´Bagatela´denuncia las penurias del sistema judicial colombiano
La justicia y las leyes. ¿Cuál es la relación entre estas dos palabras? Esta pregunta se le ha ocurrido quizá a cada uno de los espectadores que asistieron a la proyección del documental colombiano Bagatela, presentado en Praga dentro del festival de cine sobre derechos humanos Un Mundo. Las cárceles de Bogotá están repletas de personas juzgadas por delitos considerados de poca relevancia jurídica, pero penalizados como crímenes graves. Dos años de prisión por robar una colonia, cuatro por vender CDs piratas. Bagatela presenta esta realidad judicial colombiana. Sobre la película hablamos con su realizador, Jorge Caballero Ramos.
“Cuando estábamos rodando la película nos encontramos un caso que en principio era un delito menor y cuando hicimos la entrevista se suponía que era una lesión personal. Cuando fuimos a la audiencia pública, a la primera parte del juicio, descubrimos que no era un delito menor, que era una tentativa al homicidio porque la lesión personal había tocado un órgano interno con lo cual la condición cambiaba por completo. Este chico empezó a ponerse muy nervioso debido a que su condición era absolutamente diferente, ya tenía que marchar directamente a prisión. Nosotros estábamos grabando todo lo que pasaba, vimos que el caso ya se salía de lo que nosotros queríamos retratar, que realmente se estaba poniendo muy difícil la situación para él. Entonces, decidimos dejar de grabar. Y justo en ese momento este chico de lo nervioso que estaba no aguantó más, se tiró por la ventana y se suicidó. Entonces realmente no son tan pequeños delitos, no son delitos menores solamente, incurren en actos terriblemente más grandes, y muchas veces por la responsabilidad de abogados, jueces, fiscales. Y a este chico especialmente le queríamos dedicar esta película”.
¿Por qué adoptó Colombia esta legislación tan dura en el caso de estos delitos menores?
“Nosotros creemos que en principio esto se debe sobre todo a presiones externas, presiones de grandes almacenes de cadena o presiones sobre todo de la Unión de Comerciantes que querían que estos delitos no siguieran siendo impunes. Porque también es verdad que esto ocasiona una cantidad de pérdidas increíbles, pérdidas económicas a muchas personas. Lo que pasa es que esto no es la solución al problema. Realmente reprimir estas conductas desde penas de prisión terriblemente elevadas no hace que la gente solucione su problema social. Detrás de todo esto hay un problema social de hambre, de falta de trabajo, de una condición social muy definida y muy difícil que no se puede seguir reprimiendo desde la cárcel. Entonces, seguramente es muy arriesgado decirlo de dónde vienen estas ideas, pero nosotros por la investigación que empezamos a hacer, sí creemos que hay muchas presiones de grandes sectores industriales y de personas que tienen mucho poder para que se legislara de una manera mucho más represiva estas conductas”.
Ustedes estrenaron la película en septiembre de 2008 en Bogotá. Tú comentaste que la película tuvo una acogida muy buena entre el público. Pero ¿pasó algo después de la proyección? ¿Ha cambiado la situación? ¿Se notan algunos cambios en estas prácticas?
“No, la verdad es que no. Tuvo muy buena acogida en el sentido de que a la gente le gustó la película y fue a ver la película y se dio a conocer la película. Y ahora que la película está haciendo como un circuito de festivales parece que tiene un poco más de eco. Sin embargo, yo creo que no ha erosionado todavía una capa ínfima de toda la estructura judicial para poder decir que la película tiene un sentido fuerte, que realmente está sirviendo para que estas conductas y estas exposiciones delante de la justicia puedan transformarse muy lentamente. Nosotros tenemos la esperanza de que poco a poco se pueda llegar a erosionar un poco y que se puedan buscar otras vías de solución. Nosotros como documentalistas o yo como documentalista solamente mi interés era mostrar esa realidad para poder entenderla mejor, pero no tengo soluciones. Dejo que la gente que realmente entiende de leyes pueda evidenciar la problemática que hay y plantear cuestiones para solucionar el problema”.
¿Cuál es el papel del documentalista en el mundo actual, según tu opinión? ¿Si el documentalista, reportero es sólo observador, digamos, que registra la realidad o también puede ser un activista e involucrarse en las causas?
“Yo creo que toda visión documental siempre significa un compromiso con esa realidad. Lo que pasa es que ese compromiso no significa un activismo al cien por ciento. Es decir, yo soy consciente de la realidad que pasa en Colombia y la quiero retratar para que yo como espectador y como persona pueda entenderla mejor. Y también que los espectadores de mi documental también puedan hacerse los cuestionamientos que yo hice. Esa es mi posición como documentalista, como el realizador que quiero ser, como el cine que me gusta, pero no significa que sea la única ni la más valorada. O sea hay gente que realmente lleva sus producciones como a instancias terriblemente fuertes para hacer presión, para que las cosas cambien realmente y tal. Yo esto lo valoro de una manera increíble, realmente siento que se necesita gente así. Pero siento que la labor del cine documental no es sólo esa, sino que también consiste en observar la realidad, y de alguna manera observando esa realidad uno se hace partícipe moviendo la conciencia y haciendo que los cambios se vayan produciendo poco a poco sin llegar al activismo extremo de otros documentalistas que, repito, valoro mucho”.
¿Tú has tenido alguna experiencia con la justicia colombiana o con el sistema judicial colombiano?
“No, la verdad que nunca. He estado cerca de varias de esas realidades, pero no… Yo personalmente nunca he estado implicado en nada de eso, afortunadamente nunca he incurrido en ningún delito que me lleve a estar en estas instancias judiciales. Lo que sí, he estado cerca de gente que los ha cometido o de personas que estaban trabajando detrás de eso defendiendo alguno de esos casos o personas en las universidades que hacían parte de los consultorios jurídicos donde se desarrollaban partes de esos casos. Entonces, yo siento que esto es una realidad terriblemente cotidiana, o sea no hay que cometer un delito para esta inmerso en esa realidad porque es la realidad de miles de personas en Bogotá y por ende la realidad de prácticamente toda la ciudadanía porque todas las personas que yo conozco en Bogotá han sido víctima de una u otra manera de un delito menor. A cualquier persona le han robado un móvil, una cartera, cualquier persona se ha visto de alguna manera implicada en una clase de estos delitos. Entonces, directamente no he estado, pero vivir en Bogotá implica convivir con esa realidad todo el tiempo”.
Ustedes invitaron al estreno del documental en Bogotá también a los protagonistas de esta película. ¿Vinieron todos?
“No, la verdad si soy sincero, estuvimos buscando a todos y no encontramos absolutamente a ninguno. De todos los chicos que salen en el documental, hay cuatro que están en la cárcel, hay tres que no tuvimos manera de localizarlos, y has dos que sus familias no sabe donde están, y hay uno de ellos que está prestando el servicio militar. Entonces, estamos con la labor todavía de poder localizarlos y poder hablar con ellos. Seguramente ahora en julio, que volvemos a ir a Bogotá, tendremos la oportunidad de poder charlar con ellos y que puedan ver la película, porque ha sido muy difícil localizarlos… Tenemos que ir directamente a las cárceles. Esto significa un complejo grande que desafortunadamente es algo que nos pesa demasiado que no hemos poder hacer todavía, pero que en breve lo haremos”.
Las personas que filmaron son generalmente gente de entre 20 y 30 años. ¿Hay también personas mayores que son juzgadas por delitos menores?
“Hay personas mayores que son juzgadas por estos delitos y también personas de todos los estratos sociales. Es decir no es una problemática exclusivamente de sectores sociales marginados y bajos. Estuvimos delante de varios delitos cometidos por gente que tenía niveles sociales más altos, niveles adquisitivos más altos, pero nos fue muy difícil poder acceder a estos delitos con una cámara porque es gente que tiene mucho más miedo a su imagen y la privacidad de su imagen es algo como mucho más delicado. La legislación no hace ninguna distinción ni de razas, ni de credos, ni de edades, ni de condiciones sociales. Realmente se registra en principio más o menos con la misma dureza. También es verdad que una persona de un estrato social más alto tiene la posibilidad de contratar a un abogado que la va a defender en muchos casos mejor, porque va a tener la disposición, el tiempo, las ganas de poder atender el caso con más celeridad y con muchos más medios que un abogado público que tiene muchísimos casos al mes y que todos los casos tiene que despachar de una manera más o menos ágil”.
¿Y los trabajadores sociales desaparecieron totalmente de las audiencias?
“Nosotros tuvimos la suerte de poder consultar más o menos cómo funcionaba todo este proceso con un ex ministro de Justicia, el doctor Jaime Giraldo Ángel, en Colombia. Cuando estábamos hablando con él nos comentaba que cuando él había sido ministro de Justicia había creado una ley en el 91, creo, que consistía en que esta clase de procesos se tenían que judicializar o su solución más eficaz sería legislándolo desde lo social, es decir creando como pequeños juzgados de paz donde no existía solamente el acusado y el abogado, sino que había alrededor de estos casos una cantidad de gente que ayudaba a resolver este problema desde lo social, que es donde está realmente afectando. Es decir, había un trabajador social, había un psicólogo, había todo un equipo base que ayudaba a mejorar o a entender estas condiciones sociales difíciles para que el delito realmente no se cometiera y no simplemente atacarlo desde la represión de las cárceles y ya está, que es lo que está pasando ahora. Ahora los juicios se manejan solamente entre fiscal, defensoría, un juez y un ministerio público. O sea no hay más elementos integrados en esta realidad”.
¿Qué pena se impone en el caso de los delitos ´mayores´? Si se trata de un asesinato, un secuestro… ¿Es comparable?
“En Colombia existen varias legislaciones al respecto. Todo lo que son delitos de gran impacto, digamos, asesinatos y esta clase de delitos, se legislan con dureza, evidentemente. Lo que pasa es que sí hay una diferencia bastante grande con los que son delitos de lesa humanidad o sea delitos que cometen actores del conflicto, bien sea guerrilleros, bien sea paramilitares. Existen leyes que son bastante laxas al respecto. Es decir, si uno compara las leyes de justicia y paz, por ejemplo, que están pensadas precisamente para reprimir o para judicializar las conductas de genocidio, de lesa humanidad, comparadas con estos delitos menores es irrisorio porque realmente las condenas se parecen. Cuando estamos hablando de un asesinato, de mutilaciones, estamos hablando de crímenes bárbaros respecto al robo de una colonia o al robo de un teléfono móvil. En muchos casos las penas se parecen y precisamente se judicializa de una manera muy dispar”.
¿Qué te parecieron las reacciones del público checo al documental?
“Me pareció muy curioso, me gustó mucho realmente presentar la película acá porque siento que el público pregunta cosas que por lo general en los otros sitios donde hemos estado no preguntan. Siento que me exige a mí una atención mayor que en otros sitios donde hemos presentado la película no exigía. Es decir, de alguna manera siento que hay un interés más grande por los factores sociales que no tanto por el hecho cinematográfico en sí. Entonces, me parece muy interesante y me siento terriblemente honrado, agradecido de que el público checo le haya gustado la película”.
¿Tienes conocimiento cuál es la situación del sistema judicial en otros países latinoamericanos? ¿Existe la misma práctica como en Colombia para estos delitos menores?
“En el proceso del documental participaron personas de varias nacionalidades. El montador de sonidos, Luciano Especos, es argentino y muchas veces charlando con él me decía que en Argentina sentía que las cosas pasaban de una manera muy igual, que realmente era un retrato de una sociedad terriblemente parecida a la argentina en ese sentido. Y luego curiosamente hablando con gente de otros países, no precisamente latinoamericanos sino por ejemplo franceses o de otro sitio, se siente que la película refleja de alguna manera también esa realidad cotidiana de personas marginadas que se ven enfrentadas a la justicia en cualquier parte del mundo. No es un problema exclusivamente colombiano aunque se retrate de alguna manera muy exclusiva en Colombia. Nosotros queríamos retratar en la película en una realidad terriblemente más compleja y universal. Y siento que eso sí lo logramos porque sentimos que hay como un espejo de otras realidades que no son exclusivamente colombianas. Esta clase de delitos si uno mirara cómo escudriñar un poco más en muchas sociedades —no solamente latinoamericanas— se daría cuenta de que es muy parecido realmente en muchos sitios. Lo que pasa es que en Colombia precisamente es más duro porque las condiciones sociales son terriblemente más crudas y más difíciles y porque también tenemos encima un conflicto de muy difícil solución y como decía antes con una jurisdicción bastante dispar”.
Tú realizaste también algunos documentales que tratan el tema del franquismo. ¿Es muy diferente hacer un documental sobre el pasado y la actualidad, lo contemporáneo? ¿Qué te interesa más?
“Me interesa mucho más esto. A ver. Todos los documentales que yo realicé de memoria histórica en España fueron documentales por encargo. Realmente no había sido ningún documental mío, de mi interés personal. Evidentemente una vez hecho el encargo uno presta todo el interés y estoy muy contento y orgulloso de esas producciones. Pero sin embargo no eran producciones que yo sintiera que eran mías realmente, no tienen el sello personal ni mi sensibilidad delante de una realidad. Trataba de entenderlas, un extranjero que llega de afuera y trata escudriñar esa realidad, entenderla, hacerla entendible para el resto de las personas que van a ver la película, pero no hay el sentido de implicación que yo sí quería y tengo con Bagatela. Entonces sí, es totalmente diferente, aparte hablar de una problemática que se está dando en la actualidad con personas que están viviendo y están en las cárceles hoy en día es muy diferente a recuperar sucesos a partir de memoria, a partir de palabras, a partir de todo el discurso de personas que vivieron hace muchos años esas represiones del franquismo”.
¿Tienes ya alguna idea sobre tu próximo documental?
“Sí, estamos preparando un documental seguramente para realizar entre diciembre de este año y marzo del año próximo y es alrededor de la institución médica y los partos, el tema del nacimiento. Tratamos de hacer una reflexión alrededor del nacimiento, todo enmarcado también dentro de la institución hospitalaria”.
¿En España?
“No, en Colombia, seguramente será en Colombia. No lo tengo muy claro todavía pero me gustaría mucho hacerlo en Colombia”.
Más información sobre la película Bagatela en http://www.bagatela.tv.