de tres dimensiones. Terminó su trabajo poco antes de la Segunda Guerra Mundial. Dentro de 15 años surgió un belén único de cuatro metros de largo con más de 300 figuras, inspirado por su estancia en Oriente.

Después de la Guerra, Karel Tomeš creó un nuevo belén, esta vez inspirado por su ciudad natal. Sus figuras de 15 centímetros de altura, talladas de madera y policromadas representan a los habitantes reales de Česká Třebová. Sus casitas típicas cubiertas de nieve, una banda de empleados del ferrocarril, el vecino Kapoun con caballos ...

Česká Třebová sirvió de modelo asimismo para los originales belenes de papel de Josef Ladislav Jícha. En el primero, el Niño Jesús juega con una locomotora y San José dirige la escena con una pala del jefe del movimiento en la estación. El segundo belén con unas 60 figuras representa la vida cotidiana en el ferrocarril en el transcurso del siglo 20. Los trenes llegan, los rápidos salen y en medio de este tráfago nace el Niño Jesús.

Belén de papel,  foto ilustrativa: Roman Verner / Archivo de ČRo
Hasta finales del siglo 19 los belenes populares no se vendían, se heredaban de un hijo al otro como una reliquia valiosa. Una excepción era sólo la región de Králíky, en Moravia del Norte, donde la venta de las figuras de belén servía para mantener a toda la familia, y también Príbram.

En Príbram se dedicaban a la fabricación de nacimientos los mineros, la cercanía del lugar de peregrinación Svatá hora les daba la posibilidad de una ganancia adicional a su sueldo. Primero fabricaban juguetes torneados, luego tallaban belenes en madera.

Como la demanda aumentaba, los mineros empezaron a utilizar para la fabricación de figuras una masa especial preparada de harina de centeno, agua de cola, serrín de haya y un poco de yeso. Luego metieron la pasta en moldes especiales de arcilla. Cuando la figura se secó, se sacó del molde y se pintó. Según la harina de centeno, que se utilizaba también para preparar el pan - "chleba" en checo, las figuras se llamaban "chlebáčci" - "paneceritos".

En Trest, en la zona montañosa fronteriza entre Bohemia y Moravia, otra región importante del pesebrismo checo, se mantiene viva hasta hoy la costumbre de visitar durante la Navidad las casas de los pesebristas para mirar sus belenes y evaluar la obra de los "competidores".

Chlebáčci,  foto ilustrativa: Anton Kaimakov / Archivo de ČRo 7 - Radio Praga
En 1993 fue fundada la Asociación Checa de Amigos de los Belenes, que une a los amigos, creadores y coleccionistas de pesebres de todo el país. El presidente de la organización es Vladimír Vaclík, quien al mismo tiempo ejerce el cargo de presidente de la Federación Mundial Pesebrista, que asocia a 38 países.

En la República Checa existen 15 sucursales regionales de la asociación. ¿Y quién puede hacerse miembro de la Asociación de Amigos de los Belenes? "Cualquier persona", contestó Jiří Cvešper, presidente de la sucursal de Ostrava.

"Cada amante, amigo, coleccionista o autor de belenes. Nuestra sucursal tiene unos 30 miembros, desde escolares hasta jubilados. Es un hobby muy bello. Quien una vez empieza con ello, ya no puede abandonarlo. Es algo comprobado".

¿Han escuchado, amigos? En cada uno de nosotros duerme el espíritu creador. Basta con despertarlo y el tiempo de Navidad es uno de los mejores momentos.

En otoño del año próximo se reunirán en la ciudad de Hradec Králové, en Bohemia Oriental, conocedores de belenes de todo el mundo en el congreso de la Federación Mundial Pesebrista. Parte del congreso será una gran exposición internacional de belenes. Quizá el suyo aún no figurará en ella, pero ¿quién sabe qué, tal vez la próxima vez?

Belén de papel,  foto ilustrativa: Pavel Sedláček / Archivo de ČRo
En nuestra familia nunca ha faltado un belén bajo el árbol de Navidad. Era un pesebre oriental desplegable, imprimido en papel. Era viejo, lo recibió regalado de San Nicolás ya mi madre cuando tenía un año. Estaba un poco desgastado y a San José le faltaba la cabeza. Cuando era pequeña me molestaba un poco. Hasta que un día escuché una anécdota narrada por el actor eslovaco, Julius Satinský. Su padre también sacaba cada Navidad un belén del armario, un pesebre viejito, y a San José también le faltaba la cabeza. ¿Dónde tiene San José la cabeza?, no dejaba de preguntar el hijo al padre. Ya saben como son los niños pequeños. Y los padres deben tener siempre una respuesta. "San José perdió la cabeza por María", respondió el padre de Julius Satinský. Y me dió una respuesta también a mí. La fantasía puede ofrecer la clave a las situaciones más estrafalarias en la vida.

En este tiempo de Navidad les deseamos, estimados oyentes, que la fantasía no les abandone aunque piensen que ya son demasiado viejos para tenerla. Porque la fantasía es el arte de soñar, y nosotros necesitamos los sueños no solamente en las Navidades.

"En honor y alabanza de Dios y para la alegría del corazón", escribió el pesebrista Josef Fiser en 1856 al dorso de una de las figuras de su belén.