Jarmila Heissigerová: de casi quedarse ciega a dirigir la clínica de oftalmología más grande de Chequia

Jarmila Heissigerová

Un extraño trastorno de la visión, de los que aún desconoce las causas, casi la deja ciega durante su adolescencia. Décadas más tarde, Jarmila Heissigerová se convertiría en la directora de la clínica que la asistió en aquel traumático momento, que es la más grande del país. Profesora, destacada bailarina, cantante e investigadora, se abrió paso en un mundo en el que sus profesores universitarios le preguntaban por recetas de cocina.

A pesar de destacarse en distintas disciplinas, Jarmila Heissigerová hoy es reconocida por sus investigaciones vinculadas a los tratamientos oculares. Profesora universitaria, científica y directora de la clínica de oftalmología del Hospital General Universitario de Praga, la más grande del país, descubrió lo que sería su campo de especialización por azar y a través de un trastorno que vivió durante su adolescencia, una afección que, según le dijeron en su momento, podía hacerle perder la vista.

Jarmila Heissigerová | Foto: Štěpán Ron,  Český rozhlas

En conversación con RPI, Heissigerová cuenta cómo fue ese episodio que la marcó para siempre.

“Fue poco antes de mi examen de bachillerato cuando tuve miedo de no poder terminar el instituto, porque de un día para otro dejé de ver con un ojo. Solo podía ver con la visión periférica, pero cuando intentaba enfocar algo, veía una enorme mancha negra. Y, lamentablemente, ese ojo enfermo afectaba la visión del otro. Uno pensaría que podría ver con el ojo sano, pero cada vez que intentaba mirar a alguien, su rostro desaparecía tras esa mancha negra. Fui de inmediato al oftalmólogo, pero como en el fondo de mi retina no encontraron nada, pensaron que estaba simulando. Eso fue muy traumático. Me enviaron a un hospital universitario, lo que resulta irónico porque ahora dirijo la clínica oftalmológica a la que me enviaron entonces como el centro de referencia más especializado. Allí sí detectaron algunos cambios en mi retina. En aquella época no teníamos acceso a estudios genéticos ni a muchas otras pruebas complementarias que hoy son normales, pero concluyeron que tenía una enfermedad congénita de la retina, que era incurable y que debía resignarme a perder la visión. Me dijeron que, en el futuro, el otro ojo también podría verse afectado. Agradezco enormemente, a quien sea que lo haya decidido en el universo, que después de tres meses mi visión volvió a la normalidad. Y hasta el día de hoy (toco madera), no he vuelto a tener problemas de visión. Para mí, fue una experiencia muy fuerte y tal vez influyó en mi elección profesional, aunque no estoy del todo segura de ello”.

Jarmila Heissigerová durante la operación | Foto: archivo personal de Jarmila Heissigerová

Aquel problema desapareció tan imprevistamente como había llegado. Aunque hasta la actualidad ni ella ni los médicos lograron encontrar una respuesta a lo sucedido, la especialista le da gracias “al universo” por haberse salvado de una situación que podría haber afectado su vida de forma radical. Además de a los astros, la profesora agradece al sistema de salud checo.

“Creo que los checos tenemos muchísima suerte porque contamos con una medicina increíblemente accesible y de altísimo nivel. Aquí, si alguien decide que necesita ver a un oftalmólogo, puede conseguir una cita rápidamente. Dependiendo de la disponibilidad en su localidad, algunas personas pueden ser atendidas el mismo día, otras en dos meses y otras más tarde, pero siempre acaban recibiendo atención.

Hay otros países donde esto no es tan sencillo. Sorprendentemente, en lugares como el Reino Unido, España y otros que no esperaríamos, el proceso es increíblemente largo. Allí, un médico solo ve al paciente cuando su problema ocular ya es muy grave, y puede tardar hasta seis meses o incluso un año en pasar por todos los trámites necesarios antes de ser atendido. Nuestros médicos están muy bien preparados, y no solo porque es fácil acceder a ellos, sino también porque pueden ofrecer exámenes y tratamientos de primer nivel, sin ningún retraso en comparación con la medicina occidental. Además, como aquí la atención es tan accesible, la gente cuida bastante bien su visión. Y como podemos atender a los pacientes desde el primer momento en que notan un problema, podemos tratarlos de inmediato. Creo que también hay un buen nivel de concienciación sobre la salud ocular. Yo, por ejemplo, no necesito gafas para mi vida cotidiana, ya que tengo lo que llamamos ‘monovisión’: un ojo para la visión de lejos y otro para la de cerca. Es la combinación perfecta”.

Jarmila Heissigerová con su familia tras su graduación en la finalización de su cátedra en 2017. | Foto: archivo personal de Jarmila Heissigerová

Con más de una década de experiencia en modelos experimentales para el estudio de inflamaciones oculares, su trabajo ha sido fundamental para comprender el papel del  llamado “microbioma” (un componente de la superficie ocular) en enfermedades oculares y avanzar en el campo de la genética, especialmente vinculada patologías hereditarias.

“Tras terminar la carrera de medicina y trabajar un año en la clínica oftalmológica del Hospital Universitario General, me ofrecieron una estancia de un año en el marco de mis estudios de doctorado. En aquel momento, investigaba la inmunología ocular y existía una estrecha colaboración entre nuestro centro en Praga y el equipo del profesor Forester enAberdeen, Escocia. Pasé allí un año y tres meses, dedicándome principalmente a la investigación en inmunología en el laboratorio. Dos años después, el profesor Forester me contactó nuevamente con una oferta aún mejor: además de la investigación en inmunología ocular, podría pasar un año en la clínica realizando consultas, cirugías y visitas médicas. Además, tendría la oportunidad de liderar estudios clínicos con pacientes, esta vez ya en un ámbito clínico. Era una propuesta increíblemente tentadora. Aunque tomar esa decisión fue un gran paso en mi vida, acepté la oferta y al final no me quedé solo un año, sino dos. Durante ese tiempo, el profesor Forester me enseñó a operar cataratas e incluso algunas cirugías de retina. También trabajamos en ensayos clínicos con nuevos fármacos, analizando muestras de sangre para estudiar su impacto en el organismo. Fue un trabajo pionero. No solo aprendí cómo llevar a cabo una investigación científica de calidad, sino que también conocí el sistema de salud británico. Y aunque allí la medicina es de altísimo nivel, me di cuenta de que en la República Checa es mucho más fácil acceder a un médico”.

Aunque su carrera científica comenzó con un pequeño proyecto de investigación, en la actualidad, Heissigerová dirige un equipo de jóvenes científicos que presentan sus hallazgos en congresos de prestigio y colaboran con expertos de distintos países.

Una referente en la oftalmología checa 

Petra Lišková | Foto: Universidad Carolina de Praga

Uno de los principales logros de Heissigerová ha sido la consolidación de un equipo de especialistas de alto nivel, entre los que destaca la profesora Veronika Lišková, experta en genética ocular con experiencia en Londres. Gracias a esta colaboración, el estudio de enfermedades hereditarias del ojo ha adquirido un enfoque global, con conexiones con laboratorios internacionales.

“Nuestra clínica tiene unos 120 empleados: más de 60 enfermeras y alrededor de 50 médicos, aunque no todos a jornada completa.

Cuando asumí el cargo de jefa de la clínica el 1 de febrero de 2016, pensé que mi trabajo consistiría en la gestión financiera y económica. Pero me di cuenta de que, en realidad, lo más importante es ocuparse de las personas y de sus necesidades. Siempre que alguien me dice que quiere asumir un puesto de gestión en otra clínica, les advierto: "No subestimen el trabajo con las personas. Si saben manejarlas bien, adelante. Si no, piénsenlo dos veces”.

Ciencia, familia y pasión por la danza  

Foto: archivo personal de Jarmila Heissigerová

A diferencia de muchas mujeres que han encontrado barreras en su camino académico, Heissigerová asegura que nunca sintió obstáculos por su género. Sin embargo, reconoce que la presencia femenina en altos cargos sigue siendo limitada y que no siempre recibió el trato profesional que hubiera esperado.

Foto: archivo personal de Jarmila Heissigerová

“Personalmente, nunca he sentido discriminación. Durante mis estudios, en algunasdisciplinas como cirugía u ortopedia, sí observé que algunos profesores parecían enfocarse más en los estudiantes varones y consideraban que nosotras, las mujeres, éramos una presencia secundaria. Incluso en algunos exámenes nos hacían preguntas sobre cocina en lugar de medicina, como preguntar cómo se cocinan los knedlíky. Eso me pareció inaceptable, pero creo que hoy en día no ocurriría algo similar. Cuando comencé a trabajar en la clínica, el jefe de la unidad en aquel entonces, el profesor Filipec, y también mi mentor en Aberdeen, eran ambos muy abiertos a la colaboración y brindaban muchas oportunidades de desarrollo. Nunca sentí que mi género fuera un obstáculo. Estoy profundamente agradecida por ello. Luego, al regresar a la República Checa, trabajé bajo la supervisión de la doctora Říhová, quien también fue una mentora excepcional y nos brindó gran apoyo. Hoy en día, en mi puesto como jefa de unidad y profesora universitaria, tampoco he sentido barreras por ser mujer. Sin embargo, la desigualdad de género sigue existiendo. Por ejemplo, en el consejo científico de la Primera Facultad de Medicina, de unos 57-58 miembros, solo 7 son mujeres. No creo que esto se deba a una falta de voluntad de los dirigentes para incluir más mujeres, sino más bien a que muchas llegan a posiciones académicas de alto nivel más tarde en sus carreras, probablemente debido a la conciliación con la vida familiar”.

Foto: archivo personal de Jarmila Heissigerová

Precisamente, en su caso, el apoyo de su familia ha sido clave. Durante su embarazo, cuando tuvo la oportunidad de redactar su trabajo de habilitación y su entorno le brindó la ayuda necesaria para continuar con sus estudios sin desatender a sus hijos. Cuando decidió postularse para dirigir el instituto, su familia la animó a dar el paso. Según sus palabras, tuvo mucha suerte en la elección de su esposo. Además de apoyarla en su carrera, su pareja también la ha acompañado en sus aventuras artísticas, en las que han demostrado que además de en la vida, son una buena dupla en las pistas de baile.

Antes de dedicarse por completo a la medicina, Heissigerová tuvo una destacada trayectoria en el mundo de la danza, especialmente en tap. Llegó a competir en eventos nacionales e internacionales, incluso en un campeonato mundial.

Foto: archivo personal de Jarmila Heissigerová

“El canto me acompañó hasta los 20 años. Pasé toda mi infancia cantando y participando en giras internacionales con el Coro Infantil de Kýnov. Son recuerdos maravillosos. A los 18 años empecé a practicar tap y conocí a mi esposo en una de las clases. Juntos formamos varios dúos bajo la dirección del maestro de danza Zdeněk Pilecký, con quien ganamos varios campeonatos nacionales. Tuve la suerte de ganar en la categoría de solistas, y cuando comenzamos a competir como pareja, ganamos todas las competencias en las que participamos. Incluso llegamos a clasificarnos para el campeonato mundial, aunque allí no logramos ganar. Cuando nos mudamos a nuestra casa, mi esposo, con su increíble apoyo, acondicionó un estudio de danza con suelos de parquet y espejos. Durante años hemos impartido clases de allí. Yo me encargaba de los niños y los principiantes, mientras que mi esposo enseñaba a los más avanzados. Ahora, nuestros hijos han seguido el mismo camino. Desde pequeños, casi desde que aprendieron a caminar, ya llevaban sus zapatos de tap. Hoy tienen 14, 16 y 18 años. Solo nuestra hija menor sigue practicándolo activamente; nuestros hijos mayores han cambiado de interés y ahora prefieren tocar la guitarra eléctrica, especialmente canciones de los Beatles”.

Siguiendo el legado de una pionera  

Foto: Kramerius/Biblioteca Nacional

Para Heissigerová, una de sus mayores inspiraciones es Anna Honzáková, la primera mujer en graduarse en la Facultad de Medicina de la Universidad Carolina en 1902. En un tiempo en el que la educación superior era un desafío para las mujeres, Honzáková logró abrir camino para futuras generaciones de médicas.

Anna Honzáková en el año 1935 | Foto: Časopis Eva/Wikimedia Commons,  public domain

“Si pudiera hablar con alguien del pasado, me encantaría conversar con Ana Honzáková, la primera mujer en graduarse como médica en la Universidad Carolina en 1902. Ella tuvo que ser no solo increíblemente inteligente, sino también una persona de una fortaleza extraordinaria para superar los prejuicios de su época. Me encantaría conocer qué la motivó a persistir frente a tanta adversidad y cómo logró abrir camino para las mujeres en la medicina. En 1915-1916, ya eran decenas de mujeres las que se graduaban, pero ella fue la pionera. Muchas de sus contemporáneas tuvieron que estudiar en Suiza, donde la educación para mujeres era más accesible, pero luego no encontraban oportunidades en su país de origen. Gracias a mujeres como ella, hoy en día yo no solo puedo ser médica, sino también profesora y jefa de unidad en la Universidad Carolina. Ellas nos abrieron las puertas, y por eso todas las mujeres en la medicina les debemos mucho”.

Anna Honzáková | Foto: APF Český rozhlas

Posicionada como una de las científicas más influyentes en su campo, hace un noble homenaje a la mujer que la ha inspirado, mientras contribuye al desarrollo de nuevas estrategias para el diagnóstico y tratamiento de enfermedades visuales. Y todo, sin dejar de bailar.

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