Por la mujer amada renunció al trono - historia del amor de Fernando de Tirol y Philippine Welser
¿Cómo es el amor por el que uno renuncia a la corona? Les vamos a contar la historia del archiduque Fernando de Tirol, sucesor al trono checo y húngaro, y la hija de un mercader, Philippine Welser.
La familia Welser tenía en sus manos el mercado mundial de especias y estaño. Entonces, el dinero no le faltaba a Philippine, pero tampoco le faltaba hermosura. Era una joven muy guapa de ojos azules, pelo oscuro y piel blanca como el alabastro. Un buen partido para los jóvenes europeos, pero difícil de conseguir. En un año, Philippine rechazó a 28 pretendientes.
También el archiduque de Tirol, Fernando, el segundo hijo de los reyes checos, Ana de Jagellón y Fernando I de Habsburgo, era cauteloso al escoger a su futura esposa. El joven, de estatura firme, ojos y cabello negros, echó por alto ofertas de Francia y Portugal, y rechazó incluso a María de Stuart, hasta que llegó a conocer a Philippine Welser.
Ocurrió en Augsburgo durante la visita del emperador Carlos V. El soberano, acompañado por su hermano, el rey checo Fernando I, y su sobrino, el archiduque Fernando, fue recibido con todos los honores en la casa de los Welser, que dieron con este motivo un opulento festín. Las mesas se doblaban bajo los manjares exquisitos, langostas y ostras, frutas tropicales.
Pero la mirada del joven Fernando se deslizaba cada vez más a menudo de las delicias de la mesa a su vecina, Philippine. A ella el archiduque tampoco le era indiferente. Sin embargo, las simpatías mutuas de los jóvenes no permanecieron ocultas al padre Welser, y éste decidió mandar a su hija lo más lejos posible para protegerla de un amor prohibido desde el punto de vista social.
Así, Philippine Welser, a sus 20 años de edad, se trasladó al castillo de Breznice, en Bohemia del Sur, donde residía la hermana de su madre, Katerina Loksanská. Lejos de Augsburgo, pero mucho más cerca a Fernando.
La vida en el castillo de Breznice no era aburrida. Las visitas eran muy frecuentes, y entre los invitados no faltaba, por casualidad, el joven archiduque de Tirol.
Un día, en 1557, diez años después de que Fernando y Philippine se encontrasen por primera vez, se celebró en los bosques alrededor de Breznice una partida de caza. Ya que fue extraordinariamente exitosa, los señores ordenaron sacar de la bodega tres barriles de vino e invitaron a los criados a festejar con ellos.No era necesario insistir. A medianoche no había en el castillo un alma despierta, con una excepción - la cocinera Margarita, en la que el vino tuvo un efecto contrario a lo que se esperaba: La cocinera no podía dormir. Cuando en la noche escuchó un golpe de la puerta, pensó que se le había olvidado cerrar la cocina, saltó de la cama y salió al corredor.
No llegó lejos. En la escalera, frente a la cocinera espantada, apareció una figura femenina vestida de blanco. En la mano derecha llevaba una vela y con la izquierda la tapaba para que no se apagara el fuego. Apenas se recuperó del primer susto la cocinera Margarita se volvió y desapareció en su cámara, escondiéndose bajo la sábana y esperando que el fantasma viniera a poner sus frías manos en su cuello.
Así, no vio que la dama blanca era seguida por un fantasma masculino, y unas cinco personas más con velas encendidas. Todos se dirigieron a la capilla del castillo. Allí se celebró una boda - Fernando de Tirol se casó con Phillipine Welser.
Al final de la ceremonia el sacerdote pronunció unas palabras insólitas para ceremonias nupciales:
"Exhorto a los presentes a que confirmen con un juramento solemne, aquí ante el altar de Dios, que no revelarán a nadie bajo ningunas promesas ni amenazas que su Alteza Real, el príncipe Fernando, toma por esposa a la católica Philippine Welser".
Seguidamente, el cura hizo firmar a los testigos un escrito en el que constaba que habían presenciado la ceremonia y que hasta su muerte mantendrían en secreto el evento.
El 15 de junio de 1558, una hora antes de la medianoche, nació el primer hijo de la guapa Philippine. Al nacimiento asistió el botánico italiano Andrea Mattioli, desde 1555 médico privado de Fernando de Tirol en Praga y autor de un herbario, publicado en 60 ediciones en distintos idiomas. También él tuvo que jurar que jamás diría nada a nadie.
Cuando al día siguiente el portero abría la puerta principal del castillo de Breznice, vio unos tres pasos adelante a un bebé, envuelto en pañales pobres y vestido con una camiseta blanca. Lo trajo a la señora Philippine ...
... "¡Qué mujer tan mala e irresponsable puede desprenderse de su propio hijo!", exclamó la señora y declaró que daría cobijo al pobre niño abandonado porque había sido encontrado en los umbrales de su casa, y que lo tomaría como suyo.
Le pusieron el nombre de Andreas, o Andrés, y de la misma manera adoptaron el 22 de noviembre de 1560, a Carlos.
Pero la señora Philippine era también sólo una mujer y quería reclamar sus derechos. Decidió aprovecharse de la hora de audiencia que ofrecía el emperador y durante la cual cada uno de sus vasallos podía expresarle alguna súplica.
Con el hijo en los brazos pidió primero perdón al emperador, y seguidamente se quejó de que su marido era de procedencia noble y ella solo una burguesa y por eso el esposo temía anunciar su matrimonio al padre.
El emperador, sin sospechar nada, declaró que ningún padre podría ser tan severo para que la hermosura de su nuera no ablandara su corazón y no perdonara al hijo el matrimonio desigual. Philippine le dio mil gracias y después le reveló quién era su esposo.
Se pueden imaginar la sorpresa del emperador - ¡se trataba de su propio sobrino! Llamó inmediatamente a Fernando. El archiduque se puso de rodillas, se echó a llorar pidiendo perdón al tío emperador. También Philippine lloraba y apretaba el niño contra su pecho.
El emperador les mandó su decisión por escrito. Reconoció el matrimonio, pero éste debería permanecer secreto por siempre. Quitó a Fernando y a sus descendientes el derecho a la sucesión al trono checo y húngaro, salvo que se extinguiera toda la estirpe habsburga. Les adjudicó una renta de 30 mil monedas de oro al año y los exceptuó del pago de impuestos.
Entonces, los esposos se trasladaron al castillo de Krivoklát, donde residieron hasta 1564 y donde, por casualidad, el 7 de agosto de 1562, encontraron delante de la casa del administrador del castillo a un par de gemelos. También de ellos se encargó Philippine, y les pusieron los nombres de Felipe y María.
En 1564 subió al trono el emperador Maxmiliano II, quien mandó a Fernando al castillo Ambras a Tirol, cerca de Innsbruck. Después de la muerte de Maxmiliano fue coronado emperador su hijo Rodolfo II, en 1576. En ese año, el primogénito de Philippine Welser y Fernando de Tirol, Andreas, cumplió los 18 años y debía ser nombrado cardenal.
¿Podía un niño encontrado en la calle pasar a ser cardenal? El mismo Papa eximió a Philippine Welser y Fernando de Tirol de todos los juramentos y promesas y el matrimonio pudo ser anunciado en público. Los esposos escucharon la feliz noticia en el castillo en Innsbruck.
A la ceremonia asistió como un paje, de 12 años de edad, el posterior viajero y compositor checo, Krystof Harant de Polzice y Bezdruzice, quien en 1621 fue decapitado con otros 26 nobles checos en la Plaza de la Ciudad Vieja de Praga, después de la batalla perdida en la Montaña Blanca. Pero esa es ya otra historia.
A Philippine no le quedaba ya mucho tiempo para disfrutar del matrimonio oficial, sólo cuatro años, que pasó felizmente en el castillo de Ambras en Tirol, donde en 1580, a sus 53 años, murió.