Antonín Dvořák: La danza eslava No. 7

Las Danzas eslavas, foto: Supraphon

Esta vez empezaremos de manera poco tradicional leyendo unas líneas de una carta vieja: “Escuchen, por favor, algunas composiciones de Antonín Dvořák. Creo que le van a gustar al igual que a mí. Seguramente se trata de un compositor muy talentoso. Además, es muy pobre. Tome en consideración también este aspecto. Johannes Brahms”. Estas palabras escribió el renombrado compositor sobre el músico checo. En el presente Domingo Musical podrán esuchar una de las obras maestras de Antonín Dvořák, las Danzas eslavas.

Los compositores musicales suelen tener entre sí buena relación. Se respetan, aunque muchas veces sean competidores. En la larga historia musical no encontramos muchos casos en los que un compositor haya abogado por otro, como hizo Johannes Brahms por Antonín Dvořák, escribiendo a un editor influyente.

Johannes Brahms,  foto: Carl Wilhelm Brasch,  Wikimedia Commons,  CC0

Pocas veces pasa que una intervención así traiga sus frutos. Pero en este caso sucedió. Primero se trató de los Duetos moravos y, poco después, de las Danzas eslavas, opus 46, primera serie. Dvořák las compuso en el año 1878 y ese mismo año las lanzó al mercado con el renombrado sello Simrock de Berlín.

La versión original para piano a cuatro manos fue instrumentada y editada por dicho sello también en 1878. Cosechó un éxito inesperado. Ocho años más tarde, las Danzas eslavas, opus 72, segunda serie, fueron publicadas por Simrock casi de inmediato.

De un éxito de la música clásica uno espera que se base en un tema simple, pero en el caso de esta polifonía de Dvořák no importa en absoluto. El checo fue un compositor genial, así que logró transmitir esta música con arreglos para orquesta sin estropearla. Incluso se puede decir que los arreglos resultaron tal vez aún más exitosos que el original para piano a cuatro manos.

Antonín Dvořák  (1868) | Foto: public domain

Un éxito inesperado

Conseguir éxito comercial era la intención original del sello de Berlín, y de Dvořák también, por supuesto. Y lograron un éxito enorme. Las Danzas eslavas encantaron al público musical. Pero cuando Dvořák escribió las partituras para orquesta, se trató realmente de un bombazo.

Las Danzas eslavas,  foto: public domain

Como hemos dicho, fue Brahms quien avisó al sello de Berlín sobre las Danzas eslavas. Gracias a ellas la casa editorial ganó mucho dinero. ¿Ganó Brahms alguna recompensa por ello?

Es una pregunta complicada y no conocemos la respuesta.

Brahms fue un personaje muy respetado de la época. Pero seguro que no avisó a la empresa de manera interesada. Simplemente aprovechó su influencia para una buena acción, en este caso, a favor de Dvořák.

Pero no fue el caso del dueño de la compañía Simrock, que entendía de música y además era un comerciante muy experimentado. De la correspondencia conservada sabemos que discutía de manera muy vehemente con Dvořák sobre su remuneración. A pesar de que ambos hombres entablaron amistad, siempre se trató de negociaciones muy duras.

Dicen que Johanes Brahms empezó a componer las Danzas húngaras y para su composición utilizó varios temas de bandas gitanas. ¿Hacía algo parecido también Dvořák?

En algunas de sus danzas a uno le da la sensación de que había tratado de citar algún tema de cierta forma. Pero podemos decir que no lo hizo de manera similar a Brahms, sino que se trataba de una estilización puramente de autor. Su forma tiene más bien un tono checo.

El ciclo Éxitos de música clásica surgió en base al proyecto de Lukáš Hurník y Bohuslav Vítek titulado Éxitos del milenio transmitido por la Radio Checa Vltava.

Autor: Roman Casado
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